¿Era mala?. Revoltosa y juguetona, sí; «traviesa», decía su madre. «Inquieta», calificaban en el colegio. Llena de vida, sin duda. Todo lo movía, lo desordenaba y lo cambiaba de sitio, sin meta ni objetivo. «Por fastidiar», acusaban.
Como en un caleidoscopio de luz y color, hizo girar hasta sus letras- las suyas propias- y deslumbrado con mil destellos apareció su verdadero nombre, descubriendo su esencia. No era MALA. Daba vida y era ALMA.
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