Existen sustancias invisibles

que se introducen en el cuerpo

navegan por nuestra psiquis

y te destruyen el alma.

No avisan ni piden permiso

corren, siguen su rumbo

y aceleran en el momento indicado.

Existen sustancias amorfas

aquellas que no esperas,

aquellas que no quieres, 

aquellas a las que temes. 

No saben del buen tiempo,

pero se nutren del desasosiego.

No saben de las impertinencias,

pero un alma y un cuerpo les basta

                                                     para destruirte.

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