Decimocuarto día de confinamiento.
-Mamá, ¿estás lista?
-Dispara.
-Es un amanuense. Vive en Wall Street. Siempre dice: “Prefiero no hacerlo”.
Sonrío para mis adentros. Sé que. en los próximos minutos voy a hablar con un adolescente sabiondo y respondón de un cuento con un montón de posibles interpretaciones. Sé que intentaré aumentar su vocabulario explicándole el significado de palabras como terquedad o indulgencia. Sé que, aunque haya acertado y ganado la apuesta, tratará de escabullirse y no fregar los platos. Y, mientras pienso en todo esto, me pregunto qué haríamos durante el confinamiento sin ellos. Sin el generoso y extraordinario obsequio de su talento y su imaginación sin límites. Me refiero a los artistas que dibujan nuestras emociones, alivian nuestra soledad, disipan nuestra tristeza. Que nos inspiran y nos deleitan. No les demos la espalda. Ahora, son ellos quienes nos necesitan.
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