Querido diario:
Pasaron por mi cabeza melancólicas remembranzas que nunca creí llegar a tener, de hecho nunca las tuve, yo mismo fui quien las creo uniendo el amor con el dolor, convirtiendo mis pensamientos en agonizantes disparos que impactan profundamente en mi alma. Tuve el tiempo suficiente para esquivarlos pero sin embargo mi obcecación pudo ser más fuerte, ahora solo te reflejas como una herida que ataca mis puntos más sensibles con el solo hecho de pensarte, si al final curo esa herida seguirá allí la cicatriz inextinguible, tendré que aprender a vegetar por mi cuenta, aprender amar aquel ingenio que me mantiene de pie frente al mundo, pues mis escritos sublimes son mucho más fuertes que tus acciones y desaire juntos, ellos son mis únicos testigos que mantienen todo en secreto para no llamar la atención de su contumaz comportamiento que sin ningún motivo real, osa entrar en mi vida.
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