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Bella
Es aquella que me observa
Bello
Es aquel que me observa
Ellos son mis amigos
Ellos son como mi diario
Solo, sin la pluma
Son tan perfectos pero
Imperfectos para
Todos aquellos
Que nos rodean
Que acaso amar está mal
El amor no tiene reglas ni límites.
Eran las tres de la mañana el sol aun no salía y me encontraba con la saliva pegada en mi mentón, mi cabello parecía un nido de aves eso iba a doler cuando lo peine. Me pare con mucho cuidado porque aún estaba media dormida, Salí de mi habitación y baje por las escaleras descalza, fui a la cocina a comer, abrí mi refrigerador y algo se lanzó a mí, no lo podía creer era una princesa, una de esas de cuentos de hadas, su vestido era tan grande que me estaba ahogando aunque eso no era lo importante, como rayos salió una princesa de mi refrigerador.
Era enorme, muy pomposo, aquella chica, sus grandes y brillantes ojos de color azul, cabellera rubia como el color del mismo oro. Lo reconocí esa chica realmente era hermosa y lo que le sigue a eso. La sorpresa fue tan grande que deje me quede muda del susto o de la sorpresa tal vez ambos.
— ¿Sabes cómo llegar al palacio?
Perpleja me quede, castillo, esta chica acaba de salir de mi refrigerador y me está pidiendo indicaciones para un castillo.
—Tu…tu…tu e…eres u…na—las palabras en ese momento no eran las más inteligentes que podía pronunciar.
—Tus pestañas son realmente fabulosas, extraña…
Aquella bella chica levanto sus pies y los reincorporo en el suelo, tomo su tiempo para pararse adecuadamente. Acomodo su vestido (de color melocotón con aplicaciones de flores y brillos), también su cabellera larga y brillante. Cuando termino de hacer todo, me miro y me sonrió mostrándome su perfecta dentadura blanca.
De lo lejos oí a mis padres gritando y bajando de las escaleras desesperados a causa de todo lo sucedido.
— ¡QUE PASO QUE SUCEDIÓ! —gritaba mi madre de forma exaltada y me padre también la seguía.
Ellos me miraron de forma preocupada pero su mirada cambio cuando la dirigieron a la chica del refrigerador.
— ¿Ella quién es?—pregunto mi madre con una expresión de rrares.
A quien le preguntaban, yo estaba también confundida y como explicar que una chica salió del refrigerador, como, COMO.
Pollitos amarillos.
Son muy pequeños.
Casi del tamaño del puño de un bebe.
Son esponjosos y muy suaves.
Casi como tocar nubes de algodón.
Su piquito es muy chiquito y anaranjadito.
Funi, funi.
Son realmente hermosos.
Pero aquella hermosura.
Que les identifica.
No dura mucho.
No es eterna.
Crecen y dejan aquella.
Suavidad atrás.
Muy atrás…
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