Tenemos seres queridos que se van a otro lugar mejor de los cuales no siempre podemos despedirnos de la forma que nos hubiese gustado y por eso hice está carta.
“Fuiste una persona especial en mi vida y aprendí muchas cosas junto a vos, nunca sentí que te estaría escribiendo estas palabras ni tampoco las circunstancias en las cuales me tocaría hacerlo. Te extraño un montón, pero me hace feliz saber que estas mejor, en un lugar donde ya no existe el dolor. Considero que eras un alma de fierro, me enseñaste valores importantes como el de posicionar siempre a la familia primero, te mantuviste eternamente fiel a tu lema.
Sé que es el ciclo de la vida y cuando llega el momento, cumple su fin. Tu sufrimiento pedía a gritos la paz que se te fue concedida, sólo vos sabías cuanto dolor tenías en el cuerpo.
Me acuerdo la última vez que charlamos, entendí que es egoísta enojarse con los que nos dejan porque hay razones más allá de nosotros que no podríamos comprender, pero tenemos que respetar que cada quien tiene su momento, aunque no estemos preparados para eso.
Creo que uno de los mayores miedos es el no poder darle el último adiós a quienes queres, tenes terror de que las últimas palabras que hayas compartido sean vacías o no hayan reflejado el amor que tenías.
No podía dejar de expresarte lo que siento ya que fuiste una de las personas más especiales del mundo, alguien a quien admiro y admiraré profundamente para siempre.
Siempre estuve orgullosa de que tu lucha nunca cesara, siempre mantuviste los brazos en alto. Incluso en tus peores momentos, le respondías con sonrisas a la vida, te preguntabas si le quedaban más misiles, porque querías seguir dándole pelea.
No puedo mirar tus recuerdos porque me da escalofríos pensar que sólo te voy a encontrar ahí, sólo dejaste espacios vacíos que se van llenando con tu ausencia.
Sé que ya no vas a estar físicamente, pero te prometo guardar tu presencia en mi corazón y en el de todos los que te querían, porque nadie muere realmente si nunca es olvidado.
Te amo como a muy pocas personas en el mundo. Serás mi faro en el medio de tanta oscuridad y ojalá te llene de orgullo el camino que me toque seguir.
Ahora que ya no estás, sólo me queda agradecerte tu corto paso por la vida y las enseñanzas que dejaste en el camino.
No te digo “chau” y te digo “hasta luego” porque será un placer volvernos a encontrar.”
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