De todos los casos de Michael Fisher, hay uno muy particular por lo bizarro del mismo que toma de escenario las exóticas y abarrotadas calles de Japón, en donde nos encontramos con el detective Fisher, su novia Brenda Stone y la hermana menor de la chica, Andrea.
Las chicas estaban disfrutando del viaje, pero Mike no ya que habían ido al país del sol naciente por cuestiones de trabajo, aunque Brenda le decía que tratara de disfrutar de la estancia en aquel país. Habían estado en un restauran típico de Japón, esperando al cliente que los cito en aquel lugar lleno de gente que deseaba comer algo. Las horas pasaban y no había señal de alguien que se interesara en ellos; para la gente de allí, ellos eran unos simples turistas.
-Creo que no vendrán-sugirió Andrea muy aburrida.
-En ese caso-exclamo la hermana mayor, tratando de levantar los ánimos-¿Por que no vamos a conocer la ciudad?
-Esperemos 5 minutos más-contesto Mike dando un trajo a su bebida.
Cuando ya salían del restauran, un auto lujoso se estaciono frente a ellos; los vidrios estaban polarizados por lo que no podían ver al conductor y ni cuantos pasajeros llevaba. una ventanilla trasera del auto se abrió dejando a ver un hombre de edad avanzada; casi no tenía cabello, y los pocos que le quedaban eran canosos, en su cara se notaban las arruga y las marcas del tiempo. Del otro lado del auto se bajo un tipo de traje, parecía Hombre de Negro, y les pidió que subieran al vehículo; el detective y las chicas, un tanto dudosos, hicieron caso a las indicaciones.
-Buenas tardes detective Fisher y su equipo, yo soy Hisashi Ishiguro-dijo el anciano esforzandoce por hablar-Me alegra que se haya tomado su tiempo para atender nuestro caso.
-¿Nuestro…?-pregunto Mike.
-Vera detective, soy dueño de una mina de hierro en un pequeño poblado rural a las afueras de la capital, la gente es muy humilde y trabajan duro por un salario decente-el anciano comenzó a toser y de inmediato se tapo su boca con un pañuelo que llevaba en el bolsillo de su saco azul marino-pero desde hace varios meses comenzaron a desaparecer trabajadores, al hacer ciertas investigaciones, descubrimos que todos se desvanecieron dentro de la mina.
-Tal vez haya habido un derrumbe o algo así-comento Andrea tratando de dar una explicación lógica pero sin mucho éxito.
-No se engañe señorita, en varios meses no ha ocurrido ninguno derrumbe, ni siquiera un pequeño temblor. Pero eso no es todo, un día varios trabajadores estaban cavando y al perforar una pared de la mina salió una cantidad extraordinaria de arañas de toda clase, y que de ese hueco de donde salían todas esas alimañas, escucharon una voz femenina y muy seductora que cantaba.
Cuando el señor Ishiguro termino de hablar nadie cruzo palabra por unos incómodos segundos. Lo que sorprendió a Andrea fue que tanto Mike como su hermana se quedaron inmóviles y con una mirada fría e indiferente, es como si Brenda ya hubiera aprendido las técnicas de Fisher.
-Supongo que nos dirigimos a la mina-dijo el detective volteando a la ventanilla del auto.
-Así es-contesto el anciano-supuse que querría ver el lugar de los hechos.
-¡¡¡¡Efectivamente señor Ishiguro!!!!-dijo Mike casi gritando de felicidad-Aunque puede ser un poco peligroso ya que es posible que haya una jorogumo en la mina.
-Vaya-exclamo Brenda un tanto nerviosa-una mujer araña…odio a las arañas.
-Y a las ratas y a los payasos hermanita-se burló Andre entre risitas.
Brenda estaba a punto de contestarle cuando Fisher les dijo que se comportaran y que solo «disfrutaran el viaje».
Cuando llegaron al lugar, el señor Ishiguro les comento que debido a los rumores y al temor de los empleados, tuvieron que suspender las actividades de la mina. El lugar era grande y estaba en una zona bastante rica en vegetación y fauna; las maquinas para excavar estaban esparcidas por toda la zona, remolques por aquí y por allá donde probablemente estaban los archivos de la mina. Antes de entrar en los túneles rocosos, el detective solicito ver los expedientes de los empleados desaparecidos.
El primer desaparecido, el señor Kioshi Miyake de 36 años, había sido visto por ultima vez en el interior de la mina hace 6 meses; los otros dos, Satoru Nakahara y Masaru Izumi, desaparecieron hace 4 y 2 meses respectivamente, pero este último no desapareció en la mina, sino de camino a su hogar. Al terminar de ver los archivos, Michael despidió al anciano diciéndole que no sería bueno que el juntos con sus guardaespaldas se quedaran ya que podían morir. pero que se contactaría con él cuando todo hubiese acabado.
-Bajare a la mina…-dijo Mike a las chicas-solo.
-¡¿Estas loco?!-expreso alterada Brenda-No sabemos que se pueda esconder allá abajo ni que otras cosas puede haber.
-Brenda tiene razón-comento Andrea-Deberíamos ir los tres.
-No.-replico Fisher-El primer desparecido fue hace seis mese, lo cual es mucho tiempo para que una jorogumo pase sin comer, lo que significa que…
-…que debe tener otra fuente de alimento-termino Brenda.
-Así es-dijo el detective-y necesito que investiguen los poblados aledaños a la mina y que averigüen si ha habido más desparecido y cualquier rastro de la jorogumo nos comunicamos atraves de nuestros demonios.
Antes de separase, Brenda y Mike se besaron y se desearon buena suerte, mientras Andrea los esperaba desesperada.
Ya estando dentro de la mina, Fisher buscaba el lugar de donde brotaron las miles de arañas.
-¿No te parece extraño?-dijo la voz de Ordakk-El último registro que se tiene de una jorogumo es del Japón feudal, hace más de 100 años. Las jorogumo actuales prefieren mantener un bajo perfil y solo cazan personas indeseadas.
-¿Y si nos estamos enfrentando a la reina?-especulo el detective.
-No creo-respondió Ordakk con una ligera risa-la reina vive en el centro de la tierra y eta mina no llega ni cerca de eso, además, ella detesta subir a la superficie.
-Entonces ¿Tendrá que Apofis en esto?
-No estoy seguro, pero si las dudas hay que irnos con cautela.
Michael camino con mucha precaución de no hacer ruido y alertar a lo que hallara en la mina. No tardaron mucho en encontrar el agujero de las arañas, era profundo y muy oscuro, no se podía ver al otro lado.
-Ordakk ¿Puedes ver que hay del otro lado?
El rubí del anillo se encendió y el detective lo acerco al hueco. al parecer había una caverna sin explorar al otro lado. El demonio le propuso derrumbar la pared, pero el detective le dijo que no era prudente ya que podían alertar a la jorogumo de su presencia y debían aprovechar el factor sorpresa para acabar con esto o más pronto posible, así que decidieron rodear y buscar un camino alterno.
Después de un rato, lograron acceder a la caverna; de entre tantas habilidades que le otorgaba el anillo a Fisher, una de esas era una especie de visión nocturna y le había sido de gran utilidad en infinidad de ocasiones. Caminaron entre las sombras de la caverna sin encontrar un indicio de a criatura arácnida, hasta Ordakk le advirtió sobre un pasillo de roca totalmente cubierto por telarañas como si fueran cintas de seguridad policíaca.
Brenda y su hermana habían estado visitando varios pequeños poblados cerca de la mina, pero ninguna de ellas hablaba japones, así que Yecum y Tunrida les ayudaban a hablar y comprender el dialecto sin dificultad. Al interrogar a varios habitantes de estos lugares descubrieron que, tal como habían sospechado, en varios de estos pequeños pueblos, algunas personas habían desparecido de manera misteriosa y sin dejar rastro aparente.
Cuando estaban en el tercer pueblo cerca del lugar interrogando a una anciana que les decía que nadie se atrevía a adentrarse en el bosque a altas horas de la noche ya que estaba maldito, un niño de unos 12 años de edad se acerco a ellas y les dijo que lo ayudaran ya que algo había arrastrado a su hermano mayor hacía la tierra.
Los tres corrieron hasta donde el niño los guío, y para sorpresa de las chicas se trataba de la entrada de una cueva subterránea. Andre hizo que el niño regresara a su hogar, mientras ella y su hermana bajaban a investigar.
-¿No será mejor decirle a Mike?-pregunto Andrea.
-Un niño corre peligro-respondió Brenda-no hay tiempo para esperarlo.
Ambas chicas invocaron a sus demonios para poder descender con suma facilidad, ambas les advirtieron a las chicas que tuvieran cuidado.
-Descuiden, después de estar tanto tiempo con ustedes hemos aprendido algo-respondió Andrea.
Mientras las dos bajaban como si fueran reptiles, Brenda sintió algo húmedo en la pared.
-¿Que es esto?
-Es sangre…-respondió Yecum-humana.
Al llegar al fondo de la cueva, siguieron el rastro de sangre que los llevaría hasta la jorogumo.
-Insisto-replico Andre-deberíamos llamar a Michael.
-Conociéndolo-contesto Brenda-para estas horas ya debe estar cerca del nido de esa araña.
El detective llego a una cámara que no parecía ser obra de la naturaleza, sino de manos humanas, pero todo estaba cubierto por una espesa y pegajosa telaraña que dificultaba la movilidad de Fisher. En el techo y las paredes del lugar había centenares de capullos de telaraña; Michael imagino que era el «alimento». Y caminando igual por las paredes miles de arañas desde diminutas hasta del tamaño de un bebe recién nacido, sino es que hasta mas grandes había pero escondidas en las sombras de la cueva. Al centro del recinto estaba una criatura de gran tamaño, se alcanzaba a ver que llevaba vestimentas humanas típicas de Japón. La jorogumo estaba comiendo, cuando levanto la cabeza y olfateo.
-¿Quien se atreve a entrar en mi nido?-dijo la criatura arácnida con cuerpo de mujer y pata de araña muy desagradables y asquerosas a la vista.
-Eres tu quien ha estado devorando a los hombres de la mina-dijo Mike de manera acusadora.
-Mira a tu alrededor detective.-el rostro de la jorogumo podría ser hermoso y cautivador pero de su garganta salía esa voz horrible y rasposa-Tenemos alimento suficiente como para 100 años ¿Por que habría de subir a esa supuesta mina?
-¿No has estado devorando hombre?-la voz de Ordakk resonó en todo el lugar.
La mujer araña iba a responder cuando se oyeron los gritos de Brenda y Andrea que al parecer venían escapando de algo. Cuando las chicas llegaron a la cámara donde estaba la jorogumo, todos vieron eran perseguidas por varias arañas gigantes del tamaño de perros.
Las niñas ya iban a invocar a sus demonios cuando Fisher las detuvo y les dijo lo que acaba de hablar con la araña, al principio no le creyeron pero la jorogumo interrumpió y con tu su historia.
-Yo he estado en esta cueva por mas de 500 años, y hace medio año una de mis hijas cazo a un tipo que llevaba un paquete del Cairo, cuando lo abrí vi que era esto.-de entre los muchos escombros saco un libro de caratula de obsidiana y se podía ver que sus hojas eran de oro solido-El mítico Libro de Amon Ra o el libro de los muertos.
Los tres chicos quedaron boquiabiertos al ver que era real dicho libro que poseía el poder de despertar a los muertos. Los detalles del mismo eran asombrosos y bellos, los jeroglíficos de la caratula eran simplemente maravillosos.
– ¿Que hacía un mensajero con algo así?-pregunto Brenda.
-Los hijos de Apofis.-respondió Fisher.
Las arañas hicieron chillido muy agudo y en conjunto.
-¡¡¡No repitas ese nombre!!!-grito la jorogumo, el detective se disculpo-Pero les aseguro no hemos matado a nadie de de la mina, ni de los pueblos cercanos.
-Si no fue la jorogumo ¿Quien hizo desaparecer a toda esa gente?.indago Andrea a Tunrida.
La araña mujer los invito a que pasaran a una cámara que estaba a un lado. Unas llamas se encendieron, dejando ver la asombrosa cámara y Fisher supo de inmediato que era una sala de reunión antigua de los hijos de Apofis. En eso una voz conocida a sus espaldas se hizo presente exigiendo el libro de Amon Ra. El señor Ishiguro estaba frente a ellos junto con un cuerpo armado listos para asesinar a las arañas y a los muchachos.
-Usted es miembro del culto de esa serpiente-exclamo Brenda.
-Obviamente-dijo Michael-Apuesto a que ese mensajero era suyo y que llevaba el libro para usted, también estuvieron asesinando gente de las aldeas cercanas y a los empleados de la mina para que nosotros matáramos a la jorogumo y las arañas, después nos hubiera asesinado y se quedaría con el libro y con el sitio de reuniones del culto, por lo cual fue pretexto para esta mina.
-Si que es astuto detective-dijo el anciano-Entrégueme el libro o los asesinare.
Los tres muchachos se pusieron en guardia al igual que las arañas. Entre disparos, sangre humana, arácnida y uno que otro miembro mutilado, la batalla fue un tanto dura. Pero los tres muchachos decidieron acabar con ellos de una vez así que invocaron a sus demonios.
Los tres muchachos cambiaron radicalmente; sus ojos brillaban de acuerdo a la gema de sus anillos, un aura oscura los envolvía. Ordakk, Yecum y Tunrida habían poseído los cuerpos de sus propietarios para finalizar con el asunto. Fue una masacre por parte de los tres demonios y la arañas. Las balas no servían de nada contra el trío de demonios.
Ningún humano quedo vivo, solo Ishiguro.
Yecum lo tenía por el cuelo y Tunrida le había roto una pierna a tal grado que el hueso perforo el pantalón.
-¿Que planean los hijos de Apofis?-grito Yecum con una voz totalmente infernal que resonó por toda la cueva.
-Nunca lo diré-respondió el anciano que estaba desangrando-Pueden hacerme lo que quieran, pero nunca hablare.
No pudo decir mas ya que la perdida de sangre había sido inmensa y murió desangrado.
Los tres muchachos estaban de vuelta en su hogar, mientras las chicas estaban abajo viendo películas, Michael esta estudiando el libro de Amon Ra, Ordakk le ayudaba con jeroglíficos.
-¿Seguro que la jorogumo estará a salvo?-pregunto Ordakk.
-Si, nadie encontrara la entrada a la mina de nuevo-respondió Fisher guardando el libro de los muertos-Ahora hay que enfocarnos en seguirle la pista a este culto de Apofis.
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