Crece, flor.

Llegará Septiembre,
y con él,
el principio del final.
Traerá la costumbre,
y con ella,
el sabor de la crueldad.

Ahora que sé que tus ojos
miran los míos sin pasión,
y que tu corazón
cuando late es por otros.

Ahora sé que este amor
fue solo mío, y que tú,
siempre buscaste una luz
que nunca te dió mi sol.

Mi único papel aquí
es el del maniquí que observa triste,
como aquel hombre
se lleva el abrigo que le viste.

Y tú, y tu piel de seda
que tanto anhela sus brazos,
te lanzarás a ellos,
dejando mis pies descalzos.

No te culpo,
mujer,
nadie elije enamorarse,
Mucho menos,
de quién.
Espero, entiendas esta parte.

Por si sientes que a la amistad
traicioné con lo que siento,
entiende que soy un lector
y que el amor es un cuento.

Pero aún así, perdóname,
si algún día me cuesta hablarte,
y sientes que mi silencio
no es el hogar que fue antes.

Perdóname, si notas
que en mi voz resuena el llanto
que se escucha al querer
aquellos momentos pasados.

Aún así, y aunque un puñal
abra en canal mi alma,
te deseo lo mejor con él
y no te falte calma.

Que sus suspiros sean
del amor que no le cabe,
y que tu sonrisa sea,
en tu rostro, gesto constante.

Que su viento sea el aire
que faltaban a tus alas,
y que a la sombra de un parque
firmes la paz con la almohada.

Así, llegará Septiembre,
y con él,
tu alegría.
Y yo, miraré crecer
esa flor
que no fue mía.