Todo lo destruye
I
La mañana estival abría.
La madre despertaba a su hijo, su corazón tenía que despertarse.
Había que trabajar.
La crisis era muy dura.
No importaba, la madre viuda tenía a su hijo, su corazón tenía que despertarse.
El corazón de madre estaba de luto.
En el salón, una vela consumida, una foto en blanco y negro del difunto marido.
El amante de piel canela desayunaba pensando en los besos de su compañero.
Dos amigos, un juego, dos corazones, dos miembros.
II
Campo Andaluz, Calor, Carbón, La II segunda república se abría paso.
1931
Después del jornal, en la caseta de las herramientas, se forjaba el calor, dedos en boca, boca con boca, el bálano del compañero tocaba fondo.
Un pequeño gemido del amante.
No había mundo, solo el amante y el compañero.
Los rayos de sol que se colaban por las grietas de la casetilla de madera, iluminaban los cuerpos.
Calor, sudor, olor y amor.
Amor.
III
Siempre ellos dos.
En el bar, agua para uno y cerveza para otro.
Los hombres seniles murmuraban: ¡Malditos maricones, que deshonra!
Ellos ajenos a todo eso.
Disimulo y patadas dulces por debajo de la mesa.
Era un secreto, pero más se querían.
El amante y el amigo.
El bar.
Los hombres.
El murmullo.
La mente atrancada y amurallada.
IV
El amante dormía, su madre lo miraba, se compadecía tiernamente.
Mi niño, decía.
Mi niño, decía.
Su niño.
Alegre como el sol, pura luz, pura pasión.
La madre sabia.
La madre sabía.
Las vecinas también opinaron: siempre hay un cuadro torcido en cada casa.
La madre orgullosa de su hijo.
Era Madre.
Hijo despierto.
Mamá le amo.
Lo sé.
V
Una carta en la puerta.
Ven esta noche a casa.
VI
Caramelo de miel.
Pelo en pecho
Cabeza sobre pecho
Te quiero.
Te amo.
Ruido.
El amante a medio vestir, huye.
Beso en mano.
Huye.
VII
Noche sin luna.
Calle pequeña y pobre.
Juventud añeja y embriagada.
Cuchillito pequeño que apenas araña.
El amante asustado.
Gritos.
Miedo.
Amenaza.
Golpe.
Golpe.
Labio rojo.
Ceja rota.
El joven reposa su cabeza en el suelo.
El suelo le besa.
Patadas.
Gritos.
Jóvenes.
Mente amurallada.
VIII
La madre cura heridas.
El amante lamenta.
Tiene el corazón roto.
Su madre cura heridas.
IX
Un abrazo de despedida, tres lágrimas.
Dos lágrimas del amante, y una del compañero.
El compañero se casa.
El amante está roto
Busca los brazos de su madre
El amante.
Desolado
Roto
Vacío
Torturado
Perdido
Confuso
Abandonado
Sentado al fresco.
La boda es en Junio, madre
Vete a Francia, hijo rojo.
Y ¿Abandonarte? Jamás. Madre Blanca.
X
Las vecinas.
Siempre hay un cuadro torcido en cada casa.
XI
Una carta:
Me caso forzado. Eres una mota de polvo clavada en mi ojo. No puedo ver sin ti.
Seré un desgraciado, no te podré besar tus dedos. No podré olerte, me apiado de mí. Vivo muerto desde que no te tengo. Me duermo pensando en ti para verte en mi cabeza. No me olvido a lo que saben tus besos, no me voy a olvidar. Un mundo sin falsas amistades, sin falsos gentíos, que solo estén mis manos, que solo estén tus ojos. Te sigo, te sigo con la brisa en tus pestañas, te sigo. No me olvides, ese olvido que arranca las plazas del pecho, ama como siempre rayito de luz.
Me caso forzado.
Mi corazón es tuyo.
Una carta.
XII
Una despedida. Un abrazo grande. Piel con piel en la cabaña.
El sol, La calor y el olor.
Una danza.
Un baile.
Un bocado.
Tocan fondo.
XIII
No lo hagas- dijo el amante.
Me caso forzado – dijo el amigo.
3 lágrimas.
Dos del amante.
Una del amigo
XIV
1931, La república.
Las vecinas aullaban.
Te casas con un maricón, muchacha.
La mujer lo negaba, la había dejado preñada.
XV
La boda.
El amante en el campo.
Carbonero, Calor, quemaba Carbón.
Una chispa caía en su ropa.
El amante ardía, tanto por dentro como por fuera.
La boda.
Si quiero.
Si quiero.
Beso sin amor.
El amante ardía en llamas.
XVI
El amante descansaba.
El amigo fingía, ardía por dentro.
La madre se estremecía en un mar de agua salada.
Las vecinas: pésame de corazón
La madre: en cada casa hay un cuadro torcido.
XVII
El amigo.
Te sigo, te sigo con la brisa en tus pestañas, te sigo.
Recuerdo de pasión.
Suena música de arpa
Sicodelia en su cabeza.
Una carta en el cajón.
1931, Andalucía.
Las vecinas comentan, que la madre no sale a más no sea limpiar las tumbas de sus difuntos. De vez en cuando la madre encuentra cartas en la tumba de su hijo, que ella ni imagina abrirlas, pero sabe quién las escribe.
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