No seré yo la persona más correcta para contar historias de amor, pero existe gente que me confía sus grandes proezas e insiste en que las redacte y presente.
Queda en sus manos la historia de un buen amigo de nombre Erkhan:
«¿Qué me fui con ella a Alemania para pedirle de la forma más romántica que se casará conmigo? Es correcto y Ema está riéndose a rabiar mientras le cuento esta pequeña historia que a mí en lo personal me provoca acompañar con una copa de vodka mezclado con ron, mala combinación que me dará un dolor de cabeza brutal en unas horas, pero quiero comparar ese dolor de cabeza con el dolor que ella me produjo. La muy desgraciada, recordarla me causa una opresión en el pecho. Pensar que estuve muriéndome de amor por ella estos dos años me hace sentirme muy desdichado, me pregunto si se puede amar tanto en la vida a quién no merece nada. Además, he de decir que me siento muy estafado por las veces que ella prometió cambiar y concentrarse más en nuestra relación.
La conocí hace dos años, la forma, el lugar, los motivos no importan, solo importa que yo me enamoré como un bobo de ella. Ella era físicamente preciosa, demasiado inteligente, ambiciosa y un tanto caprichosa, pero a mí me fascinó desde el principio, ella era el tipo de mujer que siempre había estado buscando.
Fue un inicio muy complicado, ya que ella era difícil de conquistar, nunca aceptó una sola de mis invitaciones para ir a comer, nunca aceptó mis invitaciones para galerías de arte, nunca aceptaba mis propuestas de visitarla en su oficina, al parecer ella siempre estaba demasiado ocupada, pero eso a mí que me importa, un hombre perseverante como yo sabe conseguir lo que se propone y ella no sería la excepción. Descubrí que su punto débil era el ciclismo, así que le invité a una salida en bicicleta y ella aceptó, esa fue mi oportunidad y de esa no la dejé escapar.
Iniciamos un noviazgo ¡Que dios sabe fue la mejor temporada de mi vida! Con ella sentía que podía llegar a otro universo y ella parecía disfrutar de nuestra relación, digo “parecía”. Seis meses después dijo que no tenía tiempo, el proyecto de construcción que tenía era muy importante y que viajaría a Argentina para realizar un curso con duración de tres meses y que ya no podríamos continuar. Yo no iba a dejar ir a la mujer que tanto quería por una variable, la distancia, entonces le propuse permanecer con nuestra relación a través de redes sociales, para algo debe servir la tecnología, ella aceptó de muy mala gana, pero yo estaba muy emocionado.
Señores amigos hombres esa fue la primera vez en la que me sentí como un tonto rogando por alguien, ella dejó de escribirme por ese tiempo y yo casi me volvía loco pensando que algo malo le había ocurrido, para cuando le dio la gana de responder, me dijo que había estado muy ocupada ¡Pero qué clase de ocupaciones tienes alma de Dios, que no respondes un mensaje ni llamado durante tres meses!
Yo que soy tonto de profesión volví a recibirla como una diosa, volví a amarla con más fuerza a decirle que nunca más la dejaría ir y ella como era una profesional en el arte de engañar una vez más me dejó en pretexto de cualquier cosa y yo como soy bien tonto una vez más la vuelvo a recibir a entregarle mi corazón sin medidas, empero en esta ocasión duramos un poco más, me hizo pensar que por fin podía pedirle que comparta su vida conmigo, así fue que me la llevé a Alemania, en frente de los lagos de Baviera me decidí; allí arrodillado como un idiota, le pedía matrimonio y ella se reía diciendo que no creía en los derechos de exclusividad que eso era para la gente anticuada y que ahora ella creía en el poliamor, que nunca me fue fiel, que estuvo muy enamorada en Argentina, que había probado el lesbianismo, que se creía bisexual, que le gustaban las orgías, que quería vivir en libertad y sin amor… Me quedé boquiabierto, sin reacción, tomé mi anillo se lo regalé a una anciana que estaba dando de comer a una parvada de hambrientos cuervos, así como ella y me retiré con mis pedazos de dignidad en los bolsillos.
Compré mi vuelo de regreso y aquí estoy contándole a rajar venas a mi mejor amiga Ema el dolor que me causó enamorarme y amarla a ella, la desdichada que jugó conmigo fingiendo lo que no tenía para dar, amor».
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