El éxito

Oímos hablar de éxito en todas partes. Se supone que es el resultado final de todo nuestro esfuerzo, de nuestras acciones y decisiones, de nuestra vida. Y digo se supone porque, por desgracia, no existe una fórmula exacta para definir qué narices es. Nos pasamos la vida luchando por alcanzar algo que es totalmente abstracto, inexacto, impredecible, fugaz… ¿Realmente ahí se encuentra la felicidad?

Solo por si se te ha olvidado con el paso de los años, o de los daños, solo por si nunca te lo han dicho, o por si pensaste que no valía la pena tenerlo en cuenta: piensa siempre en lo que te haga feliz. El éxito no eres tú haciendo aquello que los demás esperan que hagas. Tampoco eres tú saliendo del trabajo a la una de la mañana, pensando en llenar tus bolsillos, y mientras tanto, dejando caer sueños tras de ti. El éxito no eres tú sufriendo, cortándote las alas, dominado por el miedo. El éxito no eres tú dejando escapar trenes por miedo a no encontrar un buen asiento. El éxito no eres tú, si dejas de ser tú mismo.

Coge el consejo de alguien que persiguió sus sueños. Mide tus acciones en sonrisas. Escucha al corazón que es el que entiende. Esfuérzate al máximo en lo que quieres. Deja que esa sea tu prioridad si es lo que crees que mereces. Sufre, luche, cáete y vuélvelo a intentar, que al final la ilusión ganará al miedo a fracasar. Y lo más importante, no escuches lo que digan los demás. El ruido, a veces, nos impide pensar con claridad. Y el estilo de vida que tu elijas, debe hacerte disfrutar.

Solo por si se te ha olvidado con el paso de los años, o de los daños, solo por si nunca te lo han dicho, o por si pensaste que no valía la pena tenerlo en cuenta: ningún camino de flores conduce a la gloria. Quizá sí te veas saliendo del trabajo a la una de la mañana, dejando de dormir los fines de semana, renunciando a otras muchas cosas, pero siempre con una sonrisa, con un deseo, con una garantía de que estás haciendo lo correcto. Señores y señoras, eso es lo que yo considero éxito.