María era la chica más preciosa que había conocido, me cautivó con su sonrisa nada más verla en aquella cafetería abarrotada de gente. Yo iba a por mi café con leche de todos los días y ella estaba sentada en la última mesa del local, la más escondida y apartada, se tapaba la cara con el pelo, se mordía las uñas e iba vestida de negro. La miraba sin que se diera cuenta, me dejó embobado sin más que su pequeña risa al leer, esa risa que rebotó en el local y solo yo escuchaba. Cogí el cafe que me daba el dependiente y cuando me giré ella me miraba, la miré, sonreí, se sonrojó y volvió la vista a su libro, parecía una niña tímida escondida entre sus gafas de pasta.

Salí del local y me olvide de ella hasta que al día siguiente la volví a ver, en la misma mesa, vestida de igual forma aunque diría que con un poco de maquillaje y con el mismo libro en las manos, esta vez al tomar mi café del mostrador me dirigí a su mesa y cuando me acerque supe que ella seria la chica que cambiaría mi vida aunque en aquel instante no quise reconocerlo.

-Hola- dije

-Hola- respondió con una pequeña felicidad -o eso noté-

-¿Me puedo sentar?- Me miró, le ofrecí mi mejor sonrisa y tímida asintió con la cabeza

-¿qué lees?- Tenía la necesidad de saber cosas sobre ella, me encantaba verla sonrojarse y en aquel momento me dieron ganas de apartarle el pelo de la cara y pedirle que me enseñara su ojos azules, esos que escondía detrás de esas gafas de pasta, pero no lo hice

-Los Miserables- se volvió a sonrojar mientras me enseñaba la portada y yo no supe qué decir o hacer, me quedé embobado mirando sus finas manos sujetando ese libro tan pesado.

-¿Te gusta leer?- Me preguntó mirándome a los ojos y yo asentí con la cabeza pareciendo un tonto perrito de esos que tienen algunos coches que no paran de mover la cabeza

-Sí, me gusta leer, pero ese libro todavía no he tenido oportunidad de leerlo, ¿Me lo recomiendas?

-Sin duda, es mi libro favorito…

Seguimos hablando durante toda la mañana, de libros, cine, series, llegue tarde al trabajo por hablar con ella y eso que yo siempre suelo ser muy puntual. Sobre el medio dia intercambiamos numeros de telefono y cuando nos despedimos quedando al dia siguiente en la misma cafetería, a la misma hora y en la misma mesa, nuestra mesa decidí que era el momento de darle un pequeño beso en la mejilla.

Durante meses creamos una amistad que no creía posible entre un chico y una chica, yo siempre he sido el típico que se las tira y las manda a freir esparragos, pero con ella era distinto. A ella la quería sin saberlo.

Un 24 de diciembre me llamaron por teléfono, era del hospital, María había tenido un accidente y ella, con poca fuerza, pidió que me avisaran a mi… Corrí por los pasillos de urgencias hasta que llegue a la UCI donde después de esperar durante un rato me dijeron que podía pasar a verla. Entre y me la encontré acostada en la cama, con un montón de cables y le costaba respirar, pero entonces abrió los ojos, esos alegres ojos azules que ahora estaban apagados, esos ojos que me enamoraron desde el primer momento que los vi. Me acerqué la tomé de la mano y ella con una sonrisa temblorosa en los labios me dijo que se había enamorado de mi desde el primer momento en el que la hable, que nunca me olvidara de ella, y que fuera yo mismo, que era encantador si dejaba de parecer un capullo…. En ese momento le cayó una lágrima por la mejilla y cerró los ojos sin fuerza para respirar. En ese momento me sentí estúpido por no haberle dicho que ella era mi todo, así que se lo dije y sonrió dejando de respirar. Ella era la persona que me había echo sentir amor.

Hoy después de 1 año de su muerte, miro la ultima foto que nos hicimos juntos y le digo que nunca la olvidaré, que yo también la quise desde el primer momento en el que la vi, que me perdone por haber sido tan gilipollas con ella, hoy la echo de menos como todos los días. Lo nuestro fué una de tantas historias de amor que pudieron ser pero no han sido, lo nuestro estaba escrito en el libro de la vida.

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