Manos frías. Él tenía manos frías y supongo que al final, después de un tiempo, eso será lo que más recordare. Y no se trata de que yo decida olvidarle porque romperá mi corazón, sino un poco al contrario. Lo olvidare porque no rompió nada en mí. Ni mi himen.
Si el amor se tratara de encontrar a alguien que te haga querer ser mejor persona, supongo que lo encontré. Actor talentoso, músico prodigio, dibujante y escritor, persona amable, comediante recurrente entre amigos, atractivo rayando en lo guapo. Cara de niño bonito. Acabo de recitar la lista de mis debilidades.
Mis amigos siempre dicen que me gusta lo imposible y es verdad, en gran medida porque es la excusa perfecta para no atreverme a hacer algo, a intentarlo. Si es imposible puedo rendirme sin culpa. También me rendí con mi chico de manos frías. Aunque no era mi chico en realidad, desde ahí empezamos mal.
En teatro antes de dar función todos los actores nos reunimos en un círculo, nos tomamos de las manos y concentramos nuestra energía, nos vemos a los ojos y decidimos confiar plenamente en el otro, en el equipo. Ahí sentí sus manos por primera vez. Dedos delgados y pálidos, el huesito de la muñeca sobresalía y eso me volvía loca. Si fuera la típica chica romántica diría que encajábamos a la perfección, pero no lo soy y no se me permite decir esas tonterías.
Cuando hablaba con él, me entraban unas ganas locas de comerme al mundo, combinadas con el sentimiento de ser una pequeña mierda humana. Él hacia tantas cosas, era tantas cosas.
Sé que dentro de unos meses no me quedara más interés por él. Lo sé, porque siempre es así. Me gusta alguien, me vuelvo loca y después comienzo a ver sus fallos… pero aún después de eso me quedare con lo que me enseño, con lo que me inspiro y con la tranquilidad que me brindaban, momentáneamente, sus manos frías.
-Chaos.
OPINIONES Y COMENTARIOS