Anoche tuve una cita con una persona maravillosa. Al principio fue un poco incomodo sentirnos solas porque normalmente siempre hay alguien más.

Lo primero que hice fue preguntarle cómo estaba. Después de escucharle atentamente y sin perder el hilo ni una sola vez le respondí lo siguiente: perdónate. Perdónate porque a veces te castigas por cosas que no están en tus manos. Otras, por cosas que ni siquiera merecen una disculpa.

También le expliqué la libertad que tiene para hacer lo que le dé la gana, sabiendo siempre que el límite está donde empieza la libertad de otros. Nadie tendrá en cuenta si no te apetece hablar con él en un rato, o si te quedas en casa sin apuntarte a ese plan. Nadie tendrá en cuenta si eliges la opción que más feliz te hace aunque para los demás sea la otra. O al menos si te quieren de verdad.

Casi en el final de la noche le recordé lo más importante: Relájate un poco, date tiempo, disfruta, sonríe un poquito más, cuida más de ti, aprende a decir no y, sobre todo, nunca te pierdas.

Cuando nos despedimos me di cuenta de que me sentía tan bien que nos prometimos tener estas citas más a menudo.

Anoche tuve una cita con una persona maravillosa.

Anoche tuve una cita conmigo misma.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS