Difuminar, descomponer y desvanecer. – Mi cabeza lo repetía como si no hubiese un mañana. Con un miedo palpable a no memorizarlo.
Tus sentimientos, mis realidades y nuestros complicados juicios.
¿En qué me haz convertido? – Me decía a mi mismo entre lagrimas, haciéndome culpable de haber permitido que tu oscuridad conquistara a mi existencia.
Ahora que nada está roto, que la luz deambula por mis venas y los pasadizos herrumbrosos se han llenado de sol, te regalo estas palabras; esperando que en algún momento de la vida, la armonía también te alcance, y tus sombras se evaporen.
Para que puedas reanudar tu camino.
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