El Gran Acuerdo y una China Recauchada

El Gran Acuerdo y una China Recauchada

Maria Mas Herrera

23/03/2020

Aquí no se sabe quién narra la historia

No se sabe de dónde, pero Ramón Vudú Lautaro de los Ángeles Guasare Herrera y Herrera… ¡Dios! ¿Cuántos nombres y apellidos tiene este muchacho, ustedes se preguntarán?… Eso de los muchos nombres y sobrenombres son costumbres añejas de mantuanos, para enunciar a sus vástagos y acordonarlos en la historia, como personalidades importantes, más que para la inscripción del colegio o el papelito de identidad. Lo cierto es que nuestro hombre, ergo Vudú… hay gente que no agarra rápido, ha hecho varios mercados familiares…, grandes…, GRANDES…, MUY GRANDES…, de más de veinte bolsas. También, compró para la familia: tres sostenes de marca, importados, blancos, con encajitos serios…, que costaron muchos dólares para su querida Nana Kymbisa, que los recibió con una gran sonrisita, los miró de soslayo y se metió la bolsa de sostenes en el pecho, al tiempo que daba paleta dura a la olla, con mangos dulces y sabrosos, para la jalea dominguera.

Los Guasare son adictos a muchas cosas, entre ellas al dulce. También, compró unos tenis rojos para la abuela, una nueva conexión Neflit[i] para Frescolita, treinta bolsas de abono para el huerto de Susana Clorofila…, y así…, entre pitos y flautas, fue repartiendo cariñitos materiales hasta que llegó al llegadero ubicado, justamente, en el puerta del despacho de la Doctora Mariana. Él, colocó el oloroso libro nuevo que le llevo de regalo a su madrina-doctora sobre la mesita que se arrincona en la puerta del despacho de la doctorcita, donde la Nana le deja el café ( y que nadie le toque la puerta cuando la mujer trabaja porque te ruje y te come), y cuando ella como hechicera pegó el grito, al momento de la huida del Vudú retumbó en toda la casona:

− ¿Usted cree que yo soy tonta?…, ¿De dónde saca las dólares para tanta mojigatería en esta casa?…, ¿Entre y confiese por motu propio o me pongo seria y lo zampo preso de un solo porrazo?…−; y el hombre como que confesó porque todavía anda por la casona, besito pa´arriba y besito pa´abajo.

Vudú, de la contentura por quedar en libertad condicional ante su tía Mariana Guasare, invitó a un paseo vespertino y todos salieron como trencito nuevo hacia la mega, ultra, plus camioneta negra de la doctora. Nueva de paquete…, se la mandó no se sabe quién?, de no se sabe dónde?, pero…, ni preguntes porque te tuercen los ojos. En la casona de los Guasare se está en la tierra de ¡No se sabe y no se pregunta!…, pura imitación de la política nacional actual.

Salieron del estacionamiento de la casona, recorrieron la desértica Camilo Torres, llena de bolsas de basura y de paredes desleídas por el sol y por los años sin pintar, cruzaron el borde de la plaza, se adentraron por el frente de la imponente Ceiba Real que custodia la casa de Don Renatto, pasaron por la venta de cerveza, el cementerio, la fábrica de harina de arepas y llegaron, finalmente, a la Encrucijada. Antaño una zona floreciente en turismo y comercio…, hoy sólo quedan rastrojos destartalados de uno que otro grasiento tarantín. Ante la desolación la Nana pidió lo de siempre…, quiso ir al vivero a ver qué nuevo helecho agregaba a la colección? y la abuela, siempre de safrisca y refistolera, solicitó también el viaje al vivero de los portugueses, pero sólo para poder lanzarles piedras a los inmensos mangueros.

− ¡Quiero tumbar mangos…!−, agregó categórica.

Con la bitácora acordada, la trompa de la camioneta negra se asomó hacia el camino deseado, cuando a menos de lo que canta un gallo, unos hombres con capuchas negras, rodearon la camioneta. Mariana con el revolver en la mano, bajó el vidrio diciendo:

−Yo te conozco… tú eres Luciano Carmona Flores, el hijo de la colombiana ladrona…−

¡Hay mamá! Para que fue eso…, el tipejo era malo, ladrón, patético, drogadicto, mal parido y con prontuario delincuencial familiar. Al escuchar el nombre de la colombiana La Nana Kymbisa se le encendió la rabia, sacó un frasco con sangre de reptiles africanos y se los roció en la cara a toda la patota de criminales que acompañaban al hijo mal parido. ¡Sin más¡, un comando militar se abrió paso entre la maleza y atrapó al piquete de asaltantes, mandando el caso de tumbar mangos al mismito infierno, a donde está guardado el puesto para ladrones, traidores, marginales, traficantes y asesinos…, que dicho sea de paso, tiene bien reservado la marginal y horrorosa Olga Flores Aricapa y todos sus acompañantes, según reza la letanía diaria de la Nana Kymbisa.

Entonces, nos regresamos a la casona y mientras Frescolita, nuevamente, insiste que la dejen en la plaza porque y qué?…, no se sabe, por sexto día consecutivo va a misa. Por otro lado, Ramón Vudú, urgentemente, arguye que tiene que llegar a la casona pues tiene…, no se sabe tampoco, qué cosa urgente que hacer…, y todo ello, dicho medio en inglés, medio en papiamento y medio en turmereño…, cosa que hace este hombre cundo se pone nervioso. Tú me dirás lo que dijo?. Se prenden todas las alertas. Mariana, la abuela y Kymbisa se miraron y sin decir palabra, llegaron al ¡GRAN ACUERDO!.

La camioneta dio la vuelta alrededor de la plaza, antaño fiestera, y la abuela con Kymbisa, descendieron cautas, guardándose sigilosamente en el balcón superior de la iglesia, reservada sólo para “Los Importantes, Los mantuanos del Pueblo” desde donde divisaban a la niña Frescolita y a toda la concurrencia. La misa transcurrió con su connatural parsimonia y Frescolita entonaba sus Odas Divinas con total normalidad.

Mientras tanto, Doña Mariana guardó la camioneta en la Casona y se encontró al sobrino compartiendo un quesillo de coco, con una nueva acompañante. −Madrina es Kuan Yin, una amiga de la embajada China…−, dijo Vudú señalando a la oriental bella, muy joven, de mirada fina ¡Dios! comienza la carrera del Corona Virus por la casona y por toda Venezuela. En ese momento desesperado llegó la banda iglesiastica y cuando la abuela vio a la mujer sentada en su cocina, salió al solar, sin alboroto. Y mientras seguían las presentaciones a la vera de los fogones, la abuela regresó con su equipo de combate; el jardinero y el chofer, dando la orden:

− Métela en el saco y guárdala en la jaula de los perros. En esta casa todos están en cuarentena. Nadie sale y nadie entra…, aquí se acabó el bonchinchito y la vaina. Esto es seguridad nacional de casa de familia seria. Aquí no se mueve nadie−. Dios Santo, toque de queda en la casona de los Guasare. Vudú intentó negociar, llegar acuerdos, pero que va…, el poder no escucha argumentos vanos de amor y esas pendejadas de sexo, xenofobia, negocios y demás enseres y enjambres. Se trata de la supervivencia y la única forma de luchar contra el corona virus es evitar el contagio pues, si ya estas contaminado eres hombre o mujer muerto.

−Si esa China está aquí y no está limpia nos morimos todos pero no el pueblo−; argumentó la Abuela con la mano en el pecho, en pose napoleónica. −El que me desobedezca lo encierro. He dicho… NO SE HABLA MÁS−.

En la jaula: −Vudú, mijo, quien es esa muchachita?− Pregunta Kymbisa.

Vudú: −Una putica del Burdel Nana? Ella no es china, no es de China, vive en una ranchería de San Joaquín de Turmero… Yo conozco a toda su familia y todos son negritos y morenos. Ella debe ser un cacho con el de la Bodega−.

La Nana torció los ojo diciendo: −Puede ser−. Luego, continúo gritando:

−Doña Catalina tengo que hacer la cena…−, Sin respuesta. Vuelve la Nana a decir: −y tengo que hacer polvorosas, ron ponche y una torta de jojoto−. Se escucha a lo lejos a la abuela:

−Suéltame los presos… pero que no salgan de la cocina. Este Corona virus no me privará de los placeres de la vida−: pensó la abuela para sus adentros. Pero todos se siguen preguntando de dónde salen los reales de Ramón Vudú de los Ángeles… ¡Ay papá. De dónde será?!…


[i] Compañía de TV por cable.

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