Ahora,

los días no duelen.
Los miércoles son sábados.
El tren llega a su hora.

Esas nubes son sombra
para un presente pálido.
El reloj es más árido
y el hastío está desierto.

Ahora,
nadie queda segundo.
El mundo se vuelve un ácaro.
El frío nos abandona.

Las hojas de ese Otoño
es la alfombra de este bosque.
Hoy, la Luna no se esconde
y el hombre se abraza al lobo.

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