EN SILENCIO

-El silencio atormenta las quietudes,

las famélicas tardes de desazón, ya

no se espera el mañana.

el calvario es este, cada uno enredado

en sus miedos.

el manto de seda negra que cae sobre

todas las almas, serán nada mañana a

quienes cubierto queden,

la abstención del mundo que espera lo peor,

el abismo incierto, la suplica sin ecos,

los muertos sin sacramento y oleo, sin

velatorio, sin ser llorados, sin besar la

frente yerta.

adonde cabe tanto dolor al mismo tiempo,

en que lugar, paraíso o infierno, vuelan los

espíritus sacrificados, en cual tribunal de

justos e injustos serás enjuiciado, como si

la muerte, muerte por si sola, no fuera

suficiente castigo, para morir con más temor,

como si la vida, vida por si sola, no fuera un

yugo suficientemente pesado, arando los

años, mal por mal, o bien por bien, para que

de vivir con temor no sea suficiente: ¿de que

nos quieres castigar si tu nos hiciste malditos?

¿nos quieres arrepentidos y nos salvamos?

sálvate tu primero, que ya eres un Dios caído,

quien no atiende tanta oración de piedad, no

merece el sacrificio de tanta miserable vida,

para morirse indignamente y para siempre,

porque la vida eterna que ofreces, ya no es

de ti ofrecer, perdiste tu báculo, perdiste la

razón.

Andrés de Lua

PANDEMIA

La muerte anda de paseo por la tierra,

visitando a sus amigos y enemigos,

blancos, negros, amarillos, verdes

¿verdes? Bueno, debe haberlos.

La muerte golpea la puerta con

su hálito infernal, hoy, el hoy de ayer,

el mañana de hoy, tiene tiempo y

se quedará.

La muerte, esa que era de verdad,

la que mata a domicilio, la que hace

orar a los incrédulos, arrepentirse

a los más orgullosos, a esconderse

a valientes, ¡es una loca esta muerte!

Anda riéndose a carcajadas por las

calles solas, las iglesias solas, los

santuarios del dinero solas, se ríe de

de los reyes y los pajes, está de fiesta,

al fin el hombre subyugado, ese que

manda a matar, tiene miedo, morirá.

Ese que obedece la orden, morirá,

ese que se enriquece matando morirá,

porque si alguien es más celoso de su

trabajo, es la muerte, no se metan con

ella, ¡es una loca la muerte ¡se le ocurre

cada cosa, mire que venir personalmente

a soplarnos en el rostro toda la semilla

de maldad que hemos desparramado

en tierras fértiles.

La muerte vino de visita y trae sorpresas,

se da el gusto de matarnos cuando y como

quiera, ¡que loca que es la muerte ¡

Se disfraza de niño sirio muerto, de cuerpos

de niñas y madres sirias desmembradas por

las colinas, a veces viene como niños muertos

por el hambre de la pobreza, o de la maldita

sequía que ni cardos hace florecer, viene

disfrazada de palestinos ingenuos, de somalíes

aterrados, de niños que todos vieron y nada

hicieron, esos pedazos de historia quemada

antes de ser leídas, esos héroes, esos salvadores

que nunca llegaron a ser, es que no entiende

el hombre, que no le es de los hombres

el derecho de matar vidas, porque no es de Dioses

el poder de salvar vidas.

Pero si es de la muerte la ironía de dar muerte,

¡que loca es esta muerte ¡qué manera de reírme,

ahora son estos animalitos los que se esconden

con terror, los que mastican el miedo, los que

coronan el dolor.

Migajas de humanos, cuando la muerte les visita

sin ser invitada, como cuando matan sin piedad

por solo matar, si le vieran el rostro cuando los

pasos de la nada viene al trote, es la cara de todos

esos que mataron, con fusiles en mano o con

silencio en sus voces.

Pandemia, ¡Hay muerte, que loca que eres ¡

Andrés de Lua

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