No te marches,
no tan pronto.
Deja que mi voz te manche.
No hagas el sueño tan corto,
que los días
han de pararse.
Se va,
y al cerrar la puerta,
se cuela el frío en un resquicio.
Susurra la escarcha, y tiemblan
hasta las flores del
friso.
El tiempo se ha vuelto denso,
ya no da pasos en falso.
Comienza el fin del comienzo
del libro del trasnochado.
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