De pronto todo se vuelve tan simple que asombra. Las opiniones de los demás, son realmente de los demás y no nos inmutan. Abandonamos las certezas porque ya no estamos seguros de nada, y no nos hace falta. Vivimos el día a día. Dejamos de Juzgar, porque ya no hay “correcto o errado”, respetamos la libertad de cada uno para emitir sus juicios más allá de nuestras discrepancias. Finalmente entendemos que todo lo que nos importa es tener paz y tranquilidad en nuestro mundo y el de nuestros afectos; es vivir sin miedos y dejar fluir el universo, que él se encargue del resto. Cuando llegamos a descubrir todo eso nos llega la verdadera felicidad de aceptarnos como somos, de respetar al otro más allá de sus ideas…
OPINIONES Y COMENTARIOS