Testimonios de Personas Pensionadas en Chile:
Una realidad sin solución
Por Roberto Canales Abello
Ser viejo en Chile o tercera edad es sinónimo de pobreza extrema, lamentablemente es una realidad de muchos de nuestros adultos mayores y vivir el día a día para ellos es una constante incertidumbre.
Este artículo, recopila testimonios de un gran porcentaje de personas pensionadas y tiene como propósito conocer las vivencias y percepciones de personas jubiladas por un nefasto sistema de pensiones privado en Chile.
Chile está envejeciendo de forma acelerada, en los últimos 30 años nuestra población adulto mayor ha crecido de un 70% y la proyección según el INE es que al 2050 uno de cada tres chilenos será adulto mayor.
Desde hace más de treinta años, los ciudadanos chilenos están obligados a depositar sus ahorros de jubilación en cuentas individuales manejadas por entidades privadas conocidas como Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP)
El modelo de pensiones chileno instalado durante la dictadura de Pinochet obliga a los jubilados a buscar un trabajo para complementar las bajas pensiones que reciben cada mes….
El actual sistema de pensiones del país suramericano es un legado más del macro-proceso de privatización instaurado durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). Fue en 1981, de la mano del ministro de Trabajo de la época, José Piñera (hermano del actual presidente Sebastián Piñera), cuando se implementó un nuevo modelo provisional como parte de un paquete de medidas económicas importadas desde Estados Unidos por los llamados Chicago Boys, un grupo de tecnócratas formados al alero del padre del neoliberalismo, Milton Friedman.
“Muchos adultos mayores deben decidir entre comprar comida o parafina para calentarse o adquirir un remedio para sentirse mejor”
“¿Cómo vivir con $93.543?… suena a reality, pero es la realidad de muchos adultos mayores que reciben la Pensión básica solidaria (PBS) del estado. Un monto que los tiene condenados al hambre y a la miseria.
Muchos adultos mayores deben decidir entre comprar comida o parafina para calentarse o adquirir un remedio para sentirse mejor. Porque no alcanza. Con estas pensiones, el abandono cultural y social, y la ausencia de una política pública para los adultos mayores, Chile se ha convertido en un país cruel e inhumano….
Indigna realidad: “Estoy jubilado, pero tengo que trabajar para poder sobrevivir”
La crisis de las pensiones en Chile obliga a ocuparse cada vez más a los ancianos en empleos no cualificados para tener un ingreso fijo adicional y así poder hacer frente a la pobreza. A continuación el testimonio de dos adultos mayores quienes se han visto forzados a generar recursos adicionales para poder sobrellevar su precaria vejez.
Yani Baeza lleva cuatro años trabajando en aseo. Enfundada en un grueso overol amarillo fluorescente y con un gorro de la empresa, de lunes a viernes barre hojas y basura que se encuentran en un sector del Parque Forestal.
Con 65 años, la señora Yany se levanta a las 6 de la madrugada y sale de Puente Alto, para casi dos horas después llegar a la comuna de Santiago, a una caseta donde sagradamente firma un libro y recoge sus herramientas de trabajo durante invierno y verano.
Una situación similar vive Mario González. A sus 78 años se desempeña como vendedor ambulante en calle 21 de mayo, a una cuadra del municipio capitalino, desafiando todos los días a la autoridad comunal, ya que no cuenta con permiso para ofrecer sus plantillas para zapatos a los que circulan durante todo el día por esas veredas.
La señora Otilia Guillermina Núñez Muñoz, chilena de 73 años de edad, cuenta que se jubiló hace siete años luego de trabajar durante 30 años para el Segundo Juzgado de la Municipalidad de Ñuñoa, donde su último salario antes de la jubilación era de 600,000 pesos chilenos (US$900) y obtuvo una pensión de 152,000 pesos chilenos (US$227), los cuales significan un 25% de su última remuneración.
“Es que es muy macabro el sistema, en el sentido de que si uno tiene sueldo bajo, la verdad que las cotizaciones a los fondos no son altas”, indicó
A los 65 años, justo la edad establecida por la legislación chilena, Mario Villanueva decidió jubilarse. Después de 22 años ejerciendo como trabajador social en un hospital psiquiátrico, decidió apartar su labor como profesional del ámbito de la salud y dejar atrás las jornadas completamente dedicadas al trabajo. Sin embargo, no pudo abandonar definitivamente el mercado laboral porque su pensión no le permite llegar a fin de mes. Para complementar sus ingresos, da clases a la Universidad de Chile, en un diplomado de salud mental y psiquiatría comunitaria que, al menos durante un semestre, le permite vivir económicamente más tranquilo.
Mane Lobos Pavez AC
A pesar del cansancio mental quiero hacer un llamado a las y los jóvenes, que participen en los llamados de movilizaciones, pónganse las pilas, vuestro futuro se ve negro. Mucha culpa tenemos nosotros por heredarles este país tan complicado, desgraciadamente para mis coetáneos nada que hacer.
Mi sueldo por concepto de jubilación esa es la palabra correcta que significaba no trabajar más, gozar del tiempo libre y emplearlo en lo que se nos antojara, viajar, compartir con la familia o con los amigos con un sueldo de por vida que te permitiera vivir holgado/a y sustentar todos tus gastos .Ahora el jubilado/a debemos trabajar hasta el día que la parca se apersone y nos extienda su mano.
EJEMPLO: Mi sueldo de Jubilada es de $121.000 serían $11.000 más sin embargo me descuentan el 7% de salud más 1500 de comisión por concepto de manejo de fondos que cobra Hábitat .Sólo por concepto de gastos básicos y fijos pago $70.000 telecomunicaciones más celular el resto es para el almacén y con que me movilizo, luz, gas agua, imprevistos, ropa, calzado?
Para cubrir todo y no trabajar mínimo tendría que obtener $450 000 obvio sin viajes jarana u otros. Cuantos hijas o hijas tendrán que ayudar a sus padres o madres que no tienen trabajo por la edad? Lo que es demasiado injusto por todo lo que deben construir.
A pesar de mi grave enfermedad a mis huesitos sigo y seguiré trabajando para complementar la precaria y ordinaria jubilación renta programada que recibo..¡¡¡ Imaginen cuando se acabe el dinero!! ¿¿Cuánto es la Pensión Estatal y cuánto valdrá el costo de la vida?? Por último hacer notar que este es el país más caro de Latinoamérica.
Exequiel Contreras continuará ejerciendo como jornalero de la construcción. “¡Qué tal! El mejor trabajador de Chile tiene 78 años”, tituló el artículo, haciendo hincapié además en que el hombre había recibido el premio al mejor trabajador del año entregado por la Mutual de Seguridad.
¿Por qué una persona de esa edad, que -como dice la nota- “empezó su vida laboral cuando niño para ayudar a su hogar”, que debiera estar descansando hace 13 años, continúa trabajando?
Camuflada, lejos de aparecer como uno de los destacados del texto, estaba la genuina respuesta de Ezequiel: “Una de las cosas de por qué trabajo es por darle apoyo a mis nietos y vivir un poco mejor. Yo tengo una pensión de 190.000 pesos y con lo caras que están las cosas, la plata no alcanza”.
Fue en 1981 que la dictadura estrenó en nuestro país el sistema privado de pensiones chileno, las AFP, creado por José Piñera. “Primero nos mintieron, nos dijeron que se iba a terminar el INP, el antiguo sistema de pensiones, y nos asustamos; y ya teníamos susto de la dictadura”, recuerda la profesora Mariela Calderón Sandoval. “No teníamos mucha conciencia del nuevo sistema cuando nos trasladaron. Nunca las estudiamos, en verdad, estábamos preocupados de otras cosas, de conservar la vida”, apunta.
La docente trabajaba entonces en el Liceo Diego de Almeyda de El Salvador, en la provincia de Chañaral, Región de Atacama. “Teníamos un sueldo mucho mejor que los profesores de acá (Santiago), por tener ‘zona’, eso lo aumentaba bastante”, indica. Por problemas personales debió emigrar a la capital en 1992 y ejerció como profesora hasta 2008, terminando sus años de servicio en el Liceo Manuel Barros Borgoño. Fue entonces que jubiló.
“Yo llevaba la cuenta de las cotizaciones que iba haciendo y pensaba que iba a tener una buena jubilación”, recuerda Calderón, quien cuenta que un año antes de dejar de trabajar se desencadenó la crisis de 2007. “Yo perdí como 10 millones de pesos”, se lamenta. Cuando se enteró de lo que realmente recibiría como pensión, se llevó una doble sorpresa. La primera: La cifra alcanzaba apenas los 400 mil pesos, cuando ella calculaba que superaría los 800 mil. La segunda: Aun así, esta era mucho mejor que la de sus compañeros de Santiago.
“Me empiezo a fijar en los otros colegas y tenían una jubilación que era terrible. ¡Me dio tanta pena! Y ahí empezó la idea de asociarnos y juntarnos. En ese tiempo nadie hablaba de las AFP, nadie sabía. Comenzamos a hablar entre colegas, en el Colegio de Profesores -en donde yo empecé a trabajar como dirigente- y nos vamos dando cuenta de la tremenda estafa”, rememora.
Ese fue el empujón para que en 2011 decidieron que algo había que hacer, dando vida un año después a la Asociación Gremial Nacional de Pensionados y Pensionadas del Sistema Privado de Pensiones de Chile (ANACPEN A.G). Mariela es su presidenta.
Una suerte de ‘militancia’ que la profesora lleva consigo cargada de una simbólica solidaridad, pues representa justamente la oposición a lo que promueve el sistema de capitalización individual impuesto por la dictadura a través de las AFP. “Mi pensión me da para vivir, no como vivía antes cuando trabajaba en El Salvador, por ejemplo, pero me da para tener una vida bien tranquila. Pero no así para mis colegas que en este momento se están jubilando, sacando a lo más 230 mil pesos, con 40 o 45 años de servicio”, reflexiona.
ANACPEN se inició con alrededor de 50 personas. En un tiempo duplican esa cantidad. Salieron a la calle, enviaron cartas a la presidenta Bachelet durante su primer mandato, a los parlamentarios, se unieron con otras organizaciones, como ‘No Más AFP’, hasta que lograron que se creara en el Congreso una comisión, en donde por un período de un año expusieron la problemática y presentaron sus propuestas, las que fueron incluidas en un documento entregado a la mandataria. “Lo que más hicimos fue concientizar a la gente”, dice.
Como organización sostienen que se debe terminar con el sistema de AFP. “No es posible que el Estado no se haga cargo de los adultos mayores, de las personas de edad, no puede estar ajeno a este problema”, cuestiona Calderón, agregando que “con las comisiones que cobran estas empresas, con las inversiones que hacen -donde generalmente los cotizantes estamos perdiendo- ellos están ganando por montón”. Frente a este escenario, la dirigente es categórica: “Tiene que haber, obligadamente, como es en casi todo el mundo, un sistema de reparto solidario, porque o si no, no se puede tener una pensión digna.
Hicimos el ejercicio de calcular un promedio de los gastos básicos de alimentación, higiene, salud, servicios, transportes y calefacción en los que debe incurrir una persona en un mes para satisfacer sólo sus propios requerimientos. Una canasta básica individual para 30 días, comprada en un supermercado del centro de Santiago, que contenga legumbres, pastas, salsa de tomates, huevos, aceite, arroz, pollo, carne de vacuno, agua, pan, queso, mermelada, té, café, azúcar, leche, sal y útiles de aseo y de limpieza se traduce en alrededor de $43.000.
En cuanto a lo destinado mensualmente a las compras de frutas y verduras tradicionales en una feria libre, el monto aproximado es de $25.000. En tanto, en el pago de servicios (luz, agua, gas de cañería y gas en cilindro) una persona debe asignar alrededor de $20.000. En transportes, considerando tres salidas a la semana, se van unos $11.500 al mes. Y si se cuentan dos consultas al médico durante ese período, otros $15.000.
Es decir, sin considerar, por ejemplo, una compra de ropa o zapatos, de algún electrodoméstico, de medicamentos, la asistencia a algún evento cultural, una comida en un restaurante, la adquisición de un libro, un viaje fuera de Santiago, la alimentación de una mascota y -probablemente lo más desequilibrante en términos financieros- un arriendo de una casa, un departamento o una pieza, una persona gasta al mes aproximadamente $115.000 en cubrir sus necesidades básicas. De acuerdo a este cálculo y según los datos de la Fundación Sol, ese pensionado tendría muy pocas posibilidades de hacerse cargo de estos últimos gastos u otros, así como de alguna emergencia económica.
La señora Blanca Flores tiene 63 años. Jubiló hace dos. Trabajó toda su vida en hogares de ancianos y clínicas, la Santa María entre ellas, en atención de pacientes. “Lo que hoy se conoce como técnico paramédico”, apunta. “Me jubilé, pero resulta que ahora tengo que sacarme la mugre igual, tengo que trabajar más duro que antes”, señala. Recibe una pensión de invalidez de 74 mil pesos.
“He hecho de todo. Salir a hacer planchado, lavar, hacer aseo, almuerzos, he dado pensión, lo que sea”, cuenta. Finalmente decidió instalarse con un carro de sopaipillas en la Avenida Portugal, cuando se dio cuenta que su pensión no le alcanzaba para pagar la universidad de su hija de entonces 21 años. “Pasamos 20 días a pancito y tecito. No podíamos hacer comida, un almuerzo, como corresponde”, dice Blanca.
Vive en una pieza en el centro de Santiago. “Las pensiones en Chile son vergonzosas, porque uno trabaja, se saca la mugre, y ya sea dependiente o particular una misma se va pagando sus imposiciones para que después le paguen una mugre. Imagínese, ¡¿quién vive con 74 mil pesos?!… si hay que pagar luz, agua, gas, arriendo, en eso a lo mejor se va todo”, plantea la mujer.
¿Opción de retirarse a descansar? “Voy a trabajar hasta cuando el Señor me dé la vitalidad”, dice Blanca.
Cerca de ella trabaja Raúl Raposo. Tras tener que abandonar sus estudios de Administración Pública en la Universidad de Antofagasta en medio de la dictadura, el año ´81 ingresó como administrativo contable al Banco de Santiago (hoy Banco Santander). Allí estuvo por alrededor de nueve años. Asegura que tenía un muy buen sueldo para ese tiempo y que pudo estudiar y capacitarse permanentemente gracias a ese empleo. Eso hasta que fue despedido en el contexto de la intervención que hizo el Régimen para ayudar a la empresa, tras la crisis económica de 1982.
Trabajó en distintos lugares, llevando la contabilidad de casas comerciales y restaurantes, hasta que en el año 2000 encontró un empleo como conserje en un edificio de Avenida Portugal, casi al llegar a Santa Isabel. Tiene 59 años. Le quedan sólo 6 para dejar de trabajar. Eso, en teoría.
“Estoy obligado a seguir trabajando”, advierte don Raúl. Hoy gana alrededor de $600.000. “Con las cartolas que me llegan, me dicen que si yo llego a los 65 años imponiendo todos los meses, sin lagunas, tendría una pensión más o menos de $350.000. Yo no puedo vivir con eso, eso no alcanza para nada”, critica el conserje y explica: “En las cuentas se nos van casi 100 mil pesos, y quedaría con 200 mil para comer, vestirme. La gente está obligada a seguir trabajando después de la edad de tope de jubilación. Yo voy a jubilar a los 65, esa decisión ya está tomada, y voy a tener un trabajo paralelo”.
El conserje es consciente de que su situación es “mejor” que la de muchos chilenos. No debe pagar arriendo, pues heredó una casa de su padre, sus dos hijos ya son profesionales y su pensión al menos sobrepasa los 300 mil pesos. Otros, apunta, “ni siquiera los 150 mil reciben, porque hay un porcentaje que recibe menos de 100 mil. Los viejitos que usted ve en los bancos a fin de mes, con 70, 80 mil pesos… ¡Es miserable! Entonces, como que esto da impotencia”, dice.
“Uno debiera poder tener sus ahorros, sacarlos al jubilar. Porque empiezan las enfermedades, entonces la miserable plata que va a recibir uno la va a gastar en remedios, como lo hacen los viejitos ahora”, apunta don Raúl, poniendo como la realidad opuesta el caso peruano. Desde este año, quienes se pensionen en ese país a los 65 años pueden retirar el 95,5% de sus ahorros. “En vez de que los capitales se vayan al extranjero, ellos prefieren dárselos a sus conciudadanos. Son inteligentes”, dice, y añade: “Eso se debiera hacer en Chile. Acá hay una sinvergüenzura total, es un robo lo que están haciendo, se quieren enriquecer los empresarios y que los demás se mueran de hambre. Ese es el lema”.
La realidad expuesta por estos jubilados da cuenta de que las AFP han convertido a Chile en una suerte de cementerio de elefantes. Una de las tesis que intentan explicar estos lugares encontrados a lo largo de la historia dice que al llegar a una avanzada edad, estos animales se ven imposibilitados de levantar su trompa para tomar agua, por lo que deben comenzar a adentrarse cada vez más en los lagos para conseguirlo. Los años, su peso, la pérdida de fuerza, no les permitirían en algún momento volver a salir de allí, por lo que terminan inevitablemente muriendo en ese lugar.
Nuestros elefantes son chilenos y chilenas imposibilitados de retirarse a descansar a un lugar mejor, obligados a continuar sumergiéndose día a día en el trabajo para seguir viviendo, asaltados por extraños cazadores que se han apropiado de sus ahorros de toda una vida como si se tratara de valiosas piezas de marfil.
“¿Quién trabaja feliz? ni lo jóvenes de hoy, menos vamos a trabajar contentos los viejos. Si a uno le dicen, ahí tienes una cantidad mensual suficiente de dinero como jubilación, uno no funciona más, menos si uno ya tiene sus años y enfermedades, entonces quien va a trabajar feliz así. Acá hay viejos que andan a la arrastra, porque lo que reciben no alcanza, 130 mil pesos, quien vive con eso en este país. Yo estoy jubilada por AFP, pero creo que ese sistema es un invento para que solo los dueños se hagan ricos. ¿Dónde está la ganancia para uno? No existe, los adultos mayores pobres no están incluidos ahí”, afirmó la mujer que se desempeña en aseo.
“Si nosotros tuviéramos una buena jubilación para poder vivir, no estaríamos haciendo esto, pero como no es así, estamos obligados a hacer cualquier cosa. Además, que en mi caso tengo a los Carabineros encima, nos corren de acá, quita la mercadería, pero igual seguimos dándole, porque las pensiones son miserables y no alcanza para pasar el mes”, argumentó Mario González.
Yani manifiesta cansancio, muestra sus manos callosas y con una enfermedad a los huesos de la mano, según indicó, producto de su duro trabajo. Mientras Mario, comerciante ambulante ilegal del centro de Santiago, trata de esconder sin éxito bajo su chaleco, a la altura de su abdomen, una gigante hernia, que –según lamentó- no ha podido tratarse en el sistema de salud.
“Una vida miserable tiene uno y ahí se va deteriorando, mal alimentado, pasando frío, son muy crueles con la tercera edad. Cuando me muera, ahí voy a descansar, antes imposible, porque uno tiene que gastar en alimentación, remedios, arriendo, agua, luz, entonces cuál es la regla de los pobres viejos, morirse no más pues”, aseveró la señora.
“Si me dieran dinero suficiente estaría descansando, pero estoy obligado a trabajar porque lo que da la AFP es nada, además por todo el esfuerzo que hace uno se va a morir más temprano. El problema es que deberíamos habernos quedado solamente en el seguro y no cambiarnos. Yo estoy bien con esto que hago, al menos como y pagó una pieza que vale 75 mil, pero yo cobro 105 mil pesos, entonces no vivo solo con eso, por eso estoy acá en la calle vendiendo plantillas”, afirmó Mario.
Marta Poblete vive en Chiguayante junto a su marido José Luis Soto, con quien lleva más de 40 años casada. Ella, madre de tres hijos, recibe cerca de $300 mil mensuales, dinero que obtiene bajo el sistema del INP y que destina para pagar asuntos domésticos.
Según relató, en lo que más gastan en casa es en alimentos y en los gastos básicos, como luz y agua. Sin embargo, si bien reconoce que recibe más que algunas de sus excompañeras que se pensionaron bajo la AFP, asegura que solo alcanza para subsistir. “El problema es que uno vive demasiado apretado. O sea, uno no puede darse gustos. Lo que se recibe es solo para vivir el día a día”, explicó.
Por su parte, su esposo José Luis, de 73 años, indicó que al mes le dan cerca de $260 mil en la AFP, monto que destina en gran parte, al igual que su pareja, a los gastos del hogar. “El agua $22 mil, la luz $23 mil, para nosotros eso es caro, pero ¿qué nos queda? hay que aceptarlo no más”, expresó.
José Luis cree que “con lo que recibe una persona jubilada no puede vivir bien, solo alcanza para mantenerse. Porque uno no tiene grandes gastos pero cuando hay que pagar en remedio, que nos sale caro, no rinde la plata”, confesó. En esta línea, el pensionado afirmó que antes debía pagar mensualmente cerca de $70 mil en remedios para tratar su hipertensión y diabetes. Para su suerte, ahora es atendido bajo el servicio público de salud, por lo que no debe gastar ni en consultas o medicamentos.
“La otra vez mi señora se enfermó y un solo escáner salía como $120 mil que hay que pagar al tiro”, confesó José Luis, quien a la fecha continúa trabajando para costear este tipo de situaciones.
“Cuando estamos los dos está bien. Pero si estuviera uno solo ya no nos alcanzaría para vivir. En este caso, como los dos trabajamos cada uno tiene su jubilación. Con esto vivimos un poco más cómodos”, aseguró Soto.
Respecto a cómo llevan las finanzas del hogar, Marta y José Luis coinciden en que hay que ser “muy ordenados” para que alcance el dinero. “No es ser ‘apretado’, pero lo que pasa es que si yo dijera voy a salir con mis amigos simplemente no alcanzaría para la casa”, contó el hombre que trabajó durante más de 40 años en el sistema de educación pública del país.
Por su parte, Marta, de 72 años, indicó que optaron por no tener tarjetas de crédito para evitar deudas en casas comerciales.
No es justo
“Considero que cada pensionado recibe una jubilación injusta. Que no está de acuerdo a lo que uno gasta. Porque yo digo, gracias a Dios nosotros somos sanos, pero hay personas que deben pagar remedios y tantas cosas que de dónde van a sacar el dinero”, lamentó Marta, quien agregó: “Las pensiones son indignas para una persona que ha trabajo toda la vida”.
Ambos coinciden en que el gobierno realmente no se preocupa de la tercera edad, siendo personas que dieron todo para surgir y hacer crecer a la comunidad.
Vida en el mercado
Con 86 años, Lidia Andrade saca $101 mil mensuales tras trabajar toda su vida en el antiguo Mercado de Talcahuano, lugar donde comenzó ayudando a su madre para luego, con los años, heredar el local.
Según Lidia, las pensiones que entrega el gobierno son “malitas” y que “no alcanzan para una persona”. “Le puedo decir que esta plata que recibo compro el gas, pago algunos problemas y pregúntame si me queda algún centavo”, confesó la mujer que hace solo un año dejó de trabajar.
A su vez, Lidia sinceró que lo que recibe “no alcanza para una persona, menos para dos”. “Médicos, recetas y una quiere vivir más años de los que ya tiene”, comentó.
A modo de anécdota, Andrade aseguró que desde hace siete meses que su reloj no funciona por no tener dinero para comprar una pila nueva. “Hay que gastar $3 mil que me sirven”, aseguró.
Sobre sus amigas y conocidas, Lidia manifestó que “hay algunas que no le alcanzan ni para 10 días la jubilación, porque están endeudadas en almacenes, cositas que se compran, no alcanza”.
Si bien Lidia debe pagar arriendo con su jubilación, aseguró que es “poco”. “No me quejo”, sentenció la mujer del histórico mercado.
Educación y ahorro
La profesora retirada, Olga Paredes, reveló que “hasta el año pasado, en diciembre, estaba sacando $180 y tantos mil, después de 50 años de trabajo”. “Ahora subió, pero tuve la suerte de tener otro trabajo que va compensando y ayudando en este problema, no así todas las colegas”, detalló.
La educadora que se pensionó a través del sistema de AFP se describe como una persona que siempre se preocupó de administrar bien su dinero. “Siempre pensé en el futuro, por ese motivo, gracias a Dios, no tengo grandes problemas económicos, soy modesta en mi casa, no soy ambiciosa en eso”, confesó.
Según relató, con la ayuda de su esposo que trabajó en Asmar logran llevar bien el hogar. “Una cosa que deberían hacer siempre los colegas, antes de jubilar, es hacer desaparecer todas las tarjetas de crédito y aprender durante un año a sobrevivir con la renta que una iba a tener. Eso a mí me ha ayudado”, sugirió Olga.
Para evitar mayores gastos, la profesora propone en casa el ponen topes en ítem en los que mes a mes se va a invertir. “En mi vida siempre he sido ahorrativa (…) Mi hijo una vez me dijo, el que gasta dos veces en algo es el que se va a la quiebra. Porque a veces dos veces lo mismo es innecesario. La parte material no va conmigo. Ahorro para viajar”, develó la profesional.
Un punto importante para su actual estabilidad económica, fue el adquirir la propiedad donde reside en San Pedro de la Paz, la cual compraron con una indemnización que recibió durante su carrera. “Siempre pensando en poder vivir tranquila y eso significa ahorros y sacrificios”, expresó.
Finalmente aseguró que aún tiene contacto con colegas que temen jubilar por el miedo a tener que vivir con $130 mil al mes. “Es difícil, muy difícil, sobre todo cuando tienen que pagar arriendo, la educación de sus hijos y a veces de los nietos, entonces es muy difícil”, sentenció.
El ex integrante de la Comisión Asesora Presidencial sobre el Sistema de Pensiones, Andras Uthoff, ratificó que una de las causas del constante aumento de los adultos mayores laborando, se debe a las bajas pensiones que en promedio alcanzan los 200 mil pesos.
El experto descartó de plano que la gente de avanzada edad se muestre contenta trabajando, como lo quiere manifestar el Gobierno y la Asociación de AFP.
“Como las pensiones son malas y la única forma que este sistema tiene para mejorarlas es prolongar la vida laboral, van a tratar de demostrar por todos lados que la gente va estar feliz de seguir empleado más tiempo, y llegan a hacer la publicidad que sea necesaria. Esta es una etapa que todos quisieran disfrutar de su retiro, pero claramente en Chile no se da, ni se dará a futuro producto del sistema que tenemos”, subrayó.
Los datos de la Encuesta Casen 2017 demuestran que la pobreza se triplicó en los últimos tres años y llegó a un 24 por ciento del total de la población. En las personas de 60 años y más, el resultado de inopia monetaria se sextuplica, y llega al 28,9 por ciento.
Para el investigador de la Fundación Sol, Recaredo Gálvez, quienes se retiran por vejez experimentan una precariedad, debido al diseño privado y especulativo con que la sociedad retribuye a quienes se jubilan, multiplicando el daño.
“Si uno mira todos los tipos de pensiones pagadas por las AFPs y aseguradoras, no superan los 150 mil pesos, personas que cotizaron por 30 o 35 años, ni siquiera alcanzan el sueldo mínimo. En el caso de las mujeres es peor. Entonces el Gobierno tratará de retrasar la edad de jubilación para poder hacer más fácil un proyecto de ley donde finalmente se homologuen la edad de retiro tanto de hombres como de mujeres”, dijo.
El presidente de la Central Unitaria de Jubilados, Pensionados y Montepiadas de Chile (CUPEMCHI), José Troncoso, indicó que, al no avanzar en un mayor monto de los retiros, el Gobierno debe impulsar mejores políticas públicas para este sector de la población; Rebaja o gratuidad en el Metro y buses de Transantiago, corregir el actual sistema de salud y regular el abultado precio de los fármacos, son unas de las principales medidas que a su juicio, debe apuntar el Ejecutivo.
“Exigirles a los adultos mayores que sigan trabajando es una doble explotación, ya que además se les paga un salario muy por debajo de la que recibe la gente más joven, por eso es un aprovechamiento mayor. Nosotros decimos no a laborar después de haber jubilado. No se debe abusar de él porque tiene necesidad. Además, el Gobierno está realizando una campaña para demostrar que ahora los adultos mayores sí quieren trabajar, pero esa es una propaganda falsa, como todas las que han hecho. No existe justicia para la tercera edad, solo piensan en estrujarlo hasta que se muera”, afirmó.
En conclusión:
Estos testimonios de gente de la tercera edad o pensionados son un fiel reflejo que el nefasto sistema de pensiones en Chile no funciona y la poca importancia que le ha dado el gobierno de turno y todos los gobiernos por cambiar el sistema.
En Chile se no se debiera de sacar cálculos si la persona vive menos o más años, si en vez de sacar cálculos favorables para algunos, no sería más práctico buscar un mecanismo de reparto más equitativo para toda nuestra gente, por poner un ejemplo y a modo personal, no sería más obvio enfocarnos en nuestras riquezas del país y explotarlas sin manos sucias ni la intervención de extranjeros, y de esa forma dar más empleo a nuestra gente, explotemos (Litio, Cobre, Energía), sacar un porcentaje para la jubilación y por parejo para toda la gente que trabaja en este país. Sin olvidarnos de una política pública para nuestros pensionados, de esa manera eliminar de raíz la extrema pobreza en la que viven muchos de nuestros ancianos de la llamada tercera edad.
Y si es muy tonto lo que digo, tratar de reflexionar o simplementecopiar entonces el mecanismo de algunos países como: Dinamarca, Holanda, Australia, Suiza y Suecia que cuentan con un sistema de pensiones modelo.
Referencias:
www.mqltv.com/noafp-esta-es-la-miseria-en-la-que-vive-un-jubilado-en-chile/
INE Instituto Nacional de Estadísticas
www.diariolibre.com/economia/testimonio-de-una-pensionada-con-25-de-su-salario-en-chile-FF8601340
http://www.nomasafp.cl/inicio/?page_id=10
Testimonials of Pensioned Persons in Chile:
A reality without solution
By Roberto Canales Abello
Being old in Chile or old age is synonymous with extreme poverty, unfortunately it is a reality of many of our older adults and living day to day for them is a constant uncertainty.
This article collects testimonies of a large percentage of pensioners and aims to learn about the experiences and perceptions of people retired by a disastrous private pension system in Chile.
Chile is aging rapidly, in the last 25 years our elderly population has grown by 70% and the projection according to the INE is that by 2050 one in three Chileans will be elderly.
For 25 years, Chilean citizens have been forced to deposit their retirement savings in individual accounts managed by private entities known as Pension Fund Administrators (AFP)
The Chilean pension model installed during the Pinochet dictatorship obliges retirees to look for a job to complement the low pensions they receive each month….
The current pension system in the South American country is another legacy of the privatization macro-process established during the dictatorship of Augusto Pinochet (1973-1990). It was in 1981, by the hand of the Minister of Labor of the time, José Piñera (brother of the current president Sebastián Piñera), when a new provisional model was implemented as part of a package of economic measures imported from the United States by the so-called Chicago Boys , a group of technocrats formed to the eaves of the father of neoliberalism, Milton Friedman.
“Many older adults must decide between buying food or paraffin to warm up or buy a remedy to feel better”
“How to live with $ 93,543? … sounds like reality, but it is the reality of many older adults who receive the basic solidarity Pension (PBS) from the state. An amount that has them condemned to hunger and misery.
Many older adults must decide between buying food or paraffin to warm up or to acquire a remedy to feel better. Because it does not reach. With these pensions, cultural and social abandonment, and the absence of a public policy for older adults, Chile has become a cruel and inhuman country….
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