En esa noche de Otoño,
no te sentaste a mi lado.
Ni bailamos pegados,
ni prometimos llamarnos.
Ni al día siguiente, solos,
nos besamos con los pies.
No probamos aquel juego
dónde el árbitro es la piel.
Días después, no me ofreciste
conocer tu apartamento.
Ni dormimos juntos,
ni desayunamos sueños.
No paseamos de la mano
descubriendo la ciudad.
Ni follamos en un parque
al reinar la oscuridad.
No te sorprendí en tu curro
con lirios y magnolias.
Nuestro nombre no escribimos
en esos libros de historia.
No hubo peleas absurdas,
ni concilios tras la guerra.
Los bares no nos vieron
desarmarnos con ginebra.
Tantos que te deseaban,
esperando a desamarnos,
no llamaron a tu puerta
el día que me fui del barrio.
Ni volvimos a encontrarnos,
terminando en un abrazo.
Ni después nos prometimos
no volver a separarnos.
No conocí a tus padres
en aquella Navidad.
Ni tú bebiste en los bares
de mi ciudad natal.
Ni viviste en mis sábanas
aquel invierno frío.
No hubo tiempo a nada de eso.
Al mar no llegó ese río.
Así que, niña, espero
que un día no nos añores
desvistiéndonos los miedos,
los dos juntos de mayores.
Esta historia
que fue nuestra
no fue, ni será. Ya es tarde.
No hay más oportunidades
para amores
de cobardes.
OPINIONES Y COMENTARIOS