Los súper héroes no existen

Los súper héroes no existen

A mi abuelo le gustaba mucho leer libros de Historia. Nunca fue a la escuela, pero aprendió a leer. Siempre nos pedía que le regaláramos nuestros libros de texto al final del ciclo escolar, nunca entendíamos por qué, pero cada año le pasábamos los libros de Historia y de Español Lecturas, así tal cual, forrados con stickers de super héroes, rayados en veces, desgastados por el uso.

– ¿Para qué los quieres abuelo? Son tan aburridos – le dije un día

El solo sonrió y me contestó: Esto es lo mejor que puedes leer. La Historia Mundial es fascinante, ¿sabías que Hitler casi domina al mundo? Me ayuda a entender mejor las películas de Historia que tanto me gustan. Mientras ustedes idolatran héroes ficticios yo leo acerca de los verdaderos – dijo mientras sorbía un trago de su bebida de coco.

Ese verano en la playa fue el último que le vi. Sin embargo, siempre recuerdo su fascinación por la Historia Universal, los guerreros caídos, las culturas antiguas, las leyendas griegas y romanas. Él me enseñó que una persona que lee puede ser más culta que cualquiera que va a la escuela.

Ese año, le regalé mi libro de Historia, garabateado mientras coloqué una sticker de mi super heroe favorito en la portada. Lo observó complacido y me dijo:

– ¿Para qué les pones estas cosas a tus libros? los haces ver feos y sin valor-

– Me gustan. Soy mis personajes favoritos – respondí

– Los super héroes no existen – replicó – los que hacen verdaderas hazañas se encuentran afuera, haciendo historia.

– ¡Abuelo, qué cosas dices!

En aquel entonces no lo entendí. Era un niño que coleccionaba historietas y todo lo que conocía era la cultura que relatan esos cuentos, con héroes de otro planeta, villanos que se transforman en monstruos y damiselas en peligro.

Cierta noche, caminaba por las calles del pueblo con mi madre, cuando unos tipos nos asaltaron a punta de pistola. Asustado comencé a llorar causando la burla de los rufianes, mientras mi madre les entregaba su bolso, rogandoles que nos dejaran ir. Llegué a casa con mi madre, muy alterado. Mi abuelo se nos acercó y nos preguntó qué había ocurrido.

-¡Nos asaltaron abuelo! y… yo… mojé mis pantalones del miedo – admití avergonzado.

Mi abuelo me abrazó.

– No te culpes. Cualquier niño en tu situación hubiera reaccionado igual, tuviste un pequeño toque de realidad, pero ya ha pasado, fuiste muy valiente –

– Pero no hice nada –

– Permaneciste al lado de tu mamá cuando pudiste echarte a correr. Eso es valiente. Cuando seas mayor, podrás ser capaz de hacer otras cosas, como defender a los que amas.

– Pero… un valiente hubiera luchado y …

– ¿Quién lo dice? ¿Tus libros de dibujos? –

– Pues…sí.

– Personajes que no existen, solo eso. Recuerda siempre que de los valientes no se hacen historias, porque ellos están muy ocupados arreglando el mundo, que no tienen tiempo de ponerse una capa, traje ajustado y botas.

Desde ese día, dejé de colocar stickers en los libros de la escuela. El golpe de realidad había sido infinito que ya no tenía tiempo de leer historietas.

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