Que triste esta primavera
que me observa en el pasillo,
y me amenaza con dejarme
en el suelo y sin abrigo.
Es que ha llegado Marzo
antes de lo previsto,
y que agonía está dejando.
Que seco se ha vuelto el río.
La verdad cambió de bando.
Ha vendido mi paraíso.
No realizó contraofertas.
No quiso escuchar mis gritos.
De nada sirven súplicas
a agujas de reloj.
Esas que a veces suturan
las heridas del adiós.
Hoy las odio más que nunca.
Que caprichosas se vuelven
cuando ven que te bañas
en los mares de lo alegre.
Que destino más maldito,
nadar contra la corriente.
Marzo se está haciendo fuerte.
Sus golpes nos traen la muerte.
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