Agotado, cada carrera te agota más, si es todos los días te hace más fuerte pero ¿Quién busca la felicidad todos los días, cada día de su vida, incluso el más duro?
¿Cuándo iba a dejar de mirar al lado y empezar mi propia carrera? Crecí con el pensamiento de buscar la felicidad, sin importar el costo ni el tiempo, tampoco las distancias y lo que en el camino pase, algo así como una carrera por ésta, como el objetivo final, como la meta, la felicidad se nos ha pintado como un premio, según yo, no es más que una consolidación de nosotros mismos, la más hermosa que puede vivir el ser humano a raíz de sí mismo.
Sí, experimentamos de forma parecida muchas cosas, somos humanos, compartimos todo. Todo ocurre allí fuera, fuera de nosotros y es lo mismo, pero lo que hay dentro de nosotros, ¿lo es? A la hora de que algo entre en nosotros hasta el momento de quedarse ha de pasar por innumerables cambios, un viaje a cada ser humano es ver todo lo que ha vivido, sentido, sufrido y llorado, algo así como un tour incluso a lo más profundo de cada ser humano, esas vivencias que son lo más personal que tenemos, aquellos pensamientos que incluso nosotros mismos ignoramos por ser tan verídicos y que nos pueden calar completos. Cuando alguien vive algo, eso va a pasar por el filtro de nuestra vida, de todo lo que hemos sentido, y eso es lo que sí es único, seremos todos humanos, pero todos vivimos distinto, ¿por qué algo tan importante para nosotros como es la felicidad iba a ser la misma e igual de conseguir entonces para todos nosotros?
Nuestros ojos, han de mirar con la vista de la experiencia, nuestros oídos evitando aquello que sonó demasiado fuerte alguna vez, nuestras manos, lo que alguna vez las quemó, y así con cada parte de nuestro ser, nuestros ojos han soltado únicas lágrimas, el número de lágrimas puede ser el mismo, las razones quizás también, el cómo las sentimos, jamás. Nadie es igual en cuanto a lágrimas, ni a sufrimiento, ¿por qué si lo iba a ser con la felicidad?
Tal como la inspiración, puede surgir de cualquier lugar, de cualquier persona incluso, pero para que haya surgido es gracias a cómo impactó en nosotros, como hizo mella. Tiene que pasar por todo lo que hemos vivido hasta tocar un punto clave dentro de nuestro ser y es allí cuando nace, en realidad, siempre estuvo allí, solo faltaba descubrirlo, que saliera, que fuera estimulado, que nos despertara. Que saliera, de dentro hacía fuera, hacía el mundo, aquel mundo que nos entrega lo mismo a todos, nosotros le hemos entregado algo único, porque ha salido de nosotros, tal como la felicidad.
Me cuesta creer que aún miramos hacia al lado buscando la felicidad, viendo a nuestro al rededor, viendo a alguien feliz, envidiándolo mas sin preguntarnos cómo es que llegó allí, a la famosa meta.
Solo miramos los resultados, sin ver mas atrás, incluso más adentro, el pasado, las caídas, las cicatrices, las penas, las lágrimas, las heridas… Ahora todo coexiste en esa sonrisa que deseamos para nosotros mismos, deseamos la vida de una persona expresada en el triunfo en nosotros mismos, no hay por donde.
Es inverosímil que queramos esa sonrisa para nosotros siendo que cada sonrisa es única, personal y es el resultado de todo lo que alguien luchó y buscó, sin pronunciar cuantas veces estuvo a punto de rendirse o rendido. La felicidad no es colectiva, existe, sí, el mismo nombre que se la da a eso, pero cada felicidad es más que única, como cada ser humano. No es colectiva, ni tampoco imposible, no es la misma para todos ni para unos pocos, la felicidad es única para quien la vive, es suya, es su tesoro.
Debemos dejar de buscar en otros lados la felicidad, siempre que miramos al rededor nos hacemos la idea de cuan feliz está el resto, buscando así, eso mismo para nosotros, pensando en que ellos tienen exactamente lo que nosotros queremos, estamos viendo, además, lo que buscamos, en ellos, grave error. Cuando uno es feliz, es porque desde su seno hacía fuera ha ganado la aceptación sobre todo lo que alguna vez lo atormentó y todo lo que no nos deja ser feliz. Ha ganado la sonrisa. La carrera la gana la sonrisa, se la gana a todo lo que no nos deja ser feliz, no nosotros.
Pero el camino hacía la meta, no es como la pintan, es muy diferente para cada uno, no es algo que pueda ir a comprar o buscar en libros de auto ayuda, la clave de llegar a la meta está arraigada en mí, protegida por mis temores, y debo ganarles para conseguirla. El camino es único también, es imposible que siguiendo el camino que siguió otro para la felicidad sea el que me va a servir a mí.
Para llegar allí hay que dejar de girar y ver hacía al lado, hay que mirar hacía adentro, concentrarse en uno mismo. Todos tenemos distintos sentimientos, ninguno, jamás, será el mismo, para llegar a la felicidad habrá de pasar todo lo antes dicho, la imposición de la sonrisa frente a las penas, las lágrimas. Todo ser ha sufrido a su manera y no por eso es más o menos su sufrimiento que el de al lado, es una gran mentira que nos han dicho toda la vida, que siempre hay alguien que sufre más, por eso, hemos llegado a la conclusión de que no podemos ser tan felices como el de al lado. ¡Cada sufrimiento es único, cada felicidad también!
Cada uno recorre su propio y único camino, lleno de sentimientos y emociones, caídas y desgracias, levantadas y glorias, derrumbes y rendiciones… La felicidad es un compuesto de todo lo que hemos vivido y no es más que esa aceptación de ello, de que lo que sufro nunca será más que mi sonrisa, es la decisión de querer ser más que ello pese a todo, por eso la felicidad no es un producto, es toda mi vida reflejada en algo, algo propio, algo mío.
La felicidad es única, como cada corazón, por eso, no hay que buscarla ni al lado, tampoco adelante, quizás un poco atrás, siempre cuando sea de nosotros y no del resto, hay que buscarla adentro.
Que no sea una carrera, porque no habremos de disfrutarla como se debe, peleemos por ella, seamos felices todos, y jamas envidiemos la felicidad ni desmerezcamos el sufrimiento. Que sea nuestra decisión de vivir tal y como somos con una sonrisa real y única, nada más.
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