Te observo abrir tus rosados labios, al compás del vaivén de nuestros cuerpos. El calor ruboriza mi rostro, mientras una libidinosa gota de sudor cae en tu frente. Continuamos suave y lento, mientras nuestras lenguas se acarician mutuamente. Beso tus pechos, y el sabor salino de tu exquisito pezón inunda mi paladar. Tus ojos entre abiertos, dejan ver un fondo marfil, producto del placer que provoca el desenfreno de nuestro deseo. Tu boca se tuerce y te muerdes los labios, mientras un suave gemido se te escapa. Me hundo violentamente en tu vientre y un tibio calor se expande por mi entrepierna. Vuelvo a besar tus labios, y te retuerces como pez fuera del agua. Aceleras tu respiración y clavas tus uñas en mi espalda. Abres fugazmente los ojos y concentras tu mirada en la mía. Sonríes. Tus labios gesticulan y deslizan un juramento. Te amaré por siempre… en esta vida y en las próximas.
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