Tengo 9 años.
Ponemos una cinta de cassette de Rosario flores y bailamos por turnos delante del espejo de mi habitación.
Todos los recreos los paso en la biblioteca.
En casa de Miriam huele al cuero que su padre trabaja, su madre le dice que se tiene que poner la crema para decolorar el bigote.
Su hermano nos cuenta trucos para pasar de pantalla cuando jugamos a la play.
Tengo 16 años.
Nunca he bebido alcohol, estoy tomando mi primer orgasmo. Estamos en Luzarra, en los bares huele a serrín. Marta llega tarde y nos cuenta que acaba de hacerlo por primera vez con su novio. Bebemos con los chicos en las escaleras, ponemos monedas en la vía del tren.
Tengo 18 años.
Solo existo entre el viernes y el domingo, mi mochila es mi casa. Estoy en Olabeaga, una chica acaba de desafinarme la guitarra, se llama Leti. Mi abuela deja todos los sábados un sandwich del eme en la cocina que devoro cuando llego borracha a las 5 am. Lo he suspendido todo. Nadie me controla.
Tengo 20 años.
Hace muchísimo frío y la Luz siempre es amarilla. Algunas presionan para que vayamos a los bares de una vez, pero yo prefiero quedarme hablando ahora que tenemos el puntillo y la conversación se pone interesante.
Tengo un coche que me salva la vida. Siempre llevo la música a tope y nunca me falta copiloto. Nunca quiero volver a casa y si Maider o Ali están conmigo finjo perderme para estirar el momento.
Tengo 23 años. Bebo una media de 6 cafés al día. Duermo en casa de Ali todas las semanas. Tenemos un local en Bilbi. Huele a madera podrida, hay que pisar con cuidado porque el suelo se rompe con facilidad. Rodamos, hacemos fotos, siempre estamos con algo de la uni.
Barcelona
Por fin vivimos todas juntas. Somos pobres pero independientes, nos las apañamos para poder salir de fiesta casi a diario, ir a clase y comer.
Los lugares en los que me he refugiado no son lugares.
Habito personas.
El sofá, la manta y la peli.
Las reuniones, las terrazas, la cerveza.
Me salvan cuando estáis conmigo.
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