¿Qué realidad mantiene la razón en cuánto a un sentimiento que solo entiende el corazón? ¿Qué es real y cómo puede definir la verdad de un sentimiento, el razonamiento? Hay cosas que nacen sobre el velo ilusorio de los sueños. Querer, desear algo, no es tenerlo o conseguirlo inmediatamente, por eso necesitamos creer en la magia, porque ella puede hacer parecer una flor en el desierto si es lo que imaginamos en el instante. Podemos decir que algo es real, porque lo vemos, lo tocamos, lo percibimos con nuestros sentidos, pero nuestra humanidad nos permite también combinar la lógica de la existencia con un mundo paralelo y completamente intangible, el de los sentimientos, sueños y esperanzas. Un mundo que toma el control de nuestras vidas, ya que si pusiéramos los ojos en una meta sin imaginar el camino para llegar hasta ella antes de emprender el viaje ¿Cómo llegaríamos? Por eso el ser humano es capaz de volar, aunque de manera artificial, porque alzó la vista y anheló estar allí, más cerca de su dios y de las aves, que jamás le envidiaron nada a nuestra especie. Y es que el alimento del cuerpo no es el mismo alimento del espíritu, los sueños se tejen mirando, sintiendo, amando. Amando lo que haces, amando a quien tienes a tu lado, amándote a ti mismo y buscando lo que te hace querer ponerte de pie y empezar a moverte. Hay algo hermoso en soñar y es que por un momento el alma se cruza con la magia, la verdadera magia; y juntas hacen que una mente vacía se convierta en un valle de esperanzas, que nuestro pecho se exalte y el corazón palpite fuerte, porque allí en el futuro nos están esperando todos esos sueños hechos realidad. Imaginar es realismo mágico, no podemos imaginar lo que no hayamos conocido antes y juntando todas las piezas de algo que existe, podemos crear, podemos dejar de andar sobre nuestros pies y finalmente volar…

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