Antes de seguir con los temas académicos me daré un poco de terapia.
Como es normal esto de escribir mi diario personal al público, lo hago nomás porque me satisface romper el silencio, y sacudir el morbo de muchas personas que dirán que las cosas personales no se dicen al público, para la desgracia de muchos y muchas: “lo personal es político” y lo político, nos compete como sociedad; para mí, es personal, político y económico y al revés. Expresarme y hablar mi opresión a través y desde mi escritura, es lo que mejor sé hacer, es darle valor.
En 2014 empecé a trabajar en un banco privado, ya estaba por el sexto semestre de la licenciatura cuando apliqué para una plaza en el Banco Central: el majestuoso y respetable Banco de Guatemala. Desde entonces, estudié como nunca y me preparé para las pruebas, un profesor de la universidad me asesoró para el examen y todo estaba bien hasta que llegué a la parte donde debía enfrentar a la psicóloga, ella lucía como una mujer oficinista de los años 90, pienso justamente en ese momento de crecimiento económico en Guatemala, luego de la venta de TELGUA y otras empresas estatales, y la liberación del tipo de cambio, la tasa de interés, y la apertura comercial y financiera; su ropa parecía de esa época:
– “¿Con quienes vive?”, preguntó ella.
* Con mi mamá, hermanas, y uno de mis hermanos, respondí nerviosa.
– “¿Y su papá?”, hace un gesto de incomodidad.
* No vive con nosotros. Contesté sin dar explicaciones.
– “¿En dónde está?”
*Internado, tuvo un derrame cerebral.
– “¡Ah, bueno! Al menos está en el IGSS” – hizo gesto de todo está bien, pero viéndome esperando la respuesta.
*No, él trabaja por su cuenta, y no tiene IGSS.
– “Bueno, es todo. Le llamaremos si pasa el estudio socioeconómico”.
Hasta la fecha, sigo esperando la llamada.
Y es justamente a lo que voy. Conocí el caso de una amiga cercana a quien le perdieron el expediente, el puro egoísmo, o el purísimo conservadurismo de las instituciones de ese nivel en miwate. Mi amiga pasaba una situación un tanto similar, digamos, de condición socioeconómica; donde el padre no estaba, o no vivía con nosotras.
En fin, ese es el sistema que tanto critico. Y es posible que tenga la capacidad de desenvolverme muy bien en una entidad bancaria y guardando silencio perfectamente, por el simple hecho de lo que significa para mi ser tomada en cuenta a pesar de mi condición económica. Y así, hoy en día puedo agradecer a la psicóloga del banco privado, no se confundió. Y he ascendido, lento pero seguro; como siempre en todos los otros ámbitos de mi vida he superado muchos obstáculos, he sido la primera en lograr varias cosas dentro de mi pequeña familia. Y así seguirá mi metamorfosis sin necesidad de comodidades y con muchas presiones; al fin y al cabo, creo que vine al mundo para eso, y en esa posición poco relajada, y no digamos con la ayuda de mi alma mater, que representa mi segundo hogar y pilar de muchos conocimientos y lazos en mi conciencia.
He de aceptar que cualquier fracaso laboral que se presente me afectará pero no hasta el punto de dañar mi esencia. Y que también esta bien aceptar que hay lugares donde no valoran el trabajo y el esfuerzo, y aprender a que casi en todas partes del mundo no se cumple la meritocracia, aprender a desapegarme, aprender a decir: “no”, dedicándome únicamente a los factores cuantificables.
Resaltar que no todas, contadas con los dedos de la mano, son las personas que se abren a ver el verdadero personaje que represento, confundida un tanto, y un poco rota pero esforzada. Y a esas personas les tengo un pase para irse al cielo, y les tengo ante todo un espacio en mis sentimientos, donde solo caben las personas buenas. Incluyendo la psicóloga del banco privado, a quien confundí con otra mujer en los elevadores, y a quien esperaría volver a ver otra vez para darle las enormes gracias.
En fin, a ver cuando termino mi terapia, creo que nunca. Jeje
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