Caminábamos nuevamente bajo todos esos rincones, invadiendolos con el eco de nuestras risas, con nuestras locuras (más suyas que mias) haciendo de la ciudad algo que solo nosotros entendíamos, y conocíamos a la perfección.
Aquella tarde puedo jurar que revivimos cada maldito edificio carcomido por el tiempo, le recordamos al olvido que algunas promesas si se cumplen, y quizá por ahí le quitamos algo de dolor a la nostalgia.
Era absolutamente precioso a su lado.
Mirarla a los ojos y sentir que soledad no fue más que ella, pero ausente, cuando creímos que nuestros caminos iban a dar hacia diferentes futuros…
Pasamos nuevamente por aquel puente amarillo, sus ojos definitivamente parecían irradiar una luz más bella que cualquier otra puesta de sol.
-Me gustan pasar el tiempo contigo-dijo de pronto, arrancandome más que un suspiro, un miedo, un abismo.
Yo la quería muchisimo. Pero la cuestión del por qué nunca lo habíamos intentado se fue respondiendo con los años cuando en raras ocaciones nos comunicabamos por teléfono y me contaba de sus nuevos amoríos y sus gustos sobre los chicos. Gustos en donde definitivamente nunca encajaba.
Creía que ya me había rendido. Crei que la veía como una amiga, pero aquella escencia romántica que traía en esa gran sonrisa se me había quedado anclada, y desde entonces siempre fue mi debilidad.
-Me gustas, Karla. Me gustas, y te lo digo con el corazón, sí. Pero ya sin propósito alguno.
Te lo digo nada más porque necesito decir por fin que me vuelve loco cuando pones tu mirada sobre mis ojos y pareciera que me lees por dentro, que me encanta la manera que tienes de siempre sobreponer tu luz ante cualquier idiota que se te cruza por el camino, y te lastima.
Que me gustas porque nada más la idea de volver a verte siempre es devolverme la sonrisa, el tacto, el aroma, el latido que me reservo para vivirlo contigo.
Quiero decirte que me encanta ser quien soy cuando estoy a tu lado, que muero por siempre hacerte sonreír, y que quizá agonizo porque me des (aunque suene idiota) esa chance que no nos dimos 5 años atrás.
Ya estoy cansado de encerrar estos te quiero en suspiros, en chistes, en esta resignación que supone te olvidaré en alguna otra ciudad.
Estoy aquí, Karla, con este amor que nunca te ha tenido lo suficientemente cerca como para saber como reaccionarás a esto, pero me basta, me ha bastado para mantenerte intacta en mi pecho, siempre cerca en un poema, o en un pensamiento fugaz a mitad de la nada, siendo de cualquier forma tú, guapa, talentosa, brillante, preciosa, loca como siempre…
Doliéndome en la incetidumbre de mi cobardía, de mi derrota previa…
Aquella tarde juro que estuve a punto de decirle todo eso, de abrir mi corazón y lanzarme al indomable y aterrador abismo que trae el amor…
¡Mierda!
Nunca puedo llevarlo a cabo, y algún día la voy a perder.
De antemano ya me estoy preparando para ello, yo ya me he rendido…
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