Pasa página y lo hallarás

Pensaba que el tiempo lo curaba todo, pero no es cierto si no haces algo útil con él.

He desparramado demasiadas horas vacías por el sofá.

No quiero que mis lágrimas acaben salando el agua del río.

Quiero dejar de tenerle miedo a mi cama y no levantarme pensando que me quedo atrapada en el colchón.

No sé quién soy y debo averiguarlo. Como en «La historia Interminable», necesito encontrar mi nombre o acabaré diluida en el café de la mañana.

Algo me dice que está muy cerca, pero soterrado por un montón de recuerdos inútiles. Seguro que si despejo el Diógenes de mi cuarto, lo encontraré.

Ardua tarea muy necesaria. Saco la excavadora y con los dedos de las palas voy levantando montones de ropa de todas las tallas, cuadernos con la tinta casi borrada, cosméticos rancios, papeles amarillentos, pelusas añejas… Parece que nunca vaya a encontrar el suelo ¿cómo voy a encontrar mi nombre?

Algo es diferente hoy. Una vereda que no había visto antes. Decido salir y pasearla con cierto reparo.

El aire se impregna de aroma a canela y laurel. Lo aspiro hasta casi perder el sentido. Me apoyo en una piedra del camino y simplemente estoy; únicamente soy.

Algo brilla más adelante y el viento susurra mi nombre. Es un cuarzo blanco que decido coger y siento una mano tendida, una voz amiga, un abrazo infinito. Es ella, que desde lo alto, llena y eterna, acaba de encenderme la vida.

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