Baje del edificio nos dimos un abrazo tan fuerte,

así como si fuera una despedida y el final.

Es que la sensación de desolación nos increpo y electrocutó el cuerpo

Salí a la calle y el miedo me abrazo,

sentí el frio que me helo la piel.

Como no sentirme atravesada si la violencia nos marcó la ruta critica

que nos condena a navegar las sensaciones que no tienen palabras.

Como no re-preguntarme mil veces que es lo que estamos haciendo

cuando aparecen las memorias y los muertos.

Una condena silenciosa y resiliente me acompaña,

Será porque perdí la fe en la humanidad?

Encender la llama de la vida con el amor y el calor de los nuestros,

será nuestro refugio en el dolor…

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