A veces extrañamos, extrañamos tanto que duele más de lo que podemos expresar. Nos hacemos los fuertes y por momentos lo somos. Hay gente que aparece en nuestras vidas cuando más los necesitamos, cuando el mundo que nos rodea nos parece ajeno y nuestro entorno está lleno de extraños, esos que creímos conocer se volvieron desconocidos.
Hay personas que llegan a nuestra vida sin buscarlos, solamente se toparon en nuestro camino y luego de charlas de horas, conectas, el vínculo se transforma en algo lindo, sincero, tan lleno de alegría, que cuando se van, nos cuesta explicarles a nuestras incógnitas lo sucedido.
Llegamos a plantearnos el por qué todo lo que queremos, lo que valoramos, se nos va de las manos casi sin darnos cuenta. No podemos visualizar el momento exacto en donde todo se nos fue volando, sólo pudimos verlo volar. Vivimos tantas desilusiones, conocimos a tantas personas que pensaban sin pensar, que hablaban sin hablar y que sentían sin sentir.
Es normal que quienes más nos importaron, las conocimos cuando nos encontrábamos en el fondo, quizá por eso nos aferramos tanto a su presencia, porque creímos que eran nuestro boleto devuelta a la superficie, pero no podemos considerar salvavidas a cada persona que se nos crucé en el camino, porque los únicos que tienen que salvarnos del abismo, somos nosotros mismos.
Con algunos conectamos tanto, que cuando se alejan, nos cuesta entender cómo es que estaban destinados a no ser. Tenes tanta sintonía que te das cuenta por qué con otros había tanta interferencia.
Nos duele no significar para los otros lo mucho que significaron para nosotros, nos encantaría odiar a cierta gente, pero por mucho que lo intentemos, no podemos. Aunque nos rompan en mil pedazos, cada uno de esos pedazos siguen eligiendo a quienes los rompieron, porque, aunque buscamos por cada rincón, nadie nos hizo sentir igual, con nadie sentimos la misma conexión.
Más de una vez nos sucedió eso de tener gente tan cerca que se encuentre tan lejos, y ese es el peor de los desencuentros.
El dolor de volverse desconocido para quien conoces bien es algo tan cruel, pero con sólo mirar a los ojos diremos lo que con la boca no podremos decir.
Sé que todos deseamos que a alguien la vida nos los cruce en otras vidas o en otras circunstancias, porque entendemos que, aunque no fueron para nosotros, quisiéramos siempre ser para ellos. Aunque los ojos que antes te miraban con amor, hoy miran a alguien más, tu amor es tan grande que no puede pedir que esa bendición se le acabe, aunque ya no seas la causa de su sonrisa. Pese a todo, siempre va a haber alguien que te llene de felicidad su felicidad incluso si no es compartida, porque, aunque los meses y los años sigan pasando, los seguiremos queriendo como el primer día. El amor es incondicional y no pide nada a cambio, más que dejarlo amar.
Pero tampoco somos tontos, y aunque duela, tenemos que elegir olvidar, soltar y sanar.
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