Si alguna vez viste en mí algo de verdad, es que existí. No sé muy bien qué fui, imagino que muchas cosas. Pude ser montaña, pude ser agua; también pude ser escarabajo, no sé. Pude ser música. Pude ser tantas cosas que imagino que soy el resultado de todo lo que fui.

Si alguna vez viste en mí tristeza, quizás también fui lágrima, fui dolor, fui desgarro, pero quizás de ahí nació la esperanza y el consuelo.

Si alguna vez viste en mí algo de rabia, es posible que fuera volcán, guerrero, ¡monstruo!, no sé, es posible. Pero si fui todo eso, tal vez de ahí nació la bondad, para contrarrestar.

Si alguna vez viste en mi boca un amago de sonrisa, quizás fui payaso, o tal vez fui niña y, a lo mejor, formé parte de un juego. ¿Qué es la vida al fin y al cabo?, un juego en un gran tablero de ajedrez. Tal vez todos fuimos piezas. Quizás yo fui un caballo alado, no lo sé; nunca lo sabré, o sí ¿quién sabe?

Si alguna vez viste amargura en mi semblante, quizá fui muerte, fui luto o la pérdida de alguien, no sé. Pero hay que morir para renacer. Es el ciclo.

Pero si me viste a mí, estoy y existo. Soy todo eso y, la única certeza que tengo, es que estoy hecha de pedacitos de vidas. Pedacitos que, cuando muere un día, uno de ellos se va con él y, cuando ya no queden más pedacitos, yo me iré. Me iré con todo lo que he sido, y no sé si quedará algo de mí aquí.

Tal vez, en un futuro, haya alguien que escriba sobre mí. Quizá forme parte de algo que está por venir.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS