Oigo el silencio.

Un temporal azota mis entrañas.

Arde la impotencia,

contengo el llanto,

que es más que grito,

que es más que rabia,

qué es más que bronca.

Oigo el silencio.

Nadie está ahí para escuchar.

Finjo la calma,

ahogo una vez más

las ganas de escapar,

la furia de ignorar

una salida audaz.

Oigo el silencio.

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