Hoy me miras de reojo y mi mente ya no está. Nubes semigrises han venido a murmurar. Quieren saber la verdad, no la quieren desvelar. Las caricias no bastaron para amagar la certeza de que voy a quebrar, entre tus brazos resbalar. Los minutos no engañaron a la cruel realidad, son los tiempos de nostalgia los que marcan el compás, de los labios que no están, de la piel que no habito ya. Mañana sentiré el viento golpeando el cristal, intentando penetrar en los poros de una tez que ha dejado de soñar, que ya abandonó el terciopelo color ámbar. Son ahora los segundos los que firman el umbral, entre esbozos de betún y líneas de claridad. Equilibrio insostenible en busca de una cura real, sin dolores que mitigar, sin más miedos que afrontar.
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