Espero que, de alguna manera, mis palabras lleguen a ti.
Está nevando fuera.
Y yo también siento frio. Mucho frio. Pero dentro de mí.
Aunque tus palabras no dejan de estar grabadas a fuego en mi mente. Y en mi corazón.
A pesar de que eran de hielo.
Solo mentiras.
Frías falacias en las que yo intenté encontrar verdad.
Fracasé.
Hoy ya puedo admitir que las mentiras nunca pueden convertirse en verdades.
He vuelto a acordarme de ti mientras paseaba por la nieve blanca y he vuelto a preguntarme si te mereció la pena herirme de ese modo.
Al girar un recodo me topé con una preciosa cabaña cubierta de nieve.
Por sus ventanas se veía brillar el calor del hogar.
Parecía mágica, irreal.
Fui acercándome con curiosidad y, al hacerlo, como en un cuento, encontré como transmutar mi dolor.
Haré retroceder el tiempo.
Fingiré que nunca te he conocido. Y terminaré creyéndomelo. Desterraré el placentero y traidor recuerdo de cómo reaccionaba mi cuerpo y mi mente al estar contigo.
Olvidaré que creí amarte.
Seguiré mi camino.
Y no tendré que despedirme de ti, porque nada habrá sucedido.
¿Pero, por qué sigo sintiendo tanto frío dentro de mí.?
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