Somos un cúmulo de Cletos, matándonos entre los que adoran al Sr. Burns, contra los que quieren al Alcalde Diamante, contra los que defienden a Tony el gordo.
Ninguno de los que leo peleando en Facebook, NINGUNO, tiene la tranquilidad económica de un político, ni de un sindicalista, diputado, senador.. Ni siquiera de un concejal o un puntero político.
Y así vamos, laburando siempre como unos pelotudos, conformándonos de la manera mas tibia y absurda, con las migajas del que «robaba pero hacía», o con el que te hambrea pero no es «la yegua que se robó todo»
Nos tapamos los moretones con maquillaje, extrañando nostálgicos al ex-novio que nos celaba incansablemente, posesivo hasta los huevos. Pero por lo menos no nos cagaba a golpes como el novio actual. El viejo encima era tan bueno que además, de vez en cuando, nos regalaba una blusita o nos llevaba a comer afuera.
Extrañando los discursos eufóricos, los recitales «gratis» en el obelisco.
O maravillándonos con las bicicletas para recorrer la capital, la parada de bondi con USB para cargar el celu, o con maceteros en Once con plantas divinas.
Giladas, restos, los huesitos sin carne, la cabeza de la chota del pollo mas gordo y rico del planeta.
Eso queremos, y eso nos dan. Y nosotros chochos. Como niños que piden a su papá un unicornio de verdad, y el padre, para que no se ponga caprichoso y rebelde, le dice -Claro, hijo, mañana te traigo uno. Y duermen los dos tranquilos, el mentiroso y el incrédulo, abrazados a una mentira reconocida, aceptada, pero reconfortante.
No nos damos cuenta, o no queremos aceptar. que hace muchísimos años que salimos a la calle sin saber si vamos a volver enteros, o siquiera si vamos a regresar.
No nos damos cuenta que al salir nos despedimos de nuestros hijos como si nos fuéramos para siempre, como el soldado padre dando las indicaciones al primogénito de cómo debe cuidar de los demas si él nunca regresa.
No nos damos cuenta, del espanto en que a una hija de tres años, se le enseña primero que nadie debe tocarle sus partes íntimas, ni hacerle caricias raras, ni jugar juegos extraños y secretos. Antes de enseñarles a soñar, y luchar por sus sueños.
Los encarcelamos, porque los preferimos cautivos, pero vivos y a nuestro lado.
Ya no podemos enseñarle sobre la libertad, porque es probable que nunca la tengan.
Nos olvidamos de todas las mujeres, niñas y niños violados, torturados, asesinados y descartados a la orilla de una ruta.
Nos olvidamos de las personas que desaparecieron en democracia y nunca mas se las vio.
Nos olvidamos de los muertos por el mal funcionamiento del transporte público, de la pésima salud pública, de la educación inocua para con el conocimiento y el crecimiento intelectual, moral y espiritual del alumno.
Nos olvidamos que la Elite gobernante no se muere en las tragedias de Once, en los Cromañon.
Sus mujeres e hijos no mueren en los partos, no esperan 20 horas al borde de la muerte, en el pasillo sombrío y macabro de un hospital desahuciado. No piden monedas en el tren, ni se mueren de frío en la vereda como hojas del otoño que perdieron su verde esperanza, y que ahora, marrones y secas, la vida pisa y, aunque escuche el crujir de su último aliento pidiendo ayuda, no las levanta.
No tienen que mentir a sus hijos tantas noches, diciendo que no tienen hambre en la cena. Y despues de dormirlos, bajar cucharada tras cucharada de culpa, odio y tristeza eterna y arraigada en el estómago, con mate amargo.
Nos olvidamos de nuestros abuelos desmayandose en la cola de los bancos, para cobrar miserias. Nos olvidamos que despues de sesenta años de trabajar, deben elegir entre comprar los remedios, o dormir calentitos, o tener la panza llena. Pero nunca el corazón contento.
Nos olvidamos que los inmigrantes peligrosos no son los bolivianos, peruanos, y senegaleses que vienen a laburar. Sino los yankees y europeos que se compraron medio país. Los McDonalds, los adidas, los Monsanto que nos matan nuestros emprendimientos.
Nos olvidamos de la triple alianza entre narcotraficante, policia y gobierno.
Nos olvidamos de los pibes consumidos por la droga que ellos mismos dejan entrar.
Nos olvidamos de los sindicalistas gordos y los obreros flacos.
Nos olvidamos de cada kioskero asesinado por el cambio que tenia en la caja registradora.
Nos olvidamos de cada pibe que mataron por un celular, o un par de zapatillas.
Nos tapamos la cara cuando pasamos al lado de un pibe mocoso y descalzo. De los viejos que quedaron dando vueltas por la calle, locos y solos, revolviendo la basura para comer, despues de haberse quedado sin nada por culpa de los de arriba.
Nos olvidamos de las infancias arruinadas por curas que nunca recibieron condena.
Nos olvidamos del porcentaje abrumador de chorros, asesinos y violadores que nos empuja hasta quedarnos encerrados en casa. Nos olvidamos de la complicidad de la policía y los jueces, que si los mete presos, despues los saca para que roben para ellos.
Nos olvidamos que esto no pasó unicamente en estos cuatro años nefastos, sino que viene pasando desde hace muchísimo tiempo. Y que es culpa de ellos,
Nos olvidamos que los medios de comunicacion son funcionales al poder.
Nos olvidamos que trabajan para nosotros, que nos deben garantizar seguridad.
Nos olvidamos que la felicidad no se compra en 12 cuotas sin interés, ni con promesas de cambio.
Nos olvidamos que deberíamos vivir tranquilos, sin esta roca inmensa de miedo y preocupación atada al cuello.
Nos olvidamos de todo. Menos de pelearnos entre nosotros para defenderlos a ellos.
Ojalá algun dia dejemos de ser Cleto, y seamos un poco mas Lisa Simpson.
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