FAZ MONTOYA
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Faz Montoya.
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No. De registro 03-2016-121311045900-01
SINOPSIS
Desde los principios de los tiempos la libertad de un individuo se ha visto truncada, si no es por la ley divina es por la misma mano del hombre. Tal es el episodio por el que vive el personaje principal de esta trama, y si nos ponemos ha analizar este escrito nos daremos cuenta que es lo que guardan verdaderamente las entrañas de una prisión, donde la constante lucha por sobrevivir, y conseguir la libertad que es el objetico principal. Este personaje que fue privado de su libertad para bienes personales de aquellos que imparten la Ley, lo llevan a vivir hechos que jamás en su vida había esperado cargar, pero ante todo el valorarse y esa chispa de esperanza por estar afuera y por lo que se ama, le hace estallar esa furia que como humanos llevamos dentro y que muchos no conocemos. Y tal como Jacinto Samanto dice en uno de sus párrafos: El simple hecho de narrar lo acontecido en estos terrenos escarpados, no resulta confortable, no alcanzaría el papel, ni una vida para marcar todos estos estragos que aquí se viven. Hubo días en que mi bolígrafo permanecía sobre mi cuaderno cerrado.
Nos se sabe con exactitud que fue lo que aconteció después de lo ocurrido al personaje estelar, ya que se perdió parte de ese expediente y ahí termina la historia, pero cave decir que pueda existir una segunda parte que debe estar por ahí oculta, si no es que ya haiga sido destruida.
FAZ MONTOYA
Los nombres y personajes que aquí aparecen pueden ser simplemente coincidencia…
Las imágenes adquiridas son con el debido permiso y consentimiento del mismo.
“
No hay peor dolor acordarse del tiempo feliz,
estando en la miseria”
Párrafo sacado del libro la divina comedia)
THANKS….
FAZ MON
INICIO
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-¡Ya no más! Por favor….
¿Yo no sé de qué joyas me hablan?….
Era todo lo que alcanzaba a balbucear, jodidamente asfixiado, y el Comandante Lombardo volvía a zambullir mi cabeza en un tambo lleno de agua que ya se pintaba de rojo con mi sangre que escurría como sudor. Mediante el altavoz de un celular se escuchaba la voz de un alto mando de la justicia que pedía que sometieran a duros castigos de interrogación hasta que dijera yo donde escondí sus joyas…
-¡no supiste a quien robaste!, pendejoooo……….
Gritaba el Comandante Lombardo, mientras me tomaba de los cabellos, para después azotarme en un rincón. Yo sin poder meter mis manos ya ceñidas por las esposas plateadas a la espalda. -Por cierto no se me olvidan que los tres portaban botas vaqueras negras muy bien lustradas, pues las recibí en mi cara en repetitivas ocasiones. Lombardo se sentó cruzando la pierna mirándome como con burla;
-¡Una vez más! ¿Dónde están las joyas?-Dice El Comandante Lombardo nuevamente.
– ¡No supiste a quien robaste! ¡Heeeee!………
Yo permanecí en silencio. Lombardo seguía sentado y sus dos guaruras al lado con sus robustos cuerpos que saturaban sus camisas tipo vaquera, y presumiendo sus pistolas escuadras fajadas. Murmuraban entre ellos. Yo esperaba oír decir de los gruesos labios de lombardo:
-Jacinto dejaremos irte.
¡Pero no! No sucedería eso, el llevarme de regreso a mi celda, fue como un golpe bajo que me mantuvo despierto toda la noche, vomitaba y defecaba sangre, era un dolor bestial en el abdomen. -El olor de una cárcel es repugnante, solamente tomaba un poco de agua para enjuagarme el mal sabor a sangre.
Esa misma noche de la celda a lado una voz quejumbrosa pedía su dosis de heroína,
-O mejor que me lleven a la orca – decía. Se trataba de un adicto, que no logre conocer, los vigilantes nocturnos lo asilenciaban durante la noche con balas de goma. ¡Esos malditos Justicieros!
Es martes por la mañana apenas si me había quedado dormido, cuando me despertó el rechinar de la barandilla que se abría. Me levanto con mis sentidos a medio funcionar.
-Ya es hora de tomar aire fresco -Dice el Comandante Lombardo. Pide que me ponga contra la pared y me esposan nuevamente. Son como las nueve de la mañana, me dirigen a un vehículo con vidrios oscuros de cuatro puertas, me introducen en el asiento trasero,
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el Comandante a mi derecha y a la izquierda uno de sus guaruras, mientras el otro conduce. El olor del interior del auto aun era de la borrachera de anoche. Los tres portaban gafas oscuras para ocultar la cruda. Lombardo enciende un cigarrillo, mientras pasa la mano por encima de mi cuello – ¡Jacinto, Jacinto, Jacinto!.…
– Me dice, mientras suelta la primera bocanada de humo de tabaco
-¿A donde me llevan? – pregunto
– Aquí las preguntas las hacemos nosotros. Pero para que estés enterado, te llevamos a la procuraduría a presentar la evidencia que se te fue encontrada
-¡pero!…. ¿cual evidencia me fue encontrada? ¡Yo no robe nada!
– ¡Jacinto ya estas hasta el cuello!….
Responde el Comandante mientras yo pasaba saliva, ya que todo era falso y ya estábamos llegando y pronto me presentarían ante el Juez. Ya había pasado como cuarenta minutos de trayecto, y yo viajaba pensando que solo me estaban dando un susto, que no era en serio y me abandonarían en cualquier lugar alejado de la ciudad. Pero todo se fue tornado contradictorio cuando se detuvo el auto en una dependencia con un estacionamiento atestado de autos de lujo con el asiento
trasero, tapizado de hojas y carpetas amarrillas. Luego me llevaron para adentro a lo que ellos le llamaron El Juzgado. Por los pasillos me tope gente con papeles en mano, secretarias a toda prisa, abogados y polizontes por todos lados. Sentía miradas confusas, como si yo fuera un capo de esos de la mafia, algo así. Cada paso que daba, era como si lo diera en cámara lenta, no veía el final de esto.
Al presentarme con el Juez me liberaron de una mano, pero me aseguraron a la silla en que me sentaría. En la silla del demandante estaba el afectado, yo desconocía de quien se trataba. Espere un largo tiempo aunque solo fue una hora, para mí fue una eternidad. Luego de esa espera hizo presencia el señor Juez .Un Tipo de cabeza calva y gafas. Sus manos en el escritorio muy bien cuidadas, su reloj era metálico, al que yo seguía el segundero con miradas repentinas. Su aspecto era de una persona fría y madura como con fatiga. Su fragancia me agradaba, se mezclaba con el exagerado olor a cosméticos de la secretaria sentada junto a él. (Nada que ver con la porquería de la cárcel.)
Me asignaron un abogado de oficio que todo lo que escuche decir de sus labios fue su nombre, ya que yo no era un pez gordo, no le cause mayor interés. El era solo un oyente más.
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-¡este es Jacinto señor Juez el presunto ladrón que robo la caja fuerte del procurador de Justicia! -Agrega el Comandante Lombardo. En ese instante supe que estaba frito, El Comandante Lombardo y susperros guardianes estaban detrás de todo esta farsa, aunque aun yo era un presunto ladrón.
-¡Así que tú eres el que irrumpió en mi casa!
– Interviene el señor Procurador mientras apoyaba sus manos en un costado del escritorio del Juez. Su voz era ronca, respiraba agitadamente como con dificultad. Es un tipo gordo y un bigote abundante, su cadena gruesa de plata fina sobresaltaba de su ancho cuello muy moreno, porta sombrero.
También mostraba su revolver en la cintura, era plateada. No olvido que me advirtió:
-¡Yo me encargare de que tengas tu merecido!, ahora sabes quien soy yo, y ¿a quién robaste?
Ante las amenazas yo solo me sorprendía ante tal acusación falsa, en la que el Señor Procurador también era una victima más de la corrupción.
En eso interfiere el señor Juez
-Tome asiento procurador procederemos con la declaración del acusado.
Se sienta a mi lado el Procurador, mientras el ventilador giraba de un lado para otro, el calor del medio día era sofocante. Luego de hojear el expediente la secretaria adjunta leyó la declaración por parte de los afectados y como testigos menciono numerosas personas que jamás he visto en mi vida y sumándose a ellos la parte policíaca. Esto fue durante una hora. Enseguida rendí mi declaración que en realidad no fue mucha, lugares en los que estuve ese día, y testigos que cite, que en no es de gran ayuda, ya que son personas que la calles no es mas que su hogar, son lavacoches como yo, y fáciles de convencer por la autoridad. Así que por ese lado no tengo mas que alegar, mas que -¡yo no robe nada!. Era toda mi defensa en repetitivas ocasiones.
–Que diga el detenido ¿como se declara del delito de robo calificado a casa habitación?
Pregunta el Señor Juez
– Inocente Señor Juez. ¡Yo no robe nada! – Respondo con enjundia.
-¡esto es inaudito! ¡Con un carajo!!
Responde el Señor Procurador levantándose de su silla y dando un leve manotazo en el escritorio del Juez.
-Le pido que guarde la postura por favor señor.
Interfiere el Juez frunciendo el entrecejo.
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– El señor Jacinto Samanto se declara inocente del cargo que se le atribuye de robo de joyas del que se le fue encontrado solo una pieza, con valor incalculable que corresponde a un collar de diamantes, que data de su antigüedad del 1717. Como testigos se encuentra los agentes de la Policía Judicial del Estado:
Comandante en turno Lombardo Coronel y los Agentes Saturnino Mendoza y Marcos Báez. Quien detuvieron a el señor Jacinto Samanto en punto de las siete horas del 7 julio del presente año Al que se le atribuye el robo desconociéndose hasta hora la cantidad valuada de tal robo.
– Señor Jacinto Samanto si entrega el motín, su condena será mínimo. Quizás de diez años. ¿Usted sabe, que el robo a casa habitación es muy castigada, por el simple hecho del peligro que presentan los ocupantes? -Así qué ¿Qué alega a su defensa? -Inquirió, el Juez
-¡no!… ¡esto es falso! Yo no soy culpable, no tengo nada de joyas, alguien me puso esta trampa…..
– Siendo así por lo tanto, se enviara al detenido al penal de alta seguridad, hasta que se investigue y se demuestres lo contrario. En presencia de tu abogado de oficio, hago constar, firme aquí por favor es tu expediente, Señor Jacinto Samanto.
-¡no, no se firmar, mucho menos leer! No firmare nada….
Asenté con tal aferramiento de mi inocencia al borde de soltar las lágrimas. Mostrándose amenazante, agrega el Juez:
-¡bien el caso sigue por oficio! Por lo tanto no tienes derecho a fianza, damos por terminado la declaración, ya pueden trasladar al detenido
-¡Nooo…..! Yo soy inocente señor juez
¡Maldición!……….
Grite, y me pare con todo y silla que colgaba de mi mano, y los Gorilas del Comandante Lombardo, con una acción rápida me tomaron de los brazos, mientras el maldito Juez se marchaba dándome la espalda, con un gesto de disgusto.
Lombardo y el Señor Procurador miraban como me ajetreaban hacia el vehículo que me llevaría al penal.
Me quede pasmado por unos segundos, el silencio me habitaba, pero por dentro mi corazón quería salirse de mi pecho.
Espere no se cuanto tiempo en lo que salía el Comandante. Sus pupilos seguían vigilándome. Intentaba relajarme, pero esa rabia que corría por mis venas era demasiada, no acababa de creer lo que me estaba sucediendo. Llego el Comandante, empiezan una conversación entre ellos, luego subieron acomodándose como la primera vez. Se puso en
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marcha el auto. Reían y sonaban sarcásticamente los tres durante el trayecto. Yo me tornaba cada vez más distante de ellos. Con furia secreta y preocupación desde ese vidrio empañado observaba la ciudad y como la gente vivía el día. El trafico de la hora de salida de las escuelas, los enamorados del medio día compartiendo un raspado, al ras de un cielo despejado y azul, azul. Recuerdo En ese momento todo era envidiable para mí, hasta el vagabundo que buscaba en basurero de la esquina, ese deseaba ser yo. ¡Pero no! Mi dirección era a las mazmorras, y eso seria lo ultimo que miraría de la ciudad, y el auto seguía su marcha.
-¡Bueno Jacinto, lo mas triste es que ya no trapearemos contigo! ja, ja, ja……!
En ese momento odio e impotencia, pasaron por mi mente hacia Lombardo y su par de patanes.
Han transcurrido como hora y media, calculo. Hicimos paradas en distintas partes de la cuidad, lugares apartados y sospechosos, entre callejones y gente con aspecto malhechor que frecuentan estos que imparten la Ley. Nos hemos estacionado a la primera puerta del Penal dos guardias ambos armados con alto poder y uniformes negros, uno de ellos nos recibe por la ventanilla del conductor
– Muéstreme por favor el documento de traslado.
Ordena el guardia que reguarda la entrada. Lombardo procede a presentarlo. Mientras el custodio lee el documento, mis ojos absorben el silencio de las afueras del penal. Cuatro torres a lo alto. Doble malla alrededor con alambrados y unas paredes altísimas, no hay forma de escarpar. Desconozco lo que me espera detrás de esas paredes.
-Toda esta en orden. Firme aquí en la bitácora, Comandante. – Responde el Comandante de caseta de entrada. Lombardo procede rápido a firmar.
-¡bien! Ya pueden pasar al nuevo ingreso, ya sabe usted los procedimientos Comandante.
Lombardo solo mueve la cabeza afirmando. Para mi suerte el auto no quiere arrancar. Lombardo maldice al auto.
-¡Bájense aquí! – Agrega Lombardo. – Lo empujaremos, a un lado se quedara a fuera, esta chatarra.
Con las manos esposadas hacia atrás, me dirigen a la antesala de observación, Motocicletas todo terreno. Perros amaestrados. Autos de alta tracción, observe durante mí caminar. Nos recibe el Comandante en turno
– Despójenlo de las esposas. -Ordena
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Lombardo me pone contra la pared, el trato ahora muy cuidadoso por parte de él, me doy vuelta, lo miro fijamente a la cara, su gesto de burla es notable sabe que soy inocente, fue la ultima vez que los vi.
-Soy el comandante Reinaldo Forlan pásale a vestíbulo que esta a la izquierda, quítate la ropa.
-¿qué, toda? – Me sorprendo.
-¡Toda! – Me dice
¡No lo podía creer, ahora estaría en pelotas enfrente de un uniformado! Me observaba de arriba abajo, me sentía avergonzado. -¿para que esto comandante? Pregunte.
-A todo que ingresa se le hace una observación corporal, así como tatuajes cicatrices, golpes. Fuera de lo común.
Revisa los bolsillos de mi pantalón y luego por todas partes muy detalladamente. Coloca sobre una bandeja las pocas monedas que me dejo el Comandante Lombardo, una pluma, mi reloj. ¡Golpes!.. Pensé esos ya los llevo encima, con mi el hocico hinchado y el abdomen molido por dentro, esta de notarse, y esto el Comandante lo paso por desapercibido.
– Ahora ponte la ropa, pasaras a la oficina siguiente. Se tomaran tus huellas digitales es para tu registro y tu expediente. -Ordena el Comandante.
Me dirige por un pasillo largo donde son numerosas las oficinas que voy pasando por mi costado. Ya estando en la oficina de archivo, me piden que me coloque detrás de la típica regla métrica en la pared para la foto, luego me llenan las dos manos de tinta negra para las huellas. Me imaginaba yo que esto solo pasaba en las películas, pero no.
La apersona que efectúa este trabajo, es un decrepito anciano, se nota que ha pasado gran parte de su vida en esta oficina. Sale de un escritorio que se desborda de carpetas. Sus movimientos son lentos, lleva el registro de todos los internos. Y yo queme orinaba de los nervios, pues no imaginaba a que me enfrentaría allá adentro. Después de salir de la oficina de la foto, el Comandante me conduce por unos pasillos tan deprimentes color gris, o tal vez es el estado de ánimo por lo que estaba pasando.
-Se te hará un perfil psicológico. -Me dice el Comandante mientras me dirige con su mano puesta detrás de mi cuello.
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– ¡pues si no estoy loco Comandante! Además yo soy inocente. Contesto
– Son procedimientos para el archivo, son reglamentarios. Sabes yo no te interrogare ni me interesas para nada, yo solo cumplo con mi trabajo, cobro mi salario y disfruto tele por cable, no te solucionaré nada y todos los que llegan aquí
dicen ser inocentes, así que no eres ni el primero que me lo dice, ni el ultimo.
Permanecí en silencio. El Comandante me detuvo al instante con su comentario. Seguimos caminando, el atrás y yo adelante, solo escucho el pisar de los tacones de sus botas tipo militar
-Te detendrás en la puerta con el letrero que dice Trabajo Social, Jacinto.
-¡Buenas tarde Doctora! Esta aquí Jacinto Samanto de nuevo ingreso
– Buenas tardes Comandante, hágalo pasar por favor. – Responde la mujer detrás de esa puerta de madera. El Comandante permanece afuera de la oficina, y yo ingreso con la Doctora
-Tome asiento Jacinto – Gracias respondo
– Soy Rebeles, de Trabajo Social en turno ¡Jacinto, Jacinto! Me escucha……..
Por unos segundos mis pensamientos se quedaron varados en un mundanal de actos lascivos, a la primera vez con Reveles.
– he… si,… si. Respondo, reaccionando torpe
-Haremos esto lo mas breve posible, el motivo es que tengo una larga fila de internos que atender, y es esto es a diario.
Ahora entendía por que tan solicitada. Una mujer como Reveles; ojos de grandes pestañas. Sus rizos color cobrizo que caían sobre sus hombros, cerca de su par y medianos atributos, y unos carnosos labios, que me recordaron mis amoríos de la juventud. Bueno esta piel blanca de mujer, aquí es como la ultima coca en el desierto. Supongo
-¿Nombre completo? – Primera pregunta
– Jacinto Samanto Cruz
-Dígame Jacinto ¿a que se dedicaba allá afuera?
-Soy lava coches, y de todo lo que salga, bueno ¡excepto robar! -¿Tiene cónyuge e hijos?
-Estoy separado, tengo un hijo.
-¿Padre y Madre, viven?
-¡No! Desafortunadamente…
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-¿Puede decirme quien vendrá a visitarlo?
-Por lo pronto nadie…
– ¿qué estudios tiene?
– Solo la primaria.
-Ahora en esta hoja, ponga su nombre completo en la parte de arriba, quiero que dibujes una mujer.
Hace a un lado un florero con agua y una ramita de bambú. Coloca la hoja sobre el escritorio frente a mí. Hago una pequeña mueca, como sacado de onda. Realizo lo que me pide, mientras ella escribe en la computadora. Ella piensa que no me doy cuenta que mira de reojo mientras yo dibujo, creo que es su modo de analítica. Termino el primer dibujo, y en otra hoja me pide que dibuje un hombre, y ya por ultimo realizo una babosada de figuras geométricas. Pasa un lapso entre dos y tres minutos, y ya he terminado, ella sigue escribiendo en la computadora
– Bien Jacinto, cuando necesites venir por algún motivo que te sientas mal, realiza una cita en caseta a primera hora.
-¡Pero ya me siento mal psicóloga!…..
-Eso es normal cuando se llega por primera vez, y me refiero a que sientas, nervios excesivos, insomnio, depresión etcétera.
Solo espero sobrevivir aquí. Pienso mientras mi mirada se pierde en un rincón.
– En que piensas Jacinto, esa vaga mirada de temor que efectuaste es casual en todo el que ingresa por primera vez, te repito. Así que no te preocupes. Por hoy es todo Jacinto, tu cubículo será el numero siete. Ya puedes salir.
Al salir el Comandante estaba parado a un lado de la puerta, me pide que camine, son diferentes pasillos los que recorremos.
La siguiente parada es un cuarto con un montón de colchonetas y un tiradero de cobijas apestosas, me pide que tome una de cada cosa. Escojo al azar, al fin que es la misma porquería.
Después de pasar por todo el proceso de ingreso, por fin salimos al sol. Nos detenemos en la caseta que es por la que tiene que registrarse todo lo que sale y lo que entra.
Me presentan con los dos Guardias, me registran y me anotan. Por cierto esta caseta esta rodeada por un montón de reclusos. Entre chiflidos y amenazas me reciben, sujetos pelones, greñudos, la mayoría sin camiseta.
-¡andando Jacinto! Dice el Comandante
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Camino con mi colchoneta y mi cobija, es un pasillo al aire libre no muy ancha con malla a los lados. Llevo mi pensamiento en mi dormitorio, el cubículo siete. El siete que para mi es un numero de mala suerte.
Una cancha de básquetbol, un techito con unas cuantas pesas, un aula al fondo, bancas de concreto deterioradas por el paso de los años. Es toda el área, a mí ver.
Una ancha puerta es la entrada al dormitorio donde estaré. Con los ojos bien abiertos, apenas me ven entrar, y un gran escándalo. Esto pasa cuando ingresa alguien nuevo. Hacen extraños ruidos con la boca y silban, tratan de intimidarte, pero voy con mi rostro mal encarado, no quiero verme temeroso. Puedo ver que los dormitorios son de un segundo piso, un tanto por un lado, y el otro tanto por el otro, aun no se aun cuanto son por total. Entre seis o siete mesas hexagonales y en medio una Televisión grande, así como este dormitorio grande hay otros tres clasificados en A;B;C,D
– Este será tu cubículo, tu cama es la de arriba, ellos son tus compañeros, la lista es a las nueve treinta, acomoda tus cosas eso es todo, ¡no quiero problemas, entendido!
El comandante se marcha pero hay guardia afuera .Creo que este es el comienzo de una difícil batalla en mi vida, pienso..
-¡Que hubo soy Jacinto!
Saludo de mano
-Que tal….
Me responde un hombre cabeza rapada no muy alto, blanco y con una arrancada
-Soy Tony ¿por qué caíste?
-Por robo le contesto
-¿pues a quién robaste cabron? Yo escuche al Comandante M decirle al custodio de patio. -Este viene recomendado.
-¡supuestamente robe al procurador de justicia! Respondo sin preámbulos, mientras me doy vuelta para seguir acomodando mi colchoneta, en cuanto al el otro compañero permanece sentado y muy serio.
-¿al procurador?, – Muy sorprendido inquirió Tony
-¡Y de perdido te quedaste con algo allá afuera!
Por fin intercede el otro compañero, del que aun no se su nombre. Pero de verdad tiene cara de pocos amigos. Lleva un tatuaje de una lágrima en el pómulo izquierdo, moreno, estatura bajita, como aspecto indígena
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-ummm… ¡Que mas quisiera haberme gastado todo ese dinero! pero ni siquiera cometí tal robo – Le contesto aquel hombre de rostro duro.
– ¡uuuuy aquí todos somos inocentes! -Agrega Tony.
-Ponte alerta Jacinto si te quedas tres veces en la lista te encierran en el cuarto de castigo por tres días.
-Ponte trucha Jacinto – me dice Tony, mañana los tendrás aquí como buitres, para ver que traes y por que delito caíste, y te estudiaran poco a poco.
-A las nueve es el almuerzo, -Agrega el otro compañero, de el que todavía no se su nombre.
-Por cierto ¿cuál es tu nombre? -Le pregunto aquel Hombre de piel morena y abundante pelo negro y lacio. Lo observe de arriba ha abajo. Sus pies eran callosos y uñas maltratadas amarillas.
-Me llamo Eduardo, pero todos me dicen el Edu, soy de Veracruz…
-Y vienen desde allá a verte, tus familiares o alguien, no se….
-No veah mi Tony
-No nunca han venido a ver al Edu, pero ya vendrán, y no se aplatana. Mejor tráete unos cigarros, para invitarle al nuevo compa Jacinto
-Es que el Teniente Gaspar ya no quiere fiarme, le debemos ya mucho. –Agrega Edu
-No hay problema yo invito, pero yo no fumo. -Comento.
-Tengo solo unas monedas que me dejaron los Judiciales. – Edu toma las monedas y se sale.
-¿qué es eso de que vengo recomendado? – Pregunto a Tony.
-La neta es que estas bien atorado con la Ley, aquí te tendrán bien en corto,- dice Tony.
En eso regresa Edu con los cigarros, y los dos se ponen a fumar.
-¿pues a que hora nos cierran la puerta? Pregunto nuevamente ya que mi cerebro es un mundanal de intrigas.
-A las diez treinta nos guardan. -Dice Tony muy cabizbajo y mirando al suelo.
-Y si me estoy muriendo o me duele algo, ¿cómo se le hace?
-No pues desde aquí gritamos para afuera desde la ventanilla a los guardias que vengan, pero se tardan en venir, hasta crees que le importa mucho, bien se puede estar muriendo un recluso, y ellos tardan en llegar, como si les importara en la más mínima cosa.
Pasamos el resto de la tarde platicando, me preguntaban de como estaba la situación allá afuera, yo en cambio mis preguntas eran de aquí adentro, más o menos para darme una idea de cómo se vive aquí.
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Faltando un cuarto para las once, Edu sale deprisa directo a la tiendita, tarda unos minutos cuando llega muy agitado.
– ¡Nombre, por un pelo y no alcanzo tabacos! El Teniente Gaspar ya estaba por cerrar.
El no fumar para Tony y Edu, es como no tomar la pastilla para el insomnio. Así que esa fue mi primera noche, platicamos unas horas más. Edu se durmió primero y enseguida Tony. Me pare a mear. Un inodoro y una regadera, muy reducido el espacio. Una pared los divide, no esta tan mal. La noche permanecía tranquila, el brillo de la luna por la ventanilla se asomaba poco a poco al disiparse el humo del cigarro. No podía pegar la pestaña, aun no me acostumbro a dormir sofocado por el tabaco. Miraba a cada rato mi reloj. Este reloj, la golpiza, una pluma y las pocas monedas, fue lo único que me dejo el Comandante Lombardo, apenas me recuesto hacia abajo o de lado, y siento agudos dolores internos y le recuerdo a Lombardo su madre.
No hacia ni treinta minutos que me dormí, el sonar de unas llaves y el fuerte golpe del pasador de la puerta, me hicieron temblar, miro la hora y son las seis de la mañana, Edu y Tony ni se inmutaron, dormían profundamente. Entre el ruido de las herramientas del taller de carpintería, y el pasar de voces a chambear, volví a quedarme dormido, soñaba que estaba en completa libertad, mi familia estaba allí. Mi padre que me miraba muy gustoso, y apenas me disponía a abrazar ha mi hijo que se bajó de su bici corriendo para abrazarme, cuando escucho unas voces que me decían:
– ¡Samanto, Samanto! ¡Lista Samanto! levántate y salte a la lista, que te vean los Comandantes. –Escuche el mandato de un par de guardias que habían ido a sacarme de entre las cobijas.
-¿por qué no me despertaron? – Reclamo a ambos. compañeros de cuarto.
-Jacinto aquí tienes que irte acostumbrando.
-Responde Tony que sale a nombrar su apelativo, en total ropa interior. -Nadie te despertara, a veces todavía salimos medio dormidos a la lista como para ocuparnos de los demás…
Tony se vuelve a la cama se tapa de pies a cabeza.
¡Diablos!… Pienso. Ya llevo una, tengo que ponerme alerta. A Edu no lo he visto desde la lista. Estoy sentado en uno de los tres banquillos de concreto; una loza angosta como mesa, tres repisas de concreto también, crema, pasta, desodorante, fotos de Tony y su mujer, borrador higiénico, entre otras cosas, y poca ropa de ambos.
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Son las ocho y veintitrés, sigo sentado, miro para el piso sin pensar nada. Alguien llama a la puerta, volteo para ver, y tal como me lo dijo Tony es el primero del día; un tipo joven como de veinte años, orejón y dentadura grande, me pregunta por Tony, voltea a ver y me dice:
– ¡ha! esta dormido.
Da vuelta y se va. No me da chance de contestarle. Es obvio que no vino a ver a Tony.
Faltan quince para las nueve de la mañana Tony se levanta, lava un plato de plástico y un vaso. (El vidrio no es permitido aquí.) Él esta de espaldas a mí y dice;
-¿a que vino el Pirañita?
-¡lo viste! -Le digo -¡pero tú dormías!
-¡Mira Jacinto aquí entre el día duermes pero a la vez una parte de ti vigila! y ese Pirañita no vino a verme a mi, si no a ti. Ponte alerta con él, ronda por todos los cubículos para ver que te roba, y cambiarlo por cigarros es muy astuto.
-¿por qué esta aquí?
-Esta vez se introdujo en una casa, sustrajo una caja con herramientas y de paso al Gato también…
-¡un ingrato Gato con cola y patas! -Inquirí muy sorprendido
– En verdad -Agrega Tony – Un montón de almanaques que ha de tener en su casa, entra y sale a cada rato de aquí, ya es canero. (Tony hace referencia a que ya es muy seguido que este aquí en prisión)
-Tan pendejo verdad Tony. De veras ¿y el Edu? – le pregunto – ¿y dónde esta?
-Ahorita se deja venir, en cuanto sirvan el almuerzo. Trabaja lijando cuadros con el Chatran. ¡Chin! No encuentro mi cuchara ¿no la ves por ahí?
Respondo que no, mientras Tony busca entre todo, llega Edu y se para en la puerta, todo cubierto de polvo y aserrín y dice:
-¿Qué buscáis con tanto empeño? ¿A caso buscáis un leño?
-No juegues pinche Edu. ¿No has visto mi cuchara, la de madera? -Responde Tony
-No, no la he visto. -Contesta Edu
¡Genial! Pienso ¿Y en que tragare yo? Aquí todo es escaso y muy atesorado. Hay mucho movimiento es la hora del almuerzo.
Son las nueve en punto de la mañana de suerte Tony me presto un plato y un vaso. Todos forman una fila para recibir una porción de lo que es una cuchara grande y seis tortillas y agua pintada de café; es el almuerzo.
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Voy pasando en medio del comedor, el murmureo como el de un mercado, presiento que me miran y hablan de mí, voy caminando detrás de Tony, comeremos en el cubículo, Edu debe estar por ahí sentado en una de las mesas del comedor. Una cámara de vigilancia en lo alto del techo, vigila las veinticuatro horas del día.
Luego de almorzar permanezco con Tony en el cubículo, me asomo y observo que muchos presos se ocupan en algo, otros en total ocio. Tony trabaja las pulseras y collares, lo he estado observando
-¿Quieres que te haga una pulsera Jacinto, para tu mujer?
Me quedo en silencio un instante, creo que Tony hace esta pregunta queriendo abrir el tema personal, aunque en realidad no me importa, no tengo nada, ni a nadie, estamos en la cárcel, le responderé lo que pretende.
-No pues no traigo plata. Aparte hace un año en que regresaba a la casa y encontré una nota pegada en el refrigerador, y al lado delos dibujos de mi hijo, que decía:
-Jacinto ahí te deje la comida en el microondas, me marcho, buscare una mejor vida económicamente, que tengas suerte….
Después supe que se marcho con un Tejano la muy hija de su madre.
-¡Por lo menos te dejo la comida hecha, no! Pero por otro lado que lo vez, es una mala jugada, que desgraciada, todo por seguir el billete.
¿Y tus hijos?
-Solo procreamos uno, ya estaba en preescolar y hasta hoy no lo he visto.
-En esta vida nada tiene uno seguro, solo la muerte…
Asegura Tony, mientras sus manos trabajan rápidamente con un cigarro en la boca, aun sin encender
-¿qué me dices de ti Tony?
-Pues mi mujer viene mañana jueves de visita, ¡ya tiene algunos meses de embarazo! Pásame el encendedor.
Le doy el encendedor que estaba en una de las repisas y frente a una imagen pequeña de la Santa Muerte, que me causo algo de curiosidad. Empieza a fumar recostándose en la cama apoyando su mano en la cabeza y con la otra fuma mirando para el techo.
-¡esta bien cabron Jacinto!
La mirada de aquel Hombre blanco de cabeza rapada, se perdía como en un abismo de impotencias y tristezas.
-¿por qué dices? – Agrego
-Aquí esta de la jodida, Jacinto, lo que gano con las pulseras muy apenas alcanza para las cosas personales, los que trabajan la madera, la bolsa o algunas otras cosas, tienen
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Que vender la artesanía sus esposas allá afuera, y si tu esposa no sabe vender, ¿y mientras que hace uno sin billete, y ella también? Tienes que recuperar para el material. Mi mujer esta viviendo en un albergue, mientras, ¿quien sabe después que ya nazca mi hijo?, ahí viene lo mas cabron, el gasto del Bebe. Aquí viene una que otra empresilla, pagan poco, pero solo es para los ya sentenciados
-¿de veras y porque caíste tu?
Le pregunto con un poco de asombro y de preocupación en mi rostro como gesto de su situación. Tony acelera las fumadas, y suena desafiante.
-¡todo por un estúpido jale que salió mal! Mi mujer y yo somos de la frontera, ya habíamos hecho un trabajo de dejar dos autos primero, ya traíamos una buena suma de dinero, pero de venida nos llamo un compadre, nos ofreció un viaje de heroína, para acá para Laredo y aceptamos, mi mujer en un auto adelante y yo en otro, ella conducía adelante como a un kilómetro de retirados, ella me llamaba por el Radio -¡fíjate ‘el telefonazo que traía! Bueno ella me hablaba cuando hubiera un reten para yo desviarme, y así evadir por las rancherías la supervisión. Apenas acabábamos de salir de este maldito pueblo, cuando ha esta tonta la detiene el federal mucho antes de el reten, yo le hablo por mi radio teléfono, y no me contesta, la pendeja, para esto el Federal de Caminos escucha todo lo de el plan, y no la deja contestar, y yo por pendejo también le seguí de largo en el Estratus color rojo de lujo que venia conduciendo. Ya más adelante la tenían a ella, y ya me estaban esperando. ¡Que freno rápido!, dejando sobre la carretera las marcas de los neumáticos, con un largo de quince metros, a los cincuenta metros de donde estaban mi esposa y el Federal. Que se colea el Estratus rojo, rápido que pienso y no dude mas, tome terracería, y una nube de polvazal que llevaba detrás de mí, pronto que se deja venir una de las patrullas, más adelante que se suman otras dos.
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Me siguieron por un buen rato, nunca me les pude esconder, en este puto desierto, no había más que uno que otro Mezquite, hasta que se me acabo la gasolina cerca de unas pocas casitas. Abandone el auto, huí nopaleras adentro, pero una jauría de perros bien brava no me dejaban en paz, así fue como me encontraron los Federales, ya quería que me hallaran, estaba todo espinado y me traían bien desgarrado el pantalón y estaba trepado de un árbol espinudo.
En eso llega Edu interrumpiendo y dice:
-Que tranza vengo por unas lijas. ¡Que gacho no!
Agrega mientras alza la colchoneta para buscar las lijas.
-Al Buitre ya le cayó la voladora, le cayeron siete de punta cola
-Neta guey -Dice Tony,
-“que gacho no” por lo menos ya sabe de cuanto le llego cargada la mula
-Así es no – Le contesta Edu y sale rápido
-¿qué es eso de la voladora?- Pregunto a Tony.
-Que ya va para allá atrás con los sentenciados, siete años directos, por una computadora portátil -Responde
-¡Por una computadora! -Agrego
-Si pero era información y propiedad de el Gobierno, no supo a quien robo, andaba bien idiota. Ya ni hablar le queda. Me echare un regaderazo.
Tony escoge un pantalón gris cortado hasta las rodillas y una camiseta blanca de tirantes, y desde la regadera me cuenta una anécdota
-Sabes Jacinto. Cuando llego el Edu me gritaba desde la regadera, ¿que cual era la llave del agua caliente? y empecé a burlarme a carcajadas junto con unos compas que ya salieron. Aquí cuando vas a ver esos lujos.
A mi también me causo gracia, y solté una pequeña risa. Tony empieza a silbar una canción. Salgo del cubículo, apenas doy unos cuantos pasos, y se me aproxima un sujeto
con un pañuelo en la cabeza, de aspecto Chavo banda, sin camisa y bien pinché flaco, su piel parecía pizarrón de tatuajes, me pide un cigarro, le digo que no fumo
-Bueno, saca para un café, -Me dice.
– No traigo nada de billetes, – Le contesto
-¡uhh!!Y vienes de la libre… -Me responde y luego sigue su marcha
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Sigo caminanome, -pues si allá afuera no se barre el dinero. Hay Reos haciendo algo, pero también muchos sin que hacer como yo. Todas las paredes son de color blanco, bueno lo que queda de blanco. Hay también una pequeña cocina cochambrosa con una parrillita, donde los que tiene para comprar algo y lo cocinan. Mero enfrente del comedor esta puesta una mesita con un cuadro de la Virgen rodeada de flores artificiales y un vaso de veladora ya consumida. Me sitúo en una de las mesas de concreto. Veo televisión, varios me miran como cuando llega un animal nuevo al corral. Ya me siento un poco tranquilo, pero repentinamente me cae una caca de paloma….. ¡Me lleva la……
¿Qué mas vendrá? pienso
Son las doce del día, veo a Tony salir del Cubículo, y allá me dirijo. A aquí todos tienen sus grupitos y platica. Callan mientras paso a un lado de ellos.
Me voy a bañar después de un par de días. Cuando Lombardo me asfixiaba en ese tinaco de agua, fue la última vez que el agua toco mi pelo. Me siento de el asco aunque sea con pura agua, no me queda más, aquí cada quien tiene y usa sus cosas de aseo personal.
Estoy solo en el cuarto, ya bañado me recuesto, observo las paredes, hay nombres escritos y oraciones de gente que estuvo aquí. También nombres de pandillas
Después de un buen rato, llega Edu con mucho ruido, me despierto un poco alterado, creo que me quede dormido
-¡Ya viene la lista! -Grita Edu
Al parecer hizo ruido a propósito. Es la lista de medio día. Son tres los llamados. Ya todos están afuera y salgo. Luego del paso de la lista, únicamente Edu y yo entramos. Me vuelvo a recostar, veo a Edu de reojo hincado haciendo oración. Después de un cuarto de hora de estar en plegaria, se incorpora y me dice:
-Es mi oración del medio día. ¡Sabes que esta es la casa de Dios! -No… – Le respondo ¿por qué?
– En el tiempo que estuvo aquí el Mesías, de lo más peor saco lo mejor; Los apóstoles varios eran unos malhechores. No se si hallas escuchado o leído un pasaje de la Biblia en que Jesucristo es invitado a la casa de un Fariseo a comer, y hay una mujer que acude y recibe a Jesús a besos, luego se pone a llorar en sus pies. Sus lágrimas caen en los pies de Jesús, los enjuaga con su pelo y le vierte perfume. El fariseo piensa interiormente, – ¡Si este es el Mesías no sabe lo pecadora que es esta mujer y lo que vale!… Jesús le dice al Fariseo: – Simón tengo
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algo que decirte. -Adelante Mesías: -Había un prestamista al que dos hombres le debían dinero, y no tenían con que pagarle, uno de ellos le debía muy poco, el otro le debía mucho, el prestamista decide perdonarle a ambos ¿tu cual crees que le querrá mas?
El Fariseo contesta. – El que le debía más..
– Así es has juzgado bien ¿ves a esa mujer?
Cuando entre a tu casa, no me ofreciste agua para los pies, mientras que ella me ha lavado los pies con sus lagrimas y me los ha secado con su pelo, tu no me recibiste con un beso, ella desde que entre no ha dejado de besarme los pies. Tú no ungiste aceite en la cabeza. Ella me ha perfumado hasta los pies. Por eso te digo que son numerosos sus pecados que quedan perdonados, por el mucho amor que ha manifestado. En cambio al que se le perdona poco, demuestra poco amor.
-¿Qué te pareció Jacinto? Aquí es la casa de Dios y en cada cubículo no falta una Biblia
-La neta es que creo que es cierto Edu ¿y que honda con esa manta de la Santa muerte?
-Es de el Tony es devoto, el sabe su rollo con ella. Bueno ahí te vez, seguiré trabajando.
Edu se ha ido, me imagino que al taller de carpintería. Si que esta bien puesto con el patrón de allá arriba.
Son las dos treinta de la tarde, estoy parado afuera del cubículo, y con una hambre gigantesca, aun no me acostumbro ha que tengo que comer ha cierta hora. El guardia esta en su labor de Centinela, con una botella de agua como de litro y medio en la mano. Se me acerca un tipo con ropas holgadas, y pelón – ¡que tal! – me dice. Con un tatuaje de telaraña en un lado del ojo y coronillas de metal en los dientes de enfrente.
-Soy el Potoco. Tú que honda ¿qué hiciste?
-Nada de importancia: un robo. -Le contesto.
-Bueno después me cuentas, ven para que veas mis cuadros y me des tu opinión
-Si ¿por qué no? vamos.
Voy detrás de el por las escaleras a la segunda planta, entra Potoco primero, apenas doy un paso y lo que alcanzo a ver; es a dos tipos sentados en las camillas, cuando me cae una cobija encima y todo se vuelve oscuro, me llueven puñetazos y patadas por doquier, me dejo caer al suelo, y me despojo rápido, observo a mi alrededor y no hay nadie……
-¡pinches perros! -Grito con coraje salgo disparado, no encuentro a los que me emboscaron.
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¡Debes de andar con mucho cuidado! – Me recomienda Tony, hablando con la boca llena de comida.
Si te dejas los vas a traer en tu espalda a cada rato. Esos te dieron el cobijaso de bienvenida.
-¡Fíjate, le dije al guardia y se hizo pendejo de que no vio nada!….
-Esos Perros así son. –Balbucea Tony con la boca llena de comida de reclusorio.
-Al chicle (de veras) – Intercede Edu y se marcha dando un manotazo a la cortina color rosa pálido de manta que esta en la puerta para abrirse paso.
-¿y porque anda tan aprisa el Edu?
-Es que mañana hay visita y es cuando el Chatran le paga. ¡Oyes ponte al tiro con el Piraña!, o con quien venga, hay varios ratas aquí.
-Pues que extraño. -Le contesto de forma sarcástica.
-No me tardo. Voy con el Paco, a que me ayude a terminar unos rosarios que tengo de encargo
-Bien – agrego.
Me recuesto en la cama de Edu poniendo mi brazo bajo mi cabeza. (Aquí no se permite ingresar almohadas. Son armas, eso lo que dice Tony. Y que si quiero una, con una camisa puedo rellenarla con más trapos.) He puesto mi reloj con alarma, pues con la tranquiza y la desvelada me mantienen cansado y tengo sueño.
No me di cuenta ni a que hora me quede dormido, son las siete de la tarde, aun no llegan los compañeros. En eso se asoma el Piraña
-¿Que honda?- Le digo
-Ando vendiendo este jabón y el limpia pisos
-No traigo plata. -Le contesto -Y el Tony ¿no esta?
-¡no vez la tele que no esta! – Le contesto pero ahora con un tono menos amable. -Bueno saca para unas semillas, no!.
-¡no entiendes que no traigo! – Contesto tajantemente y se marcha rápido y sin decir nada. ¿No sequé tenga en la cabeza este individuo?
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Aun no estoy de buen humor, y con el coraje que pase, me dio mucha sed, y necesito conseguir agua, tendré que ir a la tiendita, pero antes cierro el cubículo, no vaya a ser la de malas con eso que es el numero siete.
Voy pasando por el comedor a un lado esta la tienda del Teniente Gaspar. Entro, el atiende y ve Televisión. Tiene bien surtido, de todo un poco en los estantes de madera.
-¿y qué vas a llevar? – Me dice, con su voluptuosa papada y unos inflados cachetes. No deja de mirar televisión, se interesa mucho por las noticias. Tiene aproximado unos cuarenta y cinco años. Dicen que se irrita fácilmente, pues ya lleva años presos.
-¿eres recién ingresado carnal?- Si, contesto
– ¿porque vienes? – Es la clásica pregunta aquí cuando eres recién llegado.
– Un robo, nada más. Le contesto.
-Chance la libres, aquí no son vacaciones carnal
– Pues si, ya me estoy dando cuenta. Como tú comprendes que muchos llegamos aquí sin nada de plata y que al principio se levanta uno a expensas de otros mientras busca la forma de devolver los favores. No se si puedas o más bien, pedirte un peso fiado de agua.
El Teniente hace una pausa, arqueando las cejas, mira para ambos costados de la tienda, luego vuelve la mirada a mí.
– Pero me lo pagas, si no, no te vuelvo a fiar, ¿traes botella?
-No, pero a horita voy por una…
Doy unos pasos para afuera y enseguida esta el tambo de la basura, siempre hay botellas de plástico vacías. Luego de otra serie de preguntas del Teniente Gaspar, salí airoso ya que por lo menos obtuve agua, y helada. Esperare la lista regresare al cubículo y dormiré hoy con mi agua a lado.
Llego al cubículo y ya están los compañeros, los encuentro, entretenidos.
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-¡Que Jacinto!, ¿qué haces con esa botella semivacía? pregunta Tony y Edu que voltea a ver rápido riéndose como dándose cuenta de algo, pero no deja de remendar unos tenis viejísimos.
-El Teniente Gaspar me fió un litro de agua, pero ya me la acabe – Les contesto
-Jacinto te recomiendo que aprendas a decir, no -Agrega Tony.
Me quede en silencio, Edu también. Lo que no entiendo es como se enteraron que me enredaron en pláticas unos compañeros cerca de las escaleras, y ya cuando me di cuenta, me habían dejado solo un trago.
La cena de hoy es un pan con canela, bueno sabor a canela. Mañana tacos de frijoles negros también, agua pintada con café, y para pasado mañana, nuevamente canela con pan y así sucesivamente
Ya paso la lista y Tony y yo platicamos. Toque el tema de el Piraña, y me contó que hace unos días le compro un limpia pisos de un litro y que fue pura transa; le rellenaron con agua a un cuarto de litro del limpia piso, pero resulta que a él lo manda otro individuo a venderlos. -Ese piraña no trae ni calzones, todo cambia por cigarros. –Recalca Edu
Jueves por la mañana.
– ¡Todos afuera! – Grita el comandante. -¡Es día de visita, no quiero ropa tendida para cuando acabe la lista, sino a la basura la que quede!….
-¡Chin! es el turno del Comandante Merla Jiménez, digo Mierda Jiménez. – Escucho murmurar a Tony
Las visitas están llegando ya. La Mujer de Tony es una de las primeras en llegar – Asegura Edu.
– Tenemos que desocupar el cubículo. ¿No vendrán a verte Jacinto?
-¡no! -Le contesto
-Entonces vamos a tomar el almuerzo -Me aconseja Edu
Estando ya en la fila, veo a Petoco que esta muy contento.
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Yo pienso que tendrá visita, es jueves familiar, y aún lo traigo en salsa. Ahorita lo primero es alimentarse, me rugen las tripas. Frijoles negros, huevo con chile, ¡otra vez agruras gastritis! se quejan los compañeros. La comida es bastante condimentada y al recibir esto tu estomago a primeras horas de la mañana tiene sus consecuencias. Ahora entiendo porque muchos no toman el almuerzo y otros que si, aunque tengan visita, incluso se sirven de más ya que hoy sobra comida. Al ser una hilera de niños los que tienen que alimentar y aprovechan para que coman un poco más de lo habitual. Los que no toman el almuerzo, esperan a su familia para gustar algo cocinado por ellos y sentirse en casa, aunque sea por unas horas.
Hay algunos que no reciben visitas, aun así muchos aquí, portan sus mejores indumentarias que tienen para disfrutar de este día con las familias conviviendo, y los niños que corren por todos lados, ignorando el lugar donde se divierten. Cuadros de imágenes de Diosito y de la Virgen María, pulseras, collares entre otras cosas, son vendidas aquí a precios módicos, con tal de vender. Por lo pronto no se trabaja hoy en los Talleres.
Edu y yo estamos parados y recargados afuera de la tiendita del Teniente Gaspar. Edu esta con las manos en los bolsillos, va llegando Tony y su chava
-¡Buenos días! -Saludamos. Ella nos regresa el saludo y se dirigen al cubículo.
Es bonita la Hembra de Tony; ojos verdes pelo negro, no muy alta, y si esta embarazada – Vamos Jacinto -Dice Edu – Vamos aburrirnos a otra parte…
Estamos con dirección a la cancha, siguen entrando familias, con bolsas de despensas y otros artículos necesarios para seguir subsistiendo aquí adentro. La cancha esta concurrida de compañeros, que nada esperan y entre ellos estoy yo, pues nadie vendrá a vernos….
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Estando sentados afuera de la banqueta del aula, pasa un tipo peinado de lado y gafas de aumento circulares, porte gallardo. Es muy delgado, nada que ver con un vendedor de drogas y entre otras cosas ilegales. Se dirige a Edu:
-¡Hoy llega Paloma! Tu dices…
-¡Hey…! -Responde Edu
-¿Quién es? Le digo
-¿Quien de los dos? -Me contesta
.-Pues él…….
-Él, se llama Santos, pero todos lo conocen como El Tío San. El te consigue lo que quieras, desde un celular hasta una botella de vino. Eso si Jacinto, no abras la boca, porque ese Tío no se ensucia las manos.
-No….. ¡Como crees! -Le contesto, tartamudeando a la vez. Me quedo pensando en lo que me puede pasar.
-¡Hey tú! ¿Eres nuevo? -Me dicen tres que pasan por un lado de nosotros
-Pues ni tanto ya tengo casi treinta – Contesto
-Muy graciosito ¡ya veras cuando te caiga la voladora!
Responden los tipos, algo altaneros
-Ignóralos. -Me dice Edu, -Aquí hay veces que no se soporta ni uno mismo.
No le conteste nada. Hemos estado acostados por más de horas, ya comimos semillas, naranjas con chile, y todo esto gracias al trabajo de Edu. Estamos mirando para el cielo azul y raso, un par de cuervos giran y giran en el viento,
-Eso me recuerda una promesa que no le cumplí a mi hijo, -Comento
-¡Pues que triste! -Responde Edu, luego de una ligera pausa. -Así es. Recuerdo que siempre me decía ¿que cuando volaríamos un papalote?, para que llegue hasta allá con los pájaros. Y yo siempre le contestaba que después. Y mírame ahora, no sé si lo vuelva a ver.( Un cumpleaños, los primeros pasos de tu hijo o una graduación, hasta la muerte de un familiar, todo se pierde aquí)
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-Dice Edu mientras cierra los ojos, y tararea una canción triste, tipo colombiana que escuchan unos compañeros con una pequeña grabadora a tan solo a unos diez metros de donde estamos sentados.
-¿Y tu Edu quien te espera?
-La verdad es que desde que caí aquí, solo una vez he visto a mi esposa y a una hija de tres que tengo, lo malo es que desde donde vivo, hay que caminar dos horas hasta la carretera, para tomar el autobús. Todavía no hay luz ahí en mi poblado, el que tiene techo de cemento es por que tiene dinero y es envidiado por muchos.
– Y tu Jacinto ¿aún estas con tu esposa?
– No. Le comentaba a Tony, que se fugo con un tejano
– ¿aún las extrañas?
– Siento que si la vuelvo a ver le meto una golpiza, que no va a olvidar.
-Entonces ¿que onda Jacinto, crees que la libres?
-Espero que si, aunque esta bien pelada cuando se trata de los hijos del Gobierno la parte afectada. Y entonces ¿qué onda con tu caso Edu?
-Pues yo nada más le pido a Diosito que cuando salga me ayude a vivir bien en mi conciencia, aunque no merezca el perdón.
– ¿Entonces esta grueso tu delito he?
– Pues si….
Contesta Edu, mientras suspira hondo
-¡Asesine a mi Madre! ….
Lo dice muy rápidamente que me quede pausado para responder. Después de unos segundos, pregunto:
-¿Porque lo hiciste Edu? Si no es mucha la indiscreción, digo….
El rostro de Edu se torno sombrío de inmediato y contesto así:
– Tan solo por un estúpido pedazo de tierra, que nos heredo mi padre. Recuerdo me levante esa mañana muy de
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madrugada. Sentía un cierto descontento conmigo mismo, que no tome importancia, así que seguí mis actividades diarias normales, como un día como cualquiera. Lo que más me tomo por sorpresa fue que el hambre se me esfumo y eso no era normal en mi. Al llegar a la parcela vi que el arado no estaba. Así que deduje que el único que lo podía tener era mi Hermano. Se llego las doce del medio día, mi esposa llego con el canasto de los tacos, yo seguía con poco apetito, no entendía. Pique la comida suspire y observe a la distancia los cerros. Paso un par de horas cuando llegue a casa de mi Madre ya que mi Hermano vivía con ella, nos envolvimos en una larga discusión, hasta llegar a una disputa con machetes entre mi Hermano y yo, ella se metió en medio de la pelea y mi machete le dio en el cuello, que se desangro tan rápido en mis brazos, que no hubo tiempo ni para llevarla al hospital…..
En plena platica llega un viejo reo con una canasta ofreciendo: –‘CHICLES SEMILLAS, CIGARROS, NARANJAS CON CHILE, AGARRELE, AGARRELE’’’……
Edu se pone a fumar, un cigarro tras otro. Ya no tocamos el tema. Me que de sin palabras, opte por preguntarle de sus hijos, dice que tiene cuatro. Tres mujeres y un niño de dos meses que aun no conoce.
-Es lo único que me mantiene vivo – Agrega él.
Se volvió a acostar en la banqueta y cerró sus ojos. Me he parado a caminar un poco. Coloco mis manos en la malla, los guardias en las torres, cámaras de largo alcance por donde quiera, y la música sigue sonando algo triste, o tal vez yo soy el triste….
– ¡Samanto…! Escucho mi nombre. Es un tipo que no conozco aún.
-¡Soy yo!- Contesto
– Te necesitan en caseta. – Responde
Acudo de inmediato para ver quien me llama. Llego a la caseta y pregunto: – ¿es a mí a quien llaman? Comandante
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– ¡No hay otro Samanto más que tú!……. Pásale para la clínica.
– El Comandante en turno de caseta me conduce a la clínica, esta a unos quince metros aproximado de distancia. Tenemos que pasar por una puerta de malla estrecha. El mismo método de siempre, él atrás y yo adelante. Entro primero, hay cubículos con mosaicos blancos y cortinas corredizas.
-¡Entra allí a la izquierda! – Ordena el Comandante. Abro la cortina color blanco de plástico. No veo a nadie. De reojo me percato de pronto que alguien se aproxima por mi lado izquierdo, rápido me toma por el cuello, y me avienta dejándome caer en una camilla para el uso del dentista. Para mi mala suerte es el Comandante Merla. Estoy asustado, no se de que sea capaz este tipo, lo miro con mis ojos bien abiertos; él es alto, su piel morena brilla, como cuando traes vaselina, porta gafas de espejo y cachucha negra con el logotipo, que es el que portan todos.
– ¡no, no tengo caries Comandante! – Asenté con premura
-¡Cállate!!!!!… Quiero que me digas ¿donde están esas joyas?
-¡Yo no robe nada!….
-¡No te pregunte si las robaste!…..si no ¿dónde están?
-¡No! No… Comandante…
El Comandante M, me acercaba una herramienta con esmeril pequeñísimo en el ojo izquierdo, que me hacia temblar. Enseguida cedió, no le dije nada acerca de las joyas, de las que en verdad no se nada al respecto. Luego me toma del cuello con sus dos manos y me asfixia por unos segundos. Luego me libera, y me pongo a respirar hondo y rápido. Término amenazándome señalándome con el dedo, diciéndome: -¡te voy a sacar esas joyas, cueste lo que cueste! ¿Sabias que el procurador es mi compadre?, y esas joyas son valiosísimas que van de generación en generación, pendejo…
-¡le juro que no robe nada, Comandante!…
FAZ MONTOYA
EL EXPEDIENTE 55-07 DEL RECLUSORIO NORTE
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