Hola, lo siento pero no te conozco

Hola, lo siento pero no te conozco

MALO CHINARRO

27/12/2019

-Me aburre la gente normal. Me aburren sus monótonas vidas. Su simpleza. Su cobardía, pero admiro su seguridad.-

Estaba fumando el cuarto cigarro del café con una amiga. Ella no podía entender esas duras palabras hacia las personas.

-¿A qué te refieres con que te aburren?, cada persona somos un pozo de vivencias y sorpresas. Sinceramente, tampoco entiendo por qué hablas en general de su cobardía y de su seguridad. Esa mezcla de cobardía y seguridad, siento decirte Xavi, que de verdad no te entiendo.

-María, la gente común se entiende a la perfección entre ellos. Hacen bromas, crean risas, se saben expresar pero no cuentan la verdad… y…

-Perdona por interrumpirte, pero creo que tienes un problema en la forma de expresarte, de comunicarte. Todavía no has llegado al fondo de tu alma, todavía no te conoces y crees conocer a las personas. A todas ellas. Por eso, pienso, que reflexionas de esa manera.

– Tía, me llevo mejor con la gente mayor que con la gente de mi edad; son capaces de escuchar, son capaces de que en cada palabra dejar un poco de ellos. No me valen las palabras vacías. No me valen las risas comunes. Hay que saber hacer gracia, hay que saber sufrir. Triana dice algo como “subí al cielo para ver y bajé al infierno para comprender”.

– Xavi, te crees que por estar en agudos ya lo has visto todo. Y eso no es así. Hay un mundo fuera por ver…

– Eyy, he conocido la felicidad. He conocido el dolor. Qué más puedo pedir a la vida. Incluso el amor lo he sentido. La ira, la tristeza, la alegría, el sabor de la comida, la conversación de después de la comida, la conversación durante la cena mezclada con el vino; reconozco que los aprecio, reconozco que me hacen estar vivo pero no dejan de ser banales, no dejan de ser nuestro lado animal. Nuestro lado social como humanos, como animales que somos.

– Pero esos pequeños placeres… esas partes que tú llamas animales que son tan humanas como el sexo, el razonamiento, el placer o la banalidad o las bromas. Son humanas Xavi. Tú eres humano, no te creas tan distinto de los demás, no lo eres. Mucha gente piensa como tú. Mucha gente joven, de tu edad.

-Todas las veces que he estado en agudos me he dado cuenta de la belleza de la gente, de la gente enferma. Me explico: es como si la locura, bien elegida y con autocontrol, te lleva a no querer la maldad. Una cosa es ser cabroncete que lo puedes ser de mayor, de joven o de pureta, y otra muy distinta es la vida de las personas. María, contéstame con sinceridad. ¿ A cuántas personas te abres?

– Muy pocas.

– Por qué. ¿Qué miedos tienes? Quizá el qué dirán, ¿ equivocarte?. No ser correspondido en esa confianza que tú das. En ese pedacito de ti que tú dejas. ¿ Por qué tenemos tanto miedo?

– y tú a qué tienes miedo. Pareces una roca. Por lo que me cuentas te abres a la gente. ¿ Acaso te crees un ser superior?- se le cayó la sonrisa.

– Nooo, para la perfección están las matemáticas. Y ni en ellas están, depende de quién y para qué escriba esa fórmula. Mientras no profundicemos en el cerebro. Mientras la ciencia no avance en el cerebro, jamás seremos plenos.

– Oyeeee, espera. No puedes dejar todo a la ciencia. No te resguardes en eso. Somos mucho más que ciencia y fórmulas. Somos más que oxígeno, carbono e hidrogeno. La última conversación ya hablamos sobre ello. ¿ No recuerdas?. Me hablaste de ciencia y ahora me hablas de dolor. Hay dolor en tus palabras, hay escepticismo en tu forma de pensar.

– Pero contéstame, ¿ A qué tienes miedo?- Volvió a preguntar Xavi.

-Pues… porque no me tengo que abrir a todo el mundo. No me da la gana. No tienen que saber de mi vida.

– Entonces, tienes miedo a abrirte. Tienes miedo que tus palabras se vuelvan contra ti. Tienes miedo a expresarte. Tienes miedo de evolucionar. Quieres el control. Y el control- la locura- me ha enseñado que no se puede tener. Damos toda nuestra información en el móvil, en la televisión, en el ordenador. Lo que pasa que como esos datos son tratados de forma anónima, y digo anónima entre comillas. Pues nos incomoda pero lo aceptamos. En el otro lado, tenemos que tomando un café, una cerveza o una copa, no nos llegamos a abrir. Hay miedo a fallar a nosotros mismos. Lo que nos mueve no son las ganas de vivir sino el miedo a ser descubiertos.

– Me lo dice la persona que me entero de cosas de su vida meses después.

-Te lo dice la persona que la locura le ha ayudado a conocerse. Sin ella no estaría hablando de estos temas. Sin ella no me habría conocido tanto. Sea quien seas locura, bendita seas. Me has ayudado.

-Es que tú pides demasiado a las personas. Les pides que de primeras se abran. Haces preguntas que a veces un grupo de amigos ni se plantea en años, a veces en toda su vida.

– Entonces no son amigos. No se conocen. Solamente son personas que comparten momentos, hobbies o la soledad. Yo tengo miedo de la soledad. De verme un día sin amigos, sin familia, porque o bien han muerto o bien no nos entendemos.

– Eres un bicho raro. Por eso tomo café contigo.

-joder, no pedía amor, ni sexo ni que me conozcas, pero sí empatía. Sí que te pongas en mi lugar. Asertividad es lo que pido a un amigo. Que me escuche, que me entienda. Que diga “joder, ya sé el por qué ha llegado a ser lo que es. No que se quede en la primera página. En la locura.

– Le das demasiadas vueltas a todo.

– La vida me ha hecho así, el resto es genética.

-¿ Te sientes solo? Pregunto María.

– Me siento solo, pero me siento acompañado. Un café, un cigarro y una buena charla me sobran. Bueno, hace que no follo un tiempo.

-Creo, Xavi, que te falta un polvo.

Rieron los dos. Pidieron más café mientras Xavi liaba un cigarrillo para ella, y otro, minutos más tarde para él. Sería su séptimo cigarro.

-Oye, Por qué me has hablado antes de la cobardía y de su seguridad. No lo entiendo. -Preguntaba maría, mientras se encendía su segundo cigarro.

– Se nos pide o se nos exige seguridad. Me asusta eso. No por mí. A mí me la suda, me gusta más escuchar que hablar. Me gusta conocer pero no quiero que se equivoquen conociéndome.

-No te entiendo.

-Pues básicamente, la seguridad en la gente que conozco no es más que una máscara. Necesitan sentirse seguros para darse a conocer. Es como si fuese un principio en toda relación. Y más tarde, más tarde ya se mostrarán inseguros. Cuando se ha formalizado la relación. De ahí el miedo que veo a abrirse. No hace falta contar de dónde vienes o a dónde vas, aunque tal vez, sí, la máscara hay que quitársela. Me duelen más las palabras que las hostias, y noto que las palabras son un mecanismo de defensa para mostrarse seguro. Para hacer ver a la otra persona “ eyyy, yo me conozco” y yo diría “ eyyy, eres una mierda que se desconoce”.

-Bufff, cambiemos de tema. Estoy atorada de tanto darle vueltas a la cabeza. He vuelto a leer, Xavi, y me leí el libro que me recomendaste: Demian. ¿Por qué es tu libro favorito?

– Antes he hablado de la locura que me ha ayudado a conocerme. Pero para ello ha habido un proceso.

-aham, sigue- asienta ella.

-Sólo he conocido a dos Demian en mi vida. Uno, me prestó por primera vez el libro. El segundo me ha escuchado más que todos los psicólogos juntos. Del primero no he vuelto a saber más. Del segundo, seguimos manteniendo largas charlas de vez en cuando. Yo también le he escuchado. Pero eso es otro tema que hablaremos otro día. Nadie da nada a cambio. Incluso yo. Yo me quedo con la descripción de la persona. Con su ser. Soy capaz de que me engañen, soy capaz de conocerlas. Soy capaz de entenderlas, y al final las acabo de entender. Simplemente, me llevo eso. Con eso me conformo.

– hablas como un ermitaño en su guarida que cree saberlo todo.

– Te equivocas, no lo conozco todo. Ni quiero, aunque no me importaría tomar mayor cantidad de rivotril por las noches si con ello pudiese conocer todo. Por ahora, me quedo con lo que conozco, con lo poco que mostráis, y que yo haga mi puzle en mi cabeza. Aunque algunos os habéis abierto del todo.

-Entonces, es tu libro favorito por el apego que tienes a esas personas.

-No y sí. Creo que me he convertido en un Demian en mi soledad, pero me exijo ser un Sinclair con la rutina de la vida. Superarme a mí mismo, competir contra mí mismo. Lo releí hace poco y me parece basura. Tengo miedo de haberme convertido en lo que siempre quise haber sido. Que no me diese miedo nada. Por eso es que me exijo ser un Sinclair.

-Entiendo. Más o menos. La verdad.- Se le cayó una risa.- A mí me ha gustado. Pero no lo veo como lo ves. Veo que todo el mundo es un poco Sinclair y un poco Demian.

Xavi le dio una calada al cigarro. Era ya su noveno cigarro. Y un sorbo al cortado.

– Bien visto. De ahí mi incredulidad al ser humano. Mi hastío con ellos. Pero a la vez los amo. Son tan simples. Tan banales. Tanta seguridad encubierta. Tanta cobardía. Tanta mierda, hablándote claro. Que les tengo aprecio por lo que son, por ser tan vulnerables. Por resguardarse en ellos mismos, en su círculo. En su rutina de vida. En su cerveza de las tardes, en su café o su té o su mierda de espiritualidad.

-¿Hace cuánto que no amas? Preguntó maría.

-Lechoswky dice algo así como “quien me quiere no me gusta, quien quiero no le gusto”. Aunque entre tú y yo, creo que ya a nadie le gusto. En cambio, yo sigo amando.

-La encontrarás. Creo estar segura, aunque tú no lo harás a cualquier precio. Por cierto, hablando de mujeres. ¿cómo ha ido esa invitación a tu Facebook de esa chica?

– Me agregó y me imagino que vio que mi Facebook está vacío. Y las últimas publicaciones son eran más por mi locura que por otra cosa. Antes me importaba la gente de mi Facebook. Ahora me quedo con los cuatro o diez que seguimos en contacto por teléfono. A parte de la familia, eso está claro.

– Pero, ¿qué ha pasado?

– Nada, le envié un mensaje diciendo en pocas palabras que nos conocimos un día y que ahora estoy preparado para conocerla, y….me ha contestado con un “ Hola, lo siento pero no te conozco”

– Es que tú también. Tienes unos cojones. Es que la tendrías que haber visto antes una noche que salieses por ahí, haberla hablado. La habrás asustado con lo que pones en tu Facebook sin conocerte o conociéndote de muy poco.

– Ya. Pero a mi manera soy un poco emprendedor. Me gusta tomar riesgos. No pedía que fuese el amor de mi vida, ¿sabes?. Tal vez con quedar era suficiente. Un polvo, un premio, pero más hubiese sido la compañía aunque tienes razón. Un polvo con una fémina me vendría bien.

-jajajjajja. -Rio maría. – eres una animal como todos. Bicho raro pero animal.

-gracias por estas tardes. ¿lo dejamos por aquí?

-Si.

Recogieron las cosas y marcharon cada uno por diferente camino para llegar a su casa.

FIN

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS