Por el simple echo de mirarte, entraron en mi ganas de hablarte
Por mera coincidencia de a vos acercarme, tu mirada y tu falda comenzaron a coquetearme.
Por el sortilegio de coexistir en el mismo universo, hoy esa misma noche puede terminar en un verso.
Por la casualidad que hoy conmigo mismo converso, salgo a la conclusión que el amor es perverso.
Que me permite disfrutar en vos mi analogía, pero no permite que en noches de luna llena pueda gozar de tu compañía.
Es ese amor que me demuestra con dulce nota de perversidad elocuente, que en ella conlleva la noción de que no estoy demente.
En esa misma conversación con mi yo en el espejo, empiezo a detestar al tipo que me hace muecas en el reflejo.
y eso me hace pensar fijando mi vista en el azulejo, que lo que siento no es desamor si no un triste y patético complejo.
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