Pasó el tiempo

y después de 167 días sin verle

la princesa descubrió que podía vivir

perfectamente sin él y sus mentiras,

que el tiempo la había curado

de ese dolor que parecía eterno

y que sin darse cuenta desapareció.

Ella aprendió que el tiempo cura

lo que el amor destroza,

después de eso, ya no le teme a nadie.

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