El viejo chico.

Tu mirada estaba vacía. No fui capaz de interpretar que te pasaba,

pero vi tu mano y en ella te aferrabas a un test de embarazo.

Te pregunto con una sonrisa que es eso, tratando de alivianar las cosas e intentando generar un momento

Pero nada parece tocarte. Me miras y sigues como si nada

Me das la espalda y caminas hacia la cocina te sigo sin entender que te pasa. Estas rígida. No estas

Mi pregunta cambia ¿es una prueba de embarazo? Te ríes burlescamente sin mirarme a los ojos Yo pierdo la cabeza y te pregunto si es mío, tratando de generar algo en ti, pero no lo logro. Solo me respondes con risas.

Empiezas a ordenar tu maleta sin importarte nada. Te veo y me derrumbo: lloro, triste de no entenderte, tratando de conmoverte para que no me dejes, que te amo y que no es justo, no sé por qué no es justo, pero mi cabeza no da más. Yo lloro y tu nada, solo esperas que deje de llorar para marcharte y no volver jamás.

Entre lágrimas, veo que tu mirada cambia, que algo logra perturbarte. Caminas hacia la puerta y me preguntas si escucho el ruido. Totalmente descolocado no sé qué responderte pero el miedo en tus ojos me hace prestar atención. Trato de escuchar pero no escucho nada, nada más que típicos ruidos que se escuchan en los pasillos de los departamentos en la ciudad.

Me siento ridículo. Te digo que dejemos de webiar y que terminemos con esto. Pero nada te importa, solo el ruido.

Me miras fijamente. Ahora tus ojos han vuelto a mirarme. Pero te pones a temblar y me hablas del viejo invisible. Yo me rio de tus delirios. Ya no es pena lo que siento ahora son ganas de terminar con esta idiotez.

Abro la puerta enojado, para mostrarte que no hay nada. Esta oscuro y solo se ve la luz que genera abrir la puerta del depto. Pero en medio de la oscuridad algo llama mi atención, una pequeña diferencia entre la oscuridad parece tratar de esconderse entre las sombras. Sin querer creer lo que veo distingo la silueta de un hombre mayor de estatura pequeña y encorvada el cual trata de mantenerse inmóvil para no delatarse.

De un momento a otro la sombra empieza a correr subiendo las escaleras. El miedo me obliga a seguirlo. Te pido que prendas l luz del pasillo pero no lo haces. Corro por las escaleras sin ver nada y no lo alcanzo. Al llegar al último piso lo veo en una esquina y corro hacia el para atraparlo pero ya no está. El juego se repite una y otra vez en todas las esquinas del último piso, con el mismo resultado. Pero no puedo parar de correr, estoy aterrado de detenerme y sea el quien me atrape. Sin nada más que hacer salto por las escalas esperando que sea un sueño

Abro los ojos.

Prendo la tele.

Te llamo.

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