Por José Luis Parra Boscán.

En flamante vehículo, ultimo modelo, ricamente ataviada y con aire de soberbia altivez, vi desplazarse ante mis ojos a una dama que luego aparecería en mi sueño.

En marcado contraste, tratando de alcanzar un autobús, muy pobremente vestida, adornada por apenas un pequeño ramo de flores en su pecho y cabeza, observé angustiado a otra mujer que también jugaría rol de importancia en el sueño que a continuación narro: Era un escenario inaudito por sus dimensiones, formas, disposición, ornamento, equipos y personajes. La mitad derecha del mismo, estaba adornada a todo lujo, con cortina de terciopelo, alfombras persas, vistosas bambalinas, en las cuales se apreciaban incrustaciones de las más finas y preciosas piedras conocidas. Mientras que la mitad izquierda lucia como ornamento, algunas sabanas y frazadas muy limpias, y sus pisos de madera, denunciaban el arduo trabajo allí realizado, pues a pesar de estar construido de madera bruta, lucia mas o menos brillante, adornaban esa parte algunos ramos de flores naturales y silvestres, precisamente, de las que carecen de valor comercial, entre las cuales se podían divisar: siempre viva, trinitaria, chipes y otras. Los equipos, que en su mayoría daban la sensación de ser reflectores, por su número y uniformidad de colores, hacían pensar que pudieran tener otros usos. Sobre el escenario, se movían unos extraños seres, constantes, al parecer, de dos personas o mejor dos semi-personas, en cada uno de sus lados, hecho que tenía su incidencia aún en el vestir pues su mitad derecha, a más de lucir lozana piel de niños, mostraban vestidos como Frac, Levitas y Smokings, indistintamente. Mientras que su lado opuesto, o izquierdo, sus rostros acusaban las huellas de la inclemencia de los elementos y vestían: Franelas con mangas a medio enrollar, que dejaban ver la solidez de los músculos propios del obrero, pantalones de Kaki y simples alpargatas en sus pies. Los espectadores, como es lógico suponer, se ubicaron en el mismo orden de categoría o sea unos pocos de “Dones y Doñas” “Fulanos, Zutanas y Menganejos” a la derecha reposados en cómodas butacas a cuyo espaldar, escrito una pequeña lámina de plata se leía VIP, mientras que al lado izquierdo se apiñaban en banquetas colectivas de madera rústica, una gran cantidad de gentes de trabajo y tesón. No tenía yo en aquel momento, ni la mas remota idea acerca de lo que sucedería en tan extraño lugar y circunstancias, pero algo me hacia pensar que una vez más los “encopetados tratarían de mofar y ultrajar la dignidad de los humildes por lo cual me solidarice con la mayoría y tratando de averiguar al efecto, conseguí entrevistarme con uno de los sujetos mixtos que figuraban como patrocinadores de aquello. La conversación, me dejó en claro lo siguiente: Los raros seres, eran el producto de la fusión de dos clases antagónicas, ocurrida contra de sus voluntades, en circunstancias casi inexplicables, en su lugar de origen (Extraterrestre); de su especie solo sobrevivían los 6 o 7, todos del sexo masculino que sobre el citado escenario se encontraban y su misión en el acto que de inmediato se efectuaría, sería elegir, en una dama, el patrón de selección para tomar madres para su futuras generaciones, pues siendo ellos biclasistas, era menester dilucidar con las hembras tomadas, la clase que sería rectora en sus futuras sociedades. En resumen, si la elegida fuera la perteneciente a la clase burguesa ellos formarían sociedades burguesas y si por el contrario elegían a la representante de la clase trabajadora, construirían una sociedad proletaria, en su lugar de origen. Los reflectores que posaban en las cercanías del escenario, emitían luces filosóficas y sentimentales, lo que según confesión de mi entrevistado, le había sido ocultado a las participantes por razones obvias. Cuando estaba meditando sobre lo irreal de ese acto y las posibilidades entre las clases en pugna, veo que sale a la parte derecha del escenario, la misma elegante y soberbia dama que en el centro había visto. Ella vestía un traje de fina seda sintética, con esclavas de piedras preciosas, lentejuelas, aplicaciones y demás accesorios, su rostro, lucia juvenil y lozano, amparado en un inmenso maquillaje, pestañas postizas, largas y bellas, labios rojos, su peinado era una verdadera obra de arte, mientras que la piel de su cuerpo, cuidada y tratada, lucía cual pétalo de rosa. Por su ternura y lozanía en general, lucía como una Diosa. Por el lado izquierdo, salio la humilde silueta de aquella a quien vi en el día tratando de tomar un autobús. Ella vestía un discreto traje de fabricación casera. Era esbelta y muy bella, aunque las inclemencias del trabajo y la poca calidad de su vestimenta, ocultan parcialmente esa virtud. Estaba peinada con par de crinejas o moños, su boca lucía rosada a pesar de carecer de colorante, la piel de su cara se acusaba fina, aún mostrando los daños ocasionados por el sol y demás elementos a los que a diario se veía expuesta y adornaba su pecho y cabeza con pequeños ramos de flores naturales. Cuando ambas estaban colocadas en sus respectivos sitios de concurso el ambiclasista que fungía de jefe de ceremonias anuncio en alta voz los motivos de la asamblea, las reglas del evento y luego con su lado derecho presento: A la derecha , DOÑA MENTIRA CALCULADA, quien recibió airosa las aclamaciones del pequeño grupo de acomodados, allí presentes y luego con su lado izquierdo dije: En la izquierda la SEÑORA VERDAD SINCERA, quien fue recibida con un nutrido aplauso por la gran cantidad de trabajadores presentes. Ambas saludaron al público y de inmediato comenzaron a ser sometidas y expuestas a las luces filosóficas y sentimentales emitidas por los ya citados reflectores. El jefe de ceremonia ordena: “luz de la maldad”, a cuya exposición, Doña Mentira Calculada, luce aún más bella, esbelta y dulce que antes; mientras que la Señora Verdad Sincera, se opaca y desluce; “luz de la Perfidia”, los mismos resultados, “luz de la calumnia”, de la Falacia, del Engaño, de la Falsía, de la traición, con idénticos resultados. Los postuladores de la derecha, en vista de que todo el tiempo han estado lanzando flores al escenario y esa acción ha sido seguida por los de la izquierda (diferenciándose apenas por el valor comercial de las flores usadas), resolvieron, convencidos de la imposibilidad de sus contrincantes de seguirles en esa acción, lanzar “Puñados de Monedas” y con ellas impresionar a los jueces del evento. En ese sentido, se ponen de acuerdo para hacer el lanzamiento inicial todos juntos. En el preciso instante que han lanzado los puñados de monedas al escenario, el maestro de ceremonia ordena: “Luz de la justicia” la cual enceguece a Doña Mentira Calculada, por lo que queda inhábil para esquivar la gran cantidad de monedas, que dan en su rostro, hiriéndolo y provocando caudalosa hemorragia, por lo cual se le descorren las pinturas, las pestañas postizas se le caen, las costosas sedas de su vestido se desgarran, las piedras preciosas que le adornan explotan, hiriendo su cuerpo, y en fin, quien hasta hacia unos minutos parecía una Diosa, en pocos segundos que quedó convertida en un pobre ser maltrecho, herido por el dinero, y dejada en la calle por sus lujos y vanidades que no resistieron la luz de la justicia. Acto seguido, es expuesta a la misma luz, la Señora Verdad Sincera y ante tan clara y diáfana luz, resplandece el valor moral que en si posee, a trasluz se le ve un gran corazón, limpio de culpas y lleno de bondad, decisión y amor. Las humildes flores que adornaban su pecho y cabeza expelían sus mejores olores, mientras sus colores resplandecían en el ambiente tornando policromados el local, muebles y personas, como gigantesco calidoscopio, y en general, el ambiente se tornó propicio para que la Señora Verdad Sincera, fuera seleccionada como prototipo de la condición social que tendría la nueva generación, de la cual ella aparecería como madre común. Luego de la elección y al proclamar el definitivo triunfo de la clase obrera, se aseguró que en el lejano lugar de procedencia de los descritos biclasistas, se formaría una sociedad que atendiendo a la filosofía y sentimientos de los trabajadores, se caracterizaría por la justicia social, bien colectivo, libertad y pulcritud en sus acciones.

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