Cuánto anhelo una tarde decembrina, en la orilla del mar, en la presencia del horizonte mágico de mis sueños. Cuánto anhelo tus ojos y el cálido matiz de tus labios, entre rojos y brillantes, entre sangre y alientos. Bellos labios y bella piel serena. Aun recuerdo tu nombre, el que dibujaste en la arena, el que borramos juntos con el sudor de nuestros cuerpos.Aun recuerdo tu aliento, tus sueños.

Con la llegada del tiempo, llegó la despedida, con la ilusión de mis anhelos, escribo lo prohibido. Aliento de mi vida, brisa caribeña, ojos gigantes y labios ardientes.¿Qué mágia guardas bajo tu falda? ¿Qué me dices en secreto con las hojas y el viento? Le escribo al amante ajeno, al que sufre en silencio, al que llena sus noches de fallidos aciertos, al que deambula una tarde, sobre la arena y el tiempo.

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