Me pasa que en ocasiones no tengo ganas, la melancolía me alcanza. Por los rincones hay susurros que dicen tu nombre, se vuelve la herida donde ya había cicatriz, muy digna de ti. Una que llevo con orgullo porque fue mi mejor batalla, grabé mis manos en tu piel, dejando huella en todo el paraíso de tu cuerpo. Y a pesar de no permanecer en el castillo, puedo morir en paz de haber compartido tu reino.
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