¿Qué más
puedo decirle?
A una diosa cuyo templo
construí en base a recuerdos
que ella misma destruyó.
¿Cómo podría
contarle?
A una niña
que no lee,
que sé de ella
lo que escribo.
La princesa
que lloraba
porque no tenía corona
y le hice una
de papel.
Nunca se la pude dar.
Se fue lejos
sin llamar.
Ahora vive en un palacio
de cristal.
Sigue sin llevar corona,
pero es reina de su zona.
Hasta las farolas
ya la llaman
Majestad.
Yo
que solo soy un siervo.
Que trabajo por despecho
en el campo
del olvido.
Solo una cosa te pido.
Si algún día
vuelve aquí.
Dile a su cara bonita
si puede pasar por mi.
Y probarse la corona.
Aunque no
la necesite.
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