– ¡No es verdad que tengan siete vidas! ¿Porque la gente miente diciendo que las tienen?
Repetía la pequeña Candela entre lágrimas y sollozos. Fermín nos había dejado y la niña rompía a llorar cada vez que echaba en falta su presencia. Justo después, se ahogaba en una profunda pena recordando aquellas carreras sin sentido, zarpazos amistosos, ronroneos estereofónicos o aquellosregalos de dudoso gusto humano que aparecían a menudo en su habitación; daría lo que fuera por volver a ver otro de aquellos eléctricos rabos de lagartija saltando en su alfombra. Más tarde vendrían Lea, Pelusa, Gusete, Pescuezo y Rubito, que junto con Fermín, sumaban seis vidas felinas. La séptima se marchó ayer, completando la cuadratura del círculo de las frases populares, puesto que es la octogenaria Candela, la que ahora descansa satisfecha con sus siete enormes vidas en el zurrón.
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