No sabía
que tus ojos lloraban
luciérnagas.
No sabía
que el lenguaje
de tus manos, era triste.
No sabía
que tu sonrisa
vivía en duelo.
No sabía
que tu soledad
era una bastilla
en muerte flemática.
Aspirabas salvación
y un planeta de sueños desnudos.
No sabía
que a tu mundo le faltaran mariposas,
un campo de dulces aromas
y una mañana sin lluvia.
No sabía
cuando, acaricie tu pelo
la demencia que destilabas.
No sabía
que hablabas con las sombras
del amor que me profesabas.
Yaneth Hernández
Venezuela
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