Necesitaba desahogarme, necesitaba escribir para recordarlo por última vez y olvidarlo para siempre. Él llego a mi vida un día cualquiera, de la nada, como una ráfaga de viento que revolcó todo mi ser; sí, eso fue lo que él hizo conmigo, y ahora? no puedo sacarlo de mis pensamientos, de mi rutina diaria, de mi corazón; él se incrusto hasta en lo más preciado para mi: el sueño; ya no concibo el sueño, ahora solo es para él y mis fantasías locas y perversas que lo abarcan con totalidad. no sé como fue, aún no entiendo como paso todo, como de la noche a la mañana lo estaba pensando, deseaba verlo, verlo sonreír, viajar con él y escucharlo hablar; la adrenalina aumentaba a medida que nos conocíamos mejor, a medida que generábamos confianza.
Debo confesar que fui muy atrevida al buscar más de lo que podría ofrecerme, o más bien, de lo que yo quería recibir de su parte; fue entonces cuando empezaron los besos apasionados, las caricias más deseadas que te llevaban a quererlo todo con él sin importar nada; aparecían escenas eróticas, era un centro de emociones fuertes y hermosas que despertaba en mi, al mirar sus ojos podía verme, podía verlo; podía simplemente ver y sentir su pasión ardiendo, su amor floreciendo, su curiosidad activarse; era como un niño: incontrolable, tierno, amoroso, curioso, deseoso de explorar; pero todo esto con mi cuerpo, con mentalidad consciente de lo que hacía y quería. Simplemente nuestras almas conectaban, nuestros ojos hablaban y nuestro cuerpo manifestaba todo esto; pero no todo es perfecto.
Él era comprometido, tenia una familia; una linda familia conformada por él, su esposa y su pequeño hijo de seis años; él era mi tentación prohibida, lo deseaba tanto como respetaba su familia… ese día me decidí a dejarlo; a dejar el deseo que no paso más de besos sinceros, sí! solo fue eso, acepto quise algo más, pero no pude, la conciencia me lo impedía, tenía claro que no debía meterme en una relación por más que lo quisiera; no podía hacerle eso a ella y mucho menos al chiquillo que no entiende nada de la vida aún; me invadía la frustración de haberlo conocido tan tarde en mi vida, me llegue a poner mal cada vez que lo ignoraba, cuando días atrás lo tenía en mis brazos; me llenaba de melancolía.
Él buscaba respuestas de mi comportamiento cambiante, pero la verdad ya la sabía puesto que, desde un comienzo se lo exprese, le llegue a decir que no me gustaba meterme en una relación y que no quería compartir a alguien con nadie; que no me gustaría que me hicieran lo mismo algún día; todo con él era desbastador, de verdad, yo no sabía como controlar mis diversas emociones al dejarlo, dolía, porque no sé si lo quería de tal manera o simplemente era un capricho. El caso fue que lo pensé por mucho tiempo y con lagrimas en mis ojos, le dije ADIÓS; retome fuerzas y luché día y noche con mis sentimientos, hasta dejarlo ir; sabía que eso era lo más sano y la mejor decisión que estaba tomando.
¿ Y aún lo pienso?, sí!, en mis noches de insomnio y melancolía, pensaba si esa había sido la mejor decisión o si solo me deje llevar por la ética y moralidad de los demás, o si había cometido un gran error y lo había dejado ir para siempre; pensaba en que a lo mejor hubiera vivido esa experiencia como parte de mi crecimiento personal, como aquellas anécdotas que recuerdas con alegría y emoción aún aunque ya no son parte de tú vida; pensaba en que a lo mejor hubiera sido una linda historia de amor y de adrenalina pura, pero no!, volvía a mi mente su esposa e hijo, y de nuevo retomaba mi primera decisión.
Él fue mi tentación prohibida; esa que muchas personas tienen y que al final cada quien decide si aceptarla y vivirla o dejarla y superarla.
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